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El Kremlin ya tiene una coalición en la Cámara de Diputados (Duma) para apoyar su guerra en Chechenia. Su composición probablemente no será del agrado de Occidente. El partido oficial "Unidad" se alió el martes con los partidos comunista y ultranacionalista, lo que en conjunto puso una mayoría parlamentaria intocable detrás del presidente interino (y ex jefe del KGB) Vladimir Putin. La maniobra indignó a los partidos liberales, que junto con el partido Patria--Toda Rusia crearon ayer un frente opositor. Pero la vulnerabilidad de Putin no parece encontrarse en la Duma sino más bien en la guerra que desató en Chechenia. Allí el Ejército ruso parecía estancado tras sus avances del martes en la capital, Grozny. Impertérrito, el subcomandante regional, general Guennadi Troshev, vaticinó que la fase activa de la guerra terminaría para el 26 de febrero. La maniobra del martes en la Duma, según revelaron ayer fuentes del Kremlin, fue en gran medida para debilitar al ex premier Yevgueny Primakov, miembro del partido Patria--Toda Rusia. Primakov fue en un tiempo el favorito para las próximas elecciones presidenciales rusas, pero luego del vertiginoso ascenso de la popularidad de Putin decidió intentar obtener la presidencia de la Duma. Fue la movida del Kremlin para evitarlo lo que precipitó la crisis del martes. Putin ordenó a los diputados de Unidad que apoyaran la reelección del comunista Guennady Selezniov. Los ultranacionalistas y los grupos Agrario y Diputados del Pueblo se sumaron al campo oficialista, sumando un total de 287 de los 441 escaños de la Duma. La nueva coalición eligió a Selezniov sin debate ni voto secreto. Para ese entonces la formación del bloque opositor ya era un hecho. Primakov retiró su candidatura y su persona de la Duma apenas oyó sobre la alianza oficialista. Lo siguieron los diputados de los partidos liberales Yabloko y Unión de Fuerzas de Derecha y los del partido Regiones de Rusia, un total de 137 escaños. Con el objetivo de atacar la "mayoría obediente y agresiva" oficialista, estos partidos boicotearon ayer la reunión del Consejo de la Duma (que decide las designaciones a los comités parlamentarios) y formaron un consejo propio para coordinar sus esfuerzos. Washington respondió con cautela hacia la nueva coalición cuya corona es la alianza Kremlin-PC. El portavoz del Departamento de Estado, James Rubin, se limitó a afirmar que juzgaría al gobierno por la legislación que promoverá "más que por supuestas alianzas". Pero parece poco probable que el gobierno ruso se ocupe de algo en las próximas semanas que no sea Chechenia. Allí, las señales dejaron de ser uniformemente positivas para Rusia. Es que luego de su dramático avance del martes en Grozny, que llegó a la plaza Minutkin en el centro de la ciudad, ayer los rusos no lograban ampliar sus conquistas. "No llegaremos tan fácil, estamos contra todo un ejército", explicó un oficial. Otro describió las dificultades de luchar en una ciudad donde "cada casa es una fortaleza". De hecho, el comandante checheno Mumadi Saidáyev aseguró que los guerrilleros tenían lista una gigantesca emboscada para cuando "las tropas rusas se adentren de lleno en las calles del centro". Al margen de los combates, ayer se dieron a conocer una serie de iniciativas diplomáticas para resolver pacíficamente el conflicto. Según el jefe del gobierno checheno pro-ruso en el exilio, Malik Saidulayev, un grupo de "conocidos e influyentes comandantes de campo" guerrilleros estaban negociando en Moscú con el gobierno ruso. Saidulayev también afirmó que, por su parte, él se reuniría con las autoridades guerrilleras de Grozny el 24 o 25 para negociar un acuerdo. También en Moscú, una delegación iraní ofreció ayer al canciller ruso Igor Ivanov al gobierno iraní como mediador. El vicecanciller iraní Mohammed--Yavad Zarif explicó que "Irán tiene un interés especial y está preparado para ayudar a poner fin a la crisis chechena".
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