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Por Jorge Garayoa Al nacer en 1978, ATC regaló la TV color: muchos estudios, gran equipamiento, profesionales talentosos, una empresa exitosa. Pero por desgracia, en la Argentina el tiempo también pasa y ATC llegó a ser casi siempre un coto de caza, un canal del gobierno y no del Estado, un vergel de corrupción. Salvo algunas gestiones, como las de Gorostiza y Merellano, sus funcionarios se dedicaron a la sistemática tarea de destruirlo, aunque, a pesar de todo, ATC fue capaz de generar productos memorables. Con el 2000 llegó la intervención a ATC, que recibió un espanto. Un canal estatal manejado en forma comercial, pero muy deficitario. Negociados impunes, ñoquis abundantes, programas lamentables, coproducciones sin control por las que ATC recibe migajas. Y un rating histórico: promedio de 0,5 (quien en 1999 lograba 1 punto era considerado una aleación milagrosa de Tinelli y Suar). Pero, a horas de iniciarse el intento de resurrección del canal, surgieron denuncias lapidarias contra la flamante cúpula. Dos programas afirman haber sido discriminados. Algunos bailanteros indignados .-liderados por un miembro del sindicato de músicos cuya energía linda con la prepotencia.- divulgan un hecho al que ubican en la cima del autoritarismo: durante la emisión de Milenio Tropical (domingos, 13 hs) ATC saca un cartel en el que aclara que se ve obligado a emitir el programa debido a compromisos contractuales de la gestión anterior.No estaría de más preguntarse por qué la gestión estatal en retirada (empleados de una ciudadanía que ya no quería que ejercieran esa función) contrajo compromisos que se extendían más allá del día en que dejaban sus puestos. Pero surgen otras dudas: ¿Por qué a los denunciantes no les importa que otros programas no sigan en ATC, pero cuando su propio trabajo (o negocio) termina gritan que son discriminados? ¿Por qué los bailanteros aseguran que pagan al canal una enorme suma, cuando luego se conoce que abonan sólo $ 15.000 por mes, muchísimo menos de la imaginativa cifra divulgada y de lo que ganan por publicidad de tanda, chivos, promoción, etcétera? Más allá de la carga emocional que se explota con la palabra, ¿discriminar no significa acaso diferenciar, excluir a A y quedarse con B? ¿No se vive discriminando? Y pobre del que no lo haga, sería una esponja que absorbe lo que venga. ¿No discriminan los mismos bailanteros cuando eligen cantar un tema en lugar de otro, porque suponen que el público va a tener una actitud discriminatoria al comprar una canción y desechar la restante? En diálogo con Página/12 Rodolfo Hermida, gerente de producción y operaciones de ATC, contesta estas preguntas: El ataque es injusto, arbitrario, de mal gusto, calumnioso, ofensivo, falso. Milenio Tropical es el único programa de la administración anterior que sigue porque tiene un contrato que termina en febrero. No lo levantamos porque no queremos que la comunidad deba pagar un juicio, no nos parece justo. El cartel que pusimos no es discriminatorio, dice la verdad. -.Afirman que Claves para un Mundo Mejor, Un Pueblo y La Fuerza del Campo también son de la gestión anterior y merecerían el cartelito. -.Pero no es cierto. A esos programas los renovamos por contrato, pertenecen a la nueva programación, aunque sea por dos meses. A todos les pedimos que actualicen su estética para entrar en sincronía con lo que va a representar la nueva señal a partir de marzo. -.¿Al canal le gusta o no Milenio Tropical?-.Nos interesa el género popular, bailantero. Yo mismo lo bailo, aunque no me sale tan bien como la cumbia. Pero cuestionamos tres cosas: 1) el playback; nos gustaría que cantaran en directo. 2) La cantidad de chivos, de los que el canal no recibe un peso, era un horror. Un canal oficial no puede permitirlos porque el Comfer los prohíbe. 3) La degradación de la mujer para vender un disco: esto no es moralina, no nos escandalizan los bellos glúteos de una bailarina, al contrario, pero no queremos serpartícipes de esa exacerbación de la mujer como objeto de consumo. Queríamos mejorar el programa. -.¿Ustedes les ofrecieron seguir?-.Varias veces. Pero con las nuevas pautas de realización y comercialización. -.¿Y por qué el escándalo, entonces?-.La productora privada aspira a superar el problema, pero hay una implementación de mala leche por parte del sindicato de músicos. Como percibe mucho dinero, se está poniendo loco con una supuesta defensa de derechos laborales que implica un ataque absurdo a ATC. Y cae en el disparate de amenazarnos con denuncias a organizaciones de Derechos Humanos. .-¿Qué pasó en el programa del 9 de enero?.-Discutieron músicos y camarógrafos, el público presionó, tiraron espuma a las cámaras, se pelearon entre ellos y echaron a un conductor y a un productor. Pero nos acusan a nosotros de echar gente o impedirles la entrada. Incluso, como nos gusta la democracia, permitimos que leyeran su comunicado en el mismo programa. Es más, nuestros técnicos nos pidieron garantías para poder trabajar y que no se dañaran los equipos. -.¿El canal siente que lo están patoteando?.-Sí, pero no vamos a aflojar, y para los que se sobrepasen está la ley. No somos la patota cultural ni ninguna pavada similar, pero nadie nos marca el paso. Luciano Olivera y yo somos profesionales de larga trayectoria, no improvisados. -.¿Qué piensa de lo que dijo Jorge Rial sobre ustedes?.-Rial me parece simpático, es un hombre que sabe hacer bien su juego, pero que no nos tire pálidas injustas, que no se haga cómplice y nos patotée. Hasta su propio panel nos defendió. Si puede hacer su negocio sin perjudicar a otros, ¿para qué se hace el Mauro Viale? Mauro hay uno solo, gracias a Dios. .-¿Por qué se indigna?.-Porque como muchos solían usar al canal, hoy quieren seguir haciéndolo. Recibimos el mandato de arreglar el desastre en que quedó ATC en dinero, en descuido, sin normas ni procedimientos. Nunca se hizo un presupuesto de las coproducciones, nunca se supo la relación costo-beneficio. Y esto la comunidad tiene que saberlo. Muchas coproducciones se llevaban plata que era de ATC y la gente debió pagar impuestos para cubrir ese déficit. Eso es discriminación, la que se hizo con el ciudadano. Antes acá se trabajaba con amigos y ahora también, con una diferencia: antes los amigos de Menem se beneficiaban en dinero y prebendas y ahora, para enero y febrero, a nