Por Cristian Alarcón
Vaya a saber
de qué se disfraza el ex juez Hernán Bernasconi para mantenerse a salvo de la orden de
captura internacional que pesa en su contra desde hace más de dos meses. O cómo
sobrelleva la clandestinidad a la que lo llevaron las fallidas investigaciones por
narcotráfico con las que encarceló al clan Cóppola con el jarronazo del '96. Por lo
pronto el hombre acusado de ser el jefe de una asociación ilícita que inventó causas
para encarcelar famosos decidió comunicarse telefónicamente con una radio porteña,
aprovechando la mejilla que ofrecen sus archienemigos después de la internación de Diego
Maradona. "Estoy trabajando en una investigación sobre las viculaciones del poder y
el narcotráfico", largó como primicia y aseguró que regresará al país cuando se
le garantice un "tribunal imparcial". Aprovechó para atacar a otro fugado de la
Justicia: el personaje sospechado de proveer de cocaína al ex futbolista, Carlos Ferro
Viera. Los pies en polvorosa del ex juez Bernasconi datan de finales de
octubre, cuando sabiendo que los senadores justicialistas estaban a punto de bajar el
pulgar para autorizar el juicio político en su contra, salió sigilosamante del país
rumbo a Brasil con un paso previo por Punta del Este. Ayer, irremediablemente mediático,
comenzó su diálogo en vivo con Radio 10, con una cita a lo Márbiz: "aquí.. en el
Uruguay". La confesión del paradero de Bernasconi sólo causó risas en los
tribunales federales, donde el juez de feria Juan José Galeano está momentáneamente a
cargo de
su eventual captura. "Por supuesto que no se cree que una persona
ilustrada pueda ser tan ingenua de alertar a sus captores. Esto es ridículo. Suena a
tomada de pelo", le dijo a este diario un funcionario judicial. Sin embargo, el
propio Galeano reconoció que la entrevista motivó "una nota a Interpol para
determinar la veracidad de lo dicho".
Además de las confirmaciones que deba hacer la policía internacional,
la Federal fue encargada ayer de verificar el llamado que salió al
aire por Radio 10. En los tribunales dan por hecho que se sabrá en breve desde dónde
habló el ex magistrado. Bernasconi parece haber encontrado un sitio seguro desde donde
puede continuar con su remanida lucha contra el narcotráfico, incluida una nueva y ya
extrajudicial investigación sobre las "vinculaciones del poder y el narcotráfico en
el Cono Sur". Ya lo ha dicho su esposa, la periodista Alicia Barrios: "El es un
cruzado contra la droga. Si el método que usa es el acertado o no, no lo puedo
decir". Bernasconi sostiene que lo suyo es un exilio que padece como víctima de
jueces parciales. El ex magistrado pidió que "tribunales independientes"
determinen "quiénes fueron los personajes del poder político que presionaron sobre
los jueces que decidieron absolverlos a ellos --Cóppola y Ferro Viera-- y perseguirnos a
nosotros --él, su secretario Roberto Schlagel y los policías Daniel Diamante y Tony
Gerace, encarcelados por los mismos delitos que se le imputan--". Entre esos
personajes mencionó al ex secretario privado de Carlos Menem, "Ramón Hernández y
la gente que pertenecía al grupo de poder".
Bernasconi intenta así desmentir a dos Tribunales Orales Federales: el
que encarceló a Schlagel y los policías en la causa Cóppola II, encontrándolos
culpables de asociación ilícita, y el tribunal marplatense que liberó hace dos años a
Carlos Ferro Viera por las irregularidades en la investigación de Bernasconi. Es
justamente el impresentable "Ferrito" el que le viene como anillo al dedo al ex
juez para extender su diatriba como reservorio moral desde la clandestinidad: "es un
personaje tristemente célebre de La Plata", recordó. "Se dedicaba a manejar
grupos de jovencitas y jovencitos para entregárselos a empresarios, políticos o gente
importante, y además estaba vinculado al tráfico y al consumo de estupefacientes",
dijo. Esta semana Ferro se hundió unos centímetros más cuando habló para la revista Noticias
y reconoció que cometería un delito por ayudar a Diego y que él y Cóppola
"meábamos en frasquitos para salvarlo del doping positivo".
Esa amistad de fuego de la que se enorgullece Ferro Viera comenzó,
paradójicamente, por obra y gracia del ex juez Bernasconi. Ferro Viera fue el anfitrión
de Cóppola cuando el manager cayó preso en la cárcel de Dolores y en una de las visitas
a Maradona le resultó simpático ese personaje que compartía la obsesión por la
limpieza con Cóppola al extremo de encerar las celdas (ver aparte). Desde entonces
aparece como una sombra del ídolo. "Es un personaje semejante y análogo a Cóppola,
como él era un intocable y la Policía Bonaerense no se metía con ellos. Yo rompí con
ese código de impunidad y por eso fui perseguido", asegura Bernasconi. A salvo de la
Justicia por las viejas travesuras de los noventa, los hombres que rodean a Maradona
vuelven al candelero de siempre con una facilidad pasmosa. Como si nada cambiara con el
tiempo y no hubiera traje de este mundo capaz de disfrazarlos.
La pelea con Ferro Viera
Por C.A.
