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Así como Heloisa Eneida se inmortalizó como la Garota de Ipanema, Rosimari Moura Costa podrá ser recordada por futuras generaciones como la mujer que, sin otras armas que su propia voluntad, derrotó la absurda prohibición de hacer topless... nada menos que en las playas de Río de Janeiro. Rosimari se convirtió en heroína el domingo, cuando se rebeló ante rudos hombres de la Policía Militar que, armados con fusiles, le ordenaron poner el corpiño en su lugar. La mujer se negó y fue a parar a la cárcel, junto a su esposo. El episodio generó una polémica nacional, que convirtió en especialistas en topless tanto a locales como a turistas extranjeros. Mientras la gente le pide a la policía que se dedique a prevenir el delito, el gobernador de Río, Anthony Garotinho, decidió ayer ponerle punto final al debate, al garantizar esa práctica en las playas cariocas. Sólo mira el que quiere mirar, dijo, en alusión a los que pueden molestarse por la exhibición de los senos al sol. Hasta ahora, el topless en las playas de Río estaba circunscripto a los lugares más exclusivos, frente a los hoteles de lujo. Y si bien las bikinis pueden reducirse a su más mínima expresión, tomar sol con el torso desnudo no es un hábito de las cariocas sino más bien de las turistas europeas. La polémica, en rigor, se había iniciado hace una semana, cuando el comandante de la Policía Militar, Mauro Texeira, recordó que no estaba permitido el nudismo y ni siquiera el topless en las arenas de la ciudad. La advertencia sonó absurda en un lugar donde las estrellas de las escolas do samba acostumbran a desfilar en carnaval con el torso desnudo. Lo mismo les pareció a las bañistas de Recreio dos Bandeirantes, una playa de moda ubicada al oeste de las célebres Copacabana e Ipanema. El domingo por la tarde, efectivos de la Policía Militar que recorren la playa con remera, bermudas y pistola a la cintura detectaron a cuatro mujeres que, en actitud peligrosa, tomaban sol sin la parte superior de su bikini. Las cuatro fueron intimadas a cesar su conducta. Pero una de ellas, Rosimari Moura Costa, de 34 años, se resistió. Su marido, Antonio Saraiva de Almeida, de 63, se convirtió en cómplice de la rebelde, lo que obligó a los policías a pedir refuerzos. En total, unos 20 efectivos de la PM, armados con fusiles, no alcanzaron para que Rosimari se pusiera el soutien. La pareja fue llevada a prisión, en medio del escándalo que se generó en la playa.La reacción política no tardó en llegar. La policía tiene misiones más importantes, no puede andar perdiendo tiempo con pavadas, dijo el coordinador de Seguridad Pública de Río, Luiz Eduardo Soares. En el final del siglo XX no tiene sentido alguno reprimir un topless, agregó el funcionario. El responsable de la seguridad carioca ya dio indicaciones a los comandos de la PM para que no cometan más errores de interpretación de las leyes. Pero, a pesar de las indicaciones, el comandante Texeira parece obstinado con su misión: justificó la acción de sus hombres al sostener que exhibir los pechos es un acto obsceno, previsto en el artículo 233 del Código Penal. Explicó que la acción de la policía fue motivada por las quejas de familias que estaban en la playa. De las cuatro mujeres que hacían topless, apenas esa señora no atendió al pedido. Fue muy extraño su comportamiento, argumentó el comandante. Convencido de la nobleza de su cruzada, Texeira desafió: Vamos a continuar pidiendo a las que estuvieren en topless que se recompongan, porque los senos son partes íntimas y exhibirlos también es desnudez.Para el consejero de la Orden de Abogados de Brasil, Lauro Schuch, que alguien vaya preso por hacer topless linda con lo absurdo. Si se tuviera que aplicar la ley al pie de la letra, la policía debería apresar a la mitad de la tribuna en un día de juego en el Maracaná, ironizó el abogado. En primer lugar explicó, tenemos una ley obsoleta. Y nuestro poder público no tiene una referencia para saber qué es obsceno y qué no.Según Schuch, el código debe ser revisado porque no refleja el sentimiento de la moral colectivo.Mientras el secretario de Medio Ambiente, Mauricio Lobo, estudia la creación de una playa nudista en los 56 kilómetros de la costa carioca, la violencia con que actuó la policía escandalizó a los miles de turistas extranjeros que veranean en esas playas. La española Ana Castillo, por ejemplo, no puede entender cómo en Brasil todas las nalgas pueden estar al aire mientras que la parte de arriba debe permanecer vestida. La italiana Sara Calabrese, que odia las marcas blancas que le deja la parte superior de su bikini, se preguntó: ¿Por qué no cuidan de los asaltos, del tráfico de drogas y protegen mejor a los turistas? Me pregunto si no estaremos en un país de musulmanes.
AUNQUE NO HAY UNA PROHIBICION EXPLICITA En Argentina aún se atreven pocas En las playas argentinas, el topless sigue siendo un espectáculo de difusión limitada. En la costa atlántica, las lolas al viento ni siquiera son mayoría en Playa Franka, el balneario seminudista que tanto ha promocionado Moria Casán poniéndole el pecho a las críticas. Antonio Fraiese, socio de la vedette y de Luis Vadalá en la explotación de esa playa inaugurada en la temporada 1993/94, dijo a Página/12 que unas 1500 personas concurren este año diariamente al lugar, aunque apenas el 20 por ciento de las mujeres hace topless. Como dato positivo, aseguró que es un lugar familiar donde prevalece el respeto y nunca podría ocurrir algo similar a lo de Brasil. Sin embargo, las crónicas policiales marplatenses recuerdan, hace cinco años, un pequeño gran revuelo en la playa Bristol cuando una rubia se desabrochó el bretel. Hubo escándalo, algunos insultos, llegó la policía, pero lo único que hicieron fue invitarla a que se retirara, con el corpiño de la malla puesto, recordó un periodista del diario El Atlántico de Mar del Plata que tuvo que cubrir la nota sobre el destete. En el país no existe ninguna prohibición expresa que impida el topless, aclaró Raúl La Rocca, desde hace 50 días director de Turismo de la Municipalidad de Mar Chiquita, en cuya jurisdicción está Playa Franka. Una playa nudista podría ser censurada, pero el topless está permitido, corroboró La Rocca. Una visión algo distinta tiene Carlos Ugarte Mendía, de la Dirección de Turismo de Pinamar, donde el topless no ha sido legalizado por ninguna Moria. No hay prohibición, pero nunca hubo topless en las playas más concurridas. Hay mujeres que lo practican, pero en las zonas alejadas, donde va muy poca gente. Ugarte Mendía coincidió en que no existe ninguna disposición expresa que impida a una mujer mostrar sus pechos en la playa, pero descontó que si alguien lo hace en un lugar muy concurrido seguramente tendrá problemas con los edictos policiales o con lo que dice el Código Penal en lo que respecta a las exhibiciones obscenas. Xavier Marcone, propietario de una conocida inmobiliaria marplatense, fue cinco años presidente y hoy es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Fomento del Puerto. En 1997 encabezó una suerte de cruzada para lograr la autorización expresa del topless en las playas de Mar del Plata, apelando a una argumentación práctica: Es una forma más de incentivar el turismo y nuestra ciudad no debe estar alejada de las costumbres veraniegas del turismo internacional. En diálogo con este diario, Marcone aclaró que la entidad que entonces presidía presentó cuatro proyectos con el mismo fin, incluido el del topless, que en definitiva fue el único que tuvo repercusión a nivel nacional. Sin embargo, a pesar de la difusión periodística, el Concejo Deliberante de General Pueyrredón nunca aprobó el proyecto, que sigue archivado, porque entraron a pesar una serie de inhibiciones y temores por un efecto negativo sobre el resto de la población. Fraiese es optimista respecto del futuro de Playa Franka. Año a año son más las personas que se atreven a venir, desde niños hasta mujeres de más de sesenta años, algunas de las cuales hacen topless con total naturalidad. La Rocca, por su parte, consideró que ver a una mujer con los pechos al aire no es ofensivo, todo lo contrario, es hermoso. Y se mostró sorprendido por el episodio en Brasil, país en el que vivió muchos años y en el cual hasta en los folletos de propaganda del ente oficial de turismo hay mujeres haciendo topless, como una forma más de promoción.
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