OPINION
Elegir las batallas
Por Enrique M. Martínez * |
La discusión de las reformas
a la legislación laboral está derivando hacia una polémica sobre las organizaciones
sindicales, donde se mezclan las estructuras con las personas, en un empaste creciente y
peligroso. Nada es más fácil que operar sobre el desprestigio social de la cúpula de la
CGT. Pero a la vez nada sería más injusto que usar ese desprestigio para aumentar los
prejuicios que los trabajadores argentinos han debido soportar los últimos diez años.Con
la historia de despojos, un cambio sólo tiene un sentido si mejora la situación de los
trabajadores, fortalece sus organizaciones sindicales de base y fortalece la existencia de
un Ministerio de Trabajo independiente de las presiones empresarias. Quienes fuimos
convocados a analizar esta legislación en el Ministerio creemos haber acordado un avance
en esa dirección. La simplificación de las registraciones laborales, la creación de un
ámbito de arbitraje oficial, los convenios por empresa por participación del sindicato
nacional, una acción enérgica para hacer cumplir la jornada de ocho horas, son
iniciativas adecuadas. El resto de las cosas, como la extensión del período de prueba,
deben ser acotadas para evitar que se conviertan en pantallas de abusos. Seis meses de
prueba es demasiado tiempo en el actual mercado de trabajo.Quedarán pendientes varias
cuestiones. La actualización del salario mínimo es la más gruesa, como señal
inequívoca de una actitud de reparación popular básica. También la definición de una
línea clara de negociación con las cúpulas sindicales. Cuando Hugo Moyano reclama una
devaluación, no dice algo imprudente o insensato, dice algo equivocado. Nuestra
responsabilidad es explicarle a él y a sus compañeros en qué consiste el error y en
todo caso, sostener un debate. Cuando Rodolfo Daer dice que la legislación proyectada va
contra los trabajadores, hay que invitarlo a un análisis público del tema; si hay algún
punto que sea objetable, corregirlo y de lo contrario pedirle un cambio a él. Así
siguiendo. La única vía para alcanzar la democracia sindical en la Argentina pasa porque
la clase política nosotros creamos que la legislación sindical debe proteger
a la parte más débil los trabajadores, pongamos ese axioma en blanco sobre
negro y luego lo discutamos con todo el que quiera hacerlo. Las cúpulas sindicales
corruptas y antipopulares sólo crecen cuando la política oficial también lo es. Las
batallas argentinas pendientes son contra la pobreza, el desempleo, el contrabando. No
contra los sindicalistas. Ellos representan los intereses de los trabajadores, con variado
grado de legitimidad, pero en todo caso mucho mayor que el que puede exhibir Domingo
Cavallo.* Diputado nacional de la Alianza. |
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