Por Eduardo Videla El debate
(sobre la despenalización del consumo de drogas) debe estar permanentemente abierto. Pero
no se pueden adoptar decisiones aisladas: si se dan las condiciones, el tema debe ser
resuelto en los foros internacionales, dice Lorenzo Cortese, flamante secretario de
Programación de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico. Hombre
del riñón de Federico Storani, diputado entre 1983 y 1991, autor de la actual Ley de
Estupefacientes, este cordobés de 57 años asumió ayer esa área
dependiente de la Presidencia que tendrá este año un Presupuesto inferior en
un 30 por ciento a la que manejó su antecesor, Eduardo Amadeo. En una entrevista con
Página/12, Cortese afirmó que su gestión tendrá como eje la prevención y no la
asistencia, propuso perfeccionar la acción conjunta de las fuerzas de
seguridad en el decomiso de drogas y anunció que sus colaboradores serán el
especialista en adicciones Alberto Calabrese y el ex legislador Marcos Di Caprio, a cargo
de las áreas de Prevención y Lucha contra el Narcotráfico, respectivamente.
El camarista Leopoldo Schiffrin disparó hace poco el debate sobre la
despenalización del consumo de drogas. ¿Cuál es su opinión?
En principio, hay que hacer cumplir la ley vigente. Pero el tema no puede agotarse.
No es un tema que merezca respuestas dogmáticas sino que debe merecer la respuesta en
cada tiempo histórico. Por lo tanto, el debate debe estar permanente abierto. Pero hoy
hay una legislación universal y en esa línea está estructurada nuestra respuesta
legislativa y hay que hacerla cumplir. No puede haber respuestas individuales. El tema
debe resolverse en los foros internacionales.
En ese caso, le pregunto si la Argentina podría llevar ese tema al debate
internacional.
Lo que digo es que yo no cierro la discusión. Si en algún momento la realidad
histórica me impone otras respuestas, no voy a tener problema en llevar el tema a los
foros internacionales.
El mismo Schiffrin ha dicho que en la actualidad se castiga más al que consume o al
pequeño dealer que a los verdaderos traficantes.
No, las escalas penales marcan indiscutiblemente cuál es el nivel del bien
jurídico protegido. El narcotráfico tiene penalidades elevadísimas en la Argentina,
más allá de las evaluaciones que se puedan hacer sobre los niveles de procedimientos y
las cuantías de los secuestros de droga. Ese es otro tema. Pero, legislativamente, tiene
un marco punitivo que es elevado.
A diez años de la sanción de la ley de drogas, que en su artículo 14 sanciona con
penas de un mes a dos años el consumo personal, ¿cree que es necesaria alguna
modificación?
No se sanciona al consumidor sino que se ilegaliza la tenencia para el consumo. Creo
que el tema debe abrirse en la consideración y al debate, pero indiscutiblemente lo que
está sancionado como tenencia no es la búsqueda del tenedor en sí mismo sino de la
prevención general de cualquier normativa prohibitiva: disuadir conductas. La propia ley
hace un giro de 180 grados cada vez que se abre un proceso para alcanzar de manera
inmediata su suspensión y la aplicación de medidas de recuperación, si correspondieran.
Pero esto, en general, no se cumple.
Ahí está seguramente el déficit, en no haber alcanzado el objetivo que la
legislación pretendió, medido en términos de procedimientos y de eficacia en la
aplicación de la norma. Por eso, hay que seguir con mucha atención este fenómeno,
mantener el debate abierto.
¿Por qué cree que hay tan baja cantidad de decomisos de drogas en los últimos
tiempos?
Creo que es necesario perfeccionar la acción de conjunto de las fuerzas de
seguridad. Se necesita una buena actividad en ese sentido. También es imprescindible la
moralización desde el propio Estado paraconstituir un vallado ético contra la droga, que
es la política de la Presidencia de la Nación en estos días. Eso nos va a legitimar
para mejorar el nivel cuantitativo de los procedimientos y alcanzar mayor éxito que los
actuales.
