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Por Raúl Kollmann ![]() Hasta el mes de noviembre, Emilie recibía el dinero en su casa y nunca debió firmar un recibo. Todo terminó cuando Carlos Corach dejó el cargo: desde entonces, sin mediar palabra, la plata no volvió a llegar. Cuando hace un mes, Página/12 se comunicó con un alto funcionario de la cartera de Interior, éste ordenó una investigación interna para saber de qué partida se le estaba pagando el subsidio a Emilie. Lo concreto es que no apareció ninguna asignación oficial a la señora Schindler: "El dinero debe haber salido de fondos reservados", concluyó el funcionario. En el encuentro de hoy, promovido por Víctor Ramos, el ministro del Interior seguramente sentará las bases para oficializar el subsidio a Emilie, con lo que va a aliviar su difícil situación. En este momento, la mujer vive en San Vicente en una modesta casa que le cedió, hace ya muchos años, la organización filantrópica B'Nai B'rith, que además le entrega 200 pesos mensuales y es la única institución que verdaderamente se ocupó de Emilie desde los años 50. Por otra parte, la señora Schindler recibe otros 200 pesos de fuentes alemanas. Con ese dinero, la mujer obviamente no puede pagar los igualmente modestos salarios a Isabel y Leandro, las dos personas que siempre la cuidaron, de día y de noche. Debe tenerse en cuenta que Emilie prácticamente no puede caminar, por lo que no está en condiciones ni de hacer las compras ni de cocinar y como es obvio necesita ayuda incluso para levantarse de la cama. La biógrafa de la señora Schindler reseñó así ante Página/12 la forma en la que Emilie se convirtió en un negocio... para otros: "En Internet hay páginas y páginas con la historia de los Schindler; el autor de La lista de Schindler, Thomas Keneally, se encontró con ella hace muchos años y le prometió dos mil dólares. Nunca volvió a aparecer. La gente que vendió los derechos de la película hizo desaparecer la primera hoja del contrato en donde se le adjudicaba el 6 por ciento del producido. Hace muy pocos meses, se encontró una valija en Alemania, que pertenecía a Oskar Schindler, con importantes documentos. En lugar de devolvérsela a la viuda, la enviaron a la redacción de un diario. Se hizo una historia de tapa, el diario vendió más que nunca y luego, cuando el tema no dio para más, le pusieron el moño de regalo a los papeles y los enviaron al museo de Yad Vashem, en Israel. Emilie se vio obligada a buscar un sponsor que pagara a un abogado alemán para representar sus derechos".
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