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Por Julio Nudler La cajita de Claudia Bello está convirtiéndose en el recipiente de por los menos dos investigaciones en marcha, impulsadas por la Sigen y por la Oficina Anticorrupción. Los dos hipotéticos delitos bajo análisis son la malversación de caudales y la violación de deberes de funcionario público. Lo que se le endilga a la ex secretaria de la Función Pública es haber pagado 9 millones por un paquete de materiales atinentes al Efecto 2000 cuyo verdadero costo no debió llegar a los 5 millones. En la Sindicatura se presume que Bello pagó con este contrato, cerrado a toda prisa, deudas de sus sucesivas campañas políticas, cuya gráfica resulta llamativamente similar, como si hubiese sido realizada por los mismos diseñadores. No olvidan que la ex militante de la JP libró tres batallas al hilo (para presidir el PJ Capital en setiembre de 1998, por la candidatura a la senaduría porteña el 11 de abril de 1999 y por una banca de diputada nacional el 24 de octubre), perdiendo todas. Ayer, ocho días después de que Página/12 revelara el escándalo surgido en torno de Argentina 2000 preparada, la ya célebre caja que contiene diversos materiales propagandísticos, incluyendo un video y un afiche de la Cruzada 2000, Bello distribuyó un comunicado en el que afirma que el costo final de todas estas acciones (se refiere aparantemente a la caja), luego de haberse realizado un concurso de precios fue de $ 5.700.000 más impuestos (vale decir que, agregado el IVA, treparía a casi 6,9 millones). Asegura en el mismo texto que la Sigen no efectuó observaciones a sus procedimientos. Este diario pudo comprobar en la Sindicatura, ahora presidida por Rafael Bielsa, que ocurrió todo lo contrario.Por el monto de la operación, Función Pública necesitaba que la Sigen determinara el llamado precio testigo, determinación que tienen a su cargo dos agencias privadas: Bureau Veritas y Swipco. A través del INAP (Instituto Nacional de la Administración Pública), Bello requirió el 12 de octubre la averiguación del precio testigo, acompañando, en una fotocopia sin firma, un somero detalle de la apetecida cajita y su contenido. El pedido pretendía una respuesta fulminante, dentro de la misma semana, aduciendo razones de extrema urgencia. Esta había sido causada, según la propia funcionaria, por la falta de recursos presupuestarios, que sólo había superado a último momento. Más exactamente, el 7 de octubre.El 20 de ese mes la Sigen, entonces conducida por María Cristina Benzi, le comunicó a Bello que era imposible proporcionarle el precio testigo con tanta premura, teniendo en cuenta que la caja involucraba 21 items diferentes. De hecho, Bureau Veritas había respondido por escrito en esos términos, mientras que Swipco (hoy ICS) sólo había logrado precios de 13 rubros de un solo oferente, cuando lo normal es contar con tres presupuestos, o como mínimo dos. Además, faltaban items muy significativos, como el costo de distribución de cientos de miles de piezas. Bello adjudicó igual el contrato, sin precio testigo (pese a que debía obligatoriamente contar con él), mucho antes que la Sigen lo determinara, el 11 de noviembre, en 4.965.000 pesos.Según las especificaciones técnicas, Bello contrató como renglón único un conjunto llamativamente heterogéneo de elementos. Al mismo proveedor que debía suministrarle, por ejemplo, 300.000 cajas de cartón microcorrugado de 28,30 por 22,00 por 5,00 centímetros se le pedía una base de datos de mailing de periodistas a nivel nacional, y otra de empresas y entidades intermedias (¿nadie cuenta con esas nóminas en el gobierno?). El listado no debió ser excesivamente feliz porque muchas personas, a veces sin sospechar siquiera por qué se las mandaban, recibieron cuatro o cinco cajas.Aunque octubre de 1999 era muy tarde para inducir al público a prepararse ante la entonces temida falla del 2000, la secretaria quería a toda costa el sí de los síndicos para su costosa idea, entre otras cosas para mostrar su cajita en Washington el 5 de noviembre, cuando secelebraba un nuevo Global 2000. Pero en la Oficina Anticorrupción, que preside José Massoni, las pistas que se siguen son mucho más comprometedoras para ella.
Storani y los ATN de Corach El ministro del Interior, Federico Storani, aseguró que parte de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) entregados por su antecesor, Carlos Corach, fueron utilizados para hacer campañas políticas. El ministro precisó que a raíz de una auditoría que se realizó en el Ministerio del Interior a pedido del Presidente, lo que más llama la atención, desde el punto de vista político, es el capítulo de los ATN, un rubro por el que Corach dispuso, sólo en el último año, de alrededor de 400 millones de pesos para repartir en forma discrecional. Aunque aclaró que la responsabilidad del ministro termina con la entrega de los ATN a las provincias, porque así lo marca la ley, Storani consideró importante saber el destino final de esos fondos porque hay algunos que fueron mal utilizados, como por ejemplo los que fueron para las fundaciones que los usaron para hacer campañas políticas. Storani mencionó el caso de una fundación de Entre Ríos vinculada con dirigentes del PJ, un caso que fue revelado por Página/12. Tenemos casos muy curiosos: en Entre Ríos, un ATN que habría ido a una concejal justicialista de Paraná por un millón de pesos, y el domicilio de la fundación coincidía con su domicilio particular. Es obvio que no puede subsidiarse a una persona ni a una fundación de carácter particular, así que eso fue usado como proselitismo político, detalló el ministro.Storani remarcó que la responsabilidad del ministro por la ley concluye al momento de entrega a las provincias, pero juzgó necesario hacer el estudio de la cadena de quién sabía exactamente a quién se entregaban subsidios, como los ATN, para la emergencia, que eran desviados para otro tipo de fines.
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