El
neoliberalismo, expresión ideológica del capitalismo salvaje con su secuela de
exclusión social y genocidio cultural, ha ido vaciando de contenido a la democracia. Los
partidos políticos del régimen no debaten ideas, sino que disputan los llamados
"espacios de poder", que no son nada más que diferentes maneras de gerenciar el
modelo.
Las estructuras de los mismos han sido
absolutamente vaciadas de militantes, para estar integradas por "funcionarios",
que en nada expresan las aspiraciones de sus adherentes.
De esta forma, la política ha perdido su
contenido social, y las metas de los políticos dejan de ser los ideales, para reducirse a
la ocupación de "puestos" o cargos en las estructuras institucionales.
El pueblo es convocado a votar, debiendo
optar por diferentes ofertas electorales en las que se proponen proyectos y programas que,
de antemano, se tiene la seguridad de que no se cumplirán.
Así, a sólo treinta días de la asunción
del gobierno por parte de la Alianza UCR-Frepaso, la desocupación se va a, supuestamente,
"combatir" con una nueva flexibilización laboral; el "impuestazo" no
gravará a los sectores de menos recursos; el IVA que lo pagamos todos, se ha generalizado
y se ha disminuido el mínimo imponible para el pago de ganancias y las protestas sociales
no son producto de la justa indignación popular, sino el resultado de accionar de
"infiltrados". El "último progresista", como lo denominara una
revista de actualidad, hoy devenido ministro del Interior, se adelanta a la opinión del
Poder Judicial y manifiesta su oposición a la extradición de los genocidas solicitada
por el juez Baltasar Garzón, y el ministro de Justicia, que dice respetar la
independencia de los jueces, ahora sin servilleta, señala que la petición es
inadmisible.
En esta misma dirección, la de decir o
proponer algo, y luego hacer lo contrario, se inscribe la propagandizada nueva ley
electoral para la integración de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
En la propuesta, se afirma que el sistema de
"listas sábanas" reduce la participación ciudadana, proponiéndose, en su
reemplazo, la división de la ciudad en "circunscripciones", para que así --al
decir de los legisladores-- los vecinos puedan votar a los "mejores", y no a los
que les impongan los partidos.
Por supuesto que ocultan que con este sistema
apuntan a reducir la integración de la Legislatura a los candidatos de los grandes
partidos, ya que al aumentar el piso, la participación electoral de las fuerzas
políticas pequeñas será nula. Por otro lado, las circunscripciones propuestas están
muy lejos de "garantizar mayor participación", ya que conforme al trazado de
las mismas, los vecinos de La Boca elegirán sus representantes junto con los de Recoleta,
sin duda con intereses absolutamente contrapuestos.
Este armado, en realidad, obedece a la
presión de los "punteros", y no a la necesidad de "profundizar la
participación democrática" que no se resuelve sólo terminando con las listas
sábanas, sino dándole una real intervención en el Gobierno de la Ciudad al movimiento
social: ecologistas, defensores de los espacios verdes, comisiones de fomento,
cooperadoras escolares, centros de jubilados, organismos juveniles, etc.
De esta forma podremos apuntar a una
verdadera "resocialización de la política" y a la descentralización de la
gestión.
* Abogado. Candidato a Jefe de Gobierno por el Frente de la
Resistencia. |