Carlos Ferro Viera
está lejos de ser un ciudadano modelo. Lo tiene claro. "Pero no por eso se justifica
que un megalómano --por el juez Hernán Bernasconi-- me engrampe como el narcotraficante
de millones de pastillas de éxtasis que inventó", le dijo a este diario en una
entrevista telefónica a mediados del '99 cuando terminaba el caso Coppola I. Se refería
a la causa 387 del juzgado Federal de Dolores, iniciada con una de las denuncias truchas
que dieron comienzo a más de un expediente sobre drogas en la costa durante 1996. Ferro
Viera fue el preso más famoso de aquel verano, cuando la "pastilla del amor"
llegó más a los medios que a los consumidores tras los procedimientos comandados por
Bernasconi. Ferro estuvo preso 11 meses. El Tribunal Oral Federal de Mar del Plata lo
absolvió por las irregularidades de la causa en junio de 1997, y ordenó investigar la
"posible comisión de los delitos de falsedad ideológica de instrumento público y
privación ilegal de la libertad agravada".
Aquella causa comenzó con un
"buchoneo" falso del que se aferró Bernasconi para proceder a requisar a Ferro
Viera en el boliche pinamarense Ku y allanar su casa de veraneo en Valeria del Mar. Según
figura en el expediente, la policía informa que fue la mismísima mujer del juez
--destituido por su mala actuación en el caso Bru-- Amílcar Vara quien dijo que Ferro
Viera le vendía droga a su pobre hija. Más tarde la mujer desmintió la denuncia. No
sólo no había dicho eso sino que su hija, funcionaria judicial, en el momento de la
denuncia vacacionaba lejos de Pinamar, en Brasil. Se trata de un caso parecido al que
luego implicó a Guillermo Coppola, que terminó cayéndose ante los ojos de los
camaristas federales porteños cuando fue evidente que toda la investigación y las
intervenciones telefónicas habían sido ordenadas en base a "tareas de inteligencia
inexistente" y "testimonios falsos de policías" amigos del juzgado y
relacionados con el caso Cabezas. |
ACUSADO DE ARMAR CAUSAS POR DROGAS CONTRA FAMOSOS
De juez modelo a jefe de una banda
En
noviembre de 1996, cuando muchos lo veían como un paladín de la Justicia, el hoy
prófugo ex juez Hernán Bernasconi fue premiado por la Fundación Manantiales por ser
"un ejemplo de vida sana" y por "su voluntad y esfuerzo en la lucha contra
el flagelo de la droga". La repercusión pública de la causa contra Guillermo
Coppola y sus amigos había llevado a Bernasconi al pico de popularidad, pero poco
después comenzó la caída, lenta pero rotunda. En junio de 1999, el Tribunal Oral
Federal 2 absolvió de culpa y cargo a Coppola y a los demás imputados, colocando en la
mira al entonces juez de Dolores: "No sólo resultaron mendaces las razones y
circunstancias que llevaron al inicio de la pesquisa, sino que el doctor Bernasconi y el
doctor (Roberto) Schlägel tenían conocimiento de ello. Así, lo que aparecía como falto
de fundamento fue revelándose como una conducta delictiva bajo apariencia de
legalidad". Cuando los senadores justicialistas lo destituyeron, después de un
trámite que les llevó dos años, perdió protección política y se convirtió en
prófugo de la Justicia. La Justicia ya le había aplicado el segundo golpe, en octubre
del año pasado: el Tribunal Oral Federal 5 le impuso una pena de ocho años de prisión a
Schlägel, ex secretario del juzgado de Bernasconi, en la causa por las irregularidades en
la detención del ex futbolista Alberto Tarantini, que se conoció como el Caso Coppola
II. "Nos encontramos ante un grupo de individuos que, valiéndose ilegítimamente de
las potestades que el Estado les proporcionara para la investigación y represión de
sucesos criminosos, obraron concertadamente para (...) incriminar a ciertas personas
mediante la preconstitución de pruebas falsas".
En la causa Tarantini también fueron condenados a penas de entre seis
y siete años de cárcel los policías bonaerenses Daniel Diamante, Antonio Gerace y
Carlos Gómez, hombres de confianza de Bernasconi, mientras que recibieron condenas
superiores a los tres años, de cumplimiento efectivo, las testigos Samantha Farjat y
Julieta La Valle, estrellas fugaces de la TV que terminarán en prisión si el fallo queda
firme.
Guillermo Coppola, luego de estar 48 horas prófugo, se entregó el 10
de octubre de 1996 y estuvo preso 97 días. En enero de 1997, la Cámara de Apelaciones de
Mar del Plata resolvió dejar en libertad al representante de Diego Maradona, al advertir
gruesas falencias en la causa. Antes del ocaso, Bernasconi concedió decenas de reportajes
en los cuales hizo afirmaciones rotundas sin aportar pruebas que certificaran sus dichos.
"En el fútbol circula mucha droga", fue una de las tantas.
El juez de Dolores nunca dio un paso atrás y cuando Coppola quedó
libre sólo se lamentó por el fracaso de lo que, según él, pudo ser "el inicio de
una cruzada contra la droga". En algún momento, Bernasconi llegó a decir que la
DEA, la agencia antidroga de los Estados Unidos, le había aportado datos que vinculaban a
Coppola con el narcotráfico internacional, pero las supuestas pruebas no sirvieron para
convencer a los jueces de los tribunales orales.
En diciembre de 1997 el juez federal Gabriel Cavallo solicitó el juicio político de
Bernasconi, quien se defendió diciendo que era una víctima "de la mafia de la
droga". El juez de Dolores terminó acusado de asociación ilícita, privación
ilegítima de la libertad, prevaricato (dictar fallos en contra de lo que dice la ley) y
otros delitos. En octubre del año pasado fue destituido por el Senado y en ese mismo
momento pasó a la clandestinidad para eludir el pedido de captura librado en su contra.
Lo único que le queda, de la época de gloria, es su romance con la periodista Alicia
Barrios.
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