¿Propondrá usted alguna mejora en la legislación?
La vamos a considerar, y no va a estar exenta de esta responsabilidad la
secretaría, porque va a haber áreas específicas que van a estar abocadas a este tema.
Pero es una responsabilidad legislativa. Cuando sancionamos la legislación dijimos que,
por la dinámica de este tema, íbamos a tener que hacer modificaciones en cinco años.
Las modificaciones se han producido, no han sido relevantes ni significativas. El
Parlamento argentino ha creído que la legislación debe mantenerse vigente. Hay sí en
tratamiento un aspecto muy específico que es el lavado de dinero, en el que vamos a dar
nuestra opinión cuando se trate el tema en el Congreso.
¿Está de acuerdo con ese proyecto?
Pese a que fuimos el quinto país en el mundo en castigar el lavado de dinero, con
la ley de mi autoría, creo que es oportuno que se actualice la legislación. Es necesaria
la creación de un organismo fiscalizador que centralice la información sobre operaciones
financieras. Luego habrá que discutir si debe depender del Banco Central o tiene que ser
autónomo.
¿La Argentina dejó de ser un país de tránsito para convertirse en consumidor?
La Argentina sigue siendo un país de tránsito, pero ha crecido el consumo. Casi el
3 por ciento de la población, según las estadísticas, consume drogas. No estamos a la
altura de los países de alto consumo, pero es un problema que debemos resolver. La
realidad de angustia que viven los jóvenes tiene mucho que ver con este tema.
En algunos países de Europa y en Canadá se aplican programas de reducción de
riesgos para los adictos, enfocando el problema desde un punto de vista más sanitario que
penal. ¿Se puede hacer algo de esto aquí?
Nosotros preferimos avanzar en una tarea muy sólida en materia preventiva. Vamos a
cambiar el perfil de la secretaría: no creemos que las inversiones más importantes deban
desarrollarse en materia asistencial. Por el contrario, vamos a hacer un gran esfuerzo
para que toda la tarea preventiva pueda alcanzar eficacia en disuadir estas conductas y
llegar a los sectores más bajos de la sociedad en cuanto a edad, para neutralizar el
crecimiento de las drogas en el país. Vamos a producir una capacitación muy fuerte de
efectores de la educación en todo el país para que éste sea el camino más útil en
este objetivo.
Hasta ahora, todas las campañas preventivas que se implementaron han fracasado.
¿Cuáles serán las características de la que usted propone?
Su generalidad, la alta capacitación de los efectores y el profesionalismo en su
implementación.
Le pregunto si tiene una idea sobre cómo debe ser una campaña de difusión
pública.
Lo único que puedo decir, por ahora, es que va a haber campañas de difusión
pública, que van a contener una alta profesionalización en cada uno de sus mensajes.
Diego Maradona participó hace unos años de una campaña de prevención del consumo
de drogas. ¿Cómo ve usted ahora la situación en la que está envuelto?
Es un hombre con un alto compromiso en su salud y espero que tenga suerte en el
tratamiento que ha emprendido. Ojalá que el acompañamiento familiar y la ciencia puedan
salvarlo del trance que está viviendo. En cuanto a su participación pública en aquella
etapa, creo que la incorporación de figuras públicas para la lucha contra este flagelo
debe pasar por aquellos que pueden exhibir el mejor de los comportamientos como el ideal
que los jóvenes deben hacer propios.
¿Lo que le ha ocurrido a Maradona puede ser de alguna manera aleccionador para la
gente con adicciones?
Si es así, será el precio que Maradona pagó para disuadir este tipo de conductas.
Yo rescato de Maradona los mensajes últimos, cuando dice: Yo soy un luchador contra
la droga. Quiero que mis hijos y la juventud no se vinculen con la droga. La droga estaba
ahí, yo la tomé, que otros no la tomen. No es un mal mensaje.
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