Página/12 en Chile
Por Pablo Rodríguez Desde Santiago Anteayer fue el
día del protocolo: las entrevistas, las visitas de la ocasión y los saludos de los
mandatarios extranjeros. Pero ayer el presidente electo de Chile, Ricardo Lagos Escobar,
comenzó a delinear, anunciar y palpar las líneas futuras de su gobierno. En la mañana,
se reunió con los presidentes de los partidos integrantes de la Concertación
oficialista. Y luego se reunió durante una hora con el presidente Eduardo Frei en el
Palacio de la Moneda. Algunas de las 300 personas que se aglomeraron frente al edificio,
al grito de A la Moneda otra vez, pudieron entrar en el Palacio cuando los
carabineros abrieron el vallado, y asistieron a un exclusivo mensaje de Frei y Lagos en el
patio central del palacio. En medio de las dos actividades, Lagos dio una extensa
conferencia de prensa, mostrando el traje que le sienta más cómodo: el de estadista,
detrás de un púlpito, explicando. El presidente electo de Chile habló de todos los
temas: desde el caso Pinochet hasta la perspectiva de integración del país en
Latinoamérica, y desde su pasado en el gobierno de Salvador Allende a este escenario
nuevo donde él mismo anuncia que hay que llegar a acuerdos con la derecha. El
lugar de la conferencia de prensa fue el Instituto Nacional, donde Lagos cursó sus
estudios secundarios. Los he convocado aquí porque esta institución es un símbolo
de lo que es la educación pública, anunció. Volvió a agradecer el gesto del
candidato de la derechista Alianza por Chile, Joaquín Lavín, de ir a saludarlo muy
temprano en la tarde del domingo e iniciar así lo que parece ser una nueva relación
entre la derecha, que hasta hace poco representaba la defensa irrestricta de la dictadura,
y la Concertación, que había nacido para derrotar al régimen de Pinochet. Lagos le
ganó a Lavín con más de 2,5 puntos de diferencia, pero la derecha creció más de 10
puntos respecto de las elecciones presidenciales de 1989 y 1993. Ahora los comicios
presidenciales dejaron al país electoralmente partido en dos, con dos propuestas de
gobierno que terminaron pareciéndose mucho. Creo que la derecha y nosotros tenemos
una visión distinta de la sociedad, pero en la solución de determinados temas concretos
podemos llegar a algunos acuerdos, reconoció ayer el presidente electo. En la lista
de urgencias de Lagos, lo primero es la reforma laboral, que en la campaña para la
primera vuelta había generado una fuerte controversia entre la derecha y la
Concertación. No podemos tener flexibilidad laboral sin tener al mismo tiempo un
seguro de desempleo, sentenció.El presidente electo también se refirió a otros
temas de la próxima agenda que son un poco más delicados: reformas a la Constitución
vigente, sancionada por Pinochet en 1980, y la posibilidad de juzgar al ex dictador.
Hay reformas constitucionales sobre las cuales creo que es posible llegar a un
consenso. El presidente de la UDI (Unión Demócrata Independiente, el partido de Lavín),
Pablo Longueira, dijo que estaba dispuesto a avanzar en reformas constitucionales. Ojalá
sea así, declaró. Y hasta se animó a sugerir que debe reformarse el artículo
constitucional que establece que el presidente no puede remover a los jefes de las Fuerzas
Armadas. Lagos reiteró que el juicio a Pinochet en Chile es una cuestión
judicial, y advirtió que razones humanitarias hay para todos, y sobre todo
para aquellos que esperaron 26 años para saber dónde están los que hoy no pudieron
votar.En cuanto al inédito entendimiento entre la derecha y la Concertación, la
Cámara de Diputados se reunió ayer, en su sede de Valparaíso, en mediode abrazos y
saludos. El diputado de la derechista Renovación Nacional (RN), Víctor Pérez,
reconoció que ya comenzaron a discutir puntos sobre reformas laborales y las agendas
futuras para educación y salud. Y el propio Lavín se acercó ayer a Valparaíso para
acomodar a la tropa respecto de este incipiente acercamiento. Entretanto, el
diputado de RN Maximiliano Errázuriz y el diputado del oficialista Partido por la
Democracia, Nelson Avila, le dieron forma simpática al acercamiento. Avila y Errázuriz
habían hecho una apuesta antes de las elecciones y ayer el legislador oficialista se la
cobró. En la peatonal céntrica de Paseo Ahumada, Errázuriz le lustró los zapatos a
Avila, quien le tiró 100 pesos de propina (20 centavos de dólar).La Constitución del
80 contiene un conjunto de normas derivadas del proyecto de Pinochet de instituir
una democracia protegida. Entre ellas figuran un sistema electoral binominal,
que favorece a la segunda minoría (en este caso, la derecha), varias prerrogativas de las
Fuerzas Armadas y la institución de nueve senadores designados, más senadores vitalicios
(ex presidentes). El punto que UDI y RN podrían capitalizar políticamente es la
anulación de estos senadores, ya que de todos modos, si Pinochet abandona el Senado y
Frei asume como senador vitalicio, la derecha pierde la mayoría que estos senadores no
electos le garantizaba.En todo caso, la situación es bastante paradojal. El primer
presidente socialista de Chile desde Salvador Allende parece dispuesto a acordar una
agenda común de gobierno con la derecha que apoyó a Pinochet. Lagos mismo respondió a
la paradoja. Soy consciente de lo que significa ser elegido presidente de la
República habiendo colaborado con el gobierno de Salvador Allende. Y a mucha honra que lo
hice. Pero son momentos históricos muy distintos el de 1970 que el del 2000. Y estoy
seguro de que, si todos aquellos que formamos el gobierno de Allende estuvieran vivos,
estarían aquí colaborando con nosotros.
Y cómo entrar al Mercosur En la conferencia de prensa ofrecida ayer en el Instituto Nacional, el
presidente electo Ricardo Lagos, dedicó una parte a explicar su posición frente al
Mercosur. En el pasado, nuestro país ha hecho su política exterior sin atender a
su inserción en América latina, explicó. Aspiro a que, en mi gobierno, Chile se
convierta en un miembro pleno del Mercosur, y que el Mercosur adquiera un status
político. Y esto implica también que el Mercosur establezca un mecanismo para resolver
sus diferencias internas. No es posible que cuando un país tiene que devaluar, el tema se
resuelva a través de llamadas telefónicas, completó. |
La victoria electoral en clave
politológica
Por P.R.
Por
primera vez desde el fin de la dictadura en 1989, Chile se dividió en dos mitades casi
iguales en elecciones presidenciales. Para la Concertación, fue el llamado de alerta
hacia una renovación, pero también será el inicio de disputas internas. Para la
derecha, es la consagración de Joaquín Lavín pero también la incógnita de un futuro
donde los partidos parecen menos fuertes que su candidato. En este nuevo escenario,
además, la Concertación y la derecha acercaron como nunca sus discursos. De estos y
otros temas, Página/12 dialogó con el sociólogo Tomás Moulián y con Alfredo Joignant,
investigador del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile.
¿Qué votos captó
Lagos para desempatar el resultado de la primera vuelta? Para ambos analistas, es difícil
llegar a una conclusión. Moulián asegura que Lagos obtuvo gran parte del tres por
ciento del Partido Comunista y con eso sacó la diferencia sustancial. Para
Joignant, sólo una parte del voto comunista fue a Lagos. El resto puede estar en
varios lugares: votos que sacó a Lavín, los que se agregaron a la primera vuelta,
etc..
¿En qué medida se
están acercando las posiciones, antes irreconciliables, entre la derecha y la
Concertación? Lagos reconoció a su igual en la derecha, Lavín, como si se tratara
de un acto de la política norteamericana, dice Moulián. Pero a partir de
ahora comenzará a regir la lógica de los partidos. Y allí los discursos quizás vuelvan
a diferenciarse. Pero el acercamiento es indudable, completa. El fenómeno
Lavín respondió a una crisis económica muy profunda, el desgaste de la Concertación y
el estilo tecnocrático impuesto por Eduardo Frei, interpreta Joignant. Esto
generó una reubicación del discurso de Lagos, pero no es seguro que la derecha y la
Concertación se acerquen mucho más.
¿Es posible que ese
acercamiento derive en una reforma de la Constitución? Moulián y Joignant coinciden en
que la derecha aceptará reformar la Constitución, pero sólo en cuanto a los
senadores designados, afirma Moulián. No van a proponer ninguna reforma al
sistema electoral binominal, porque por ahora los favorece. A la larga, igual, tendrán
que aceptar esa reforma. Se puede decir que empezó la hora de la democratización de la
Constitución, anuncia Joignant.
¿Cuál es el futuro
de la derecha? Si Lagos cambia el estilo de gobernar, si da un giro republicano,
más a la francesa, se socavan las bases de sustentación de Lavín. No desaparecen, pero
va a ser muy difícil que pueda repetir esta elección, opina Joignant. Por
otra parte, la UDI (Unión Demócrata Independiente) y RN (Renovación Nacional) no pueden
sacar en elecciones municipales y legislativas el casi 49 por ciento que sacó
Lavín, asegura. Para Moulián, Lavín dirigirá la campaña para concejales,
será alcalde de una comuna popular, quizás La Florida, y va a intentar formar un partido
populista conservador. Pero si hace eso, según Joignant, RN va a dar
pelea.
¿Cuál es el futuro
de la Concertación? La Concertación va a iniciar un proceso de disputas internas,
no por puestos de poder, sino por definir su proyecto general. Hay un sector del Partido
Socialista que cree que la Concertación decreció y la derecha creció por no haber hecho
los cambios necesarios en el modelo, tanto en materia económica como política,
pronostica Moulián. En cambio, para Joignant, la tensión se dará entre los que en Chile
llaman, estrambóticamente, autoflagelantes y autocomplacientes.
Para los primeros, luego del mal resultado de las elecciones legislativas de 1997,hay que
revisar los acuerdos básicos de la Concertación. Los segundos piensan que no debe haber
ningún cambio. La situación es terrible. El sector de los autocomplacientes,
liderados por Eugenio Tironi, quedó como ganador de la elección. Y si no se da ya un
debate de alto nivel sobre las líneas generales de la Concertación, entonces la
coalición se va a hundir, resume Joignant. Los dirigentes de la Concertación
se dieron cuenta de que deben conectarse con las organizaciones de base, hacer trabajo
local, mantener partidos articulados en todo Chile y hacer política no sólo en época de
elecciones. Si no lo hacen ya, la Concertación desaparece, sentencia Moulián.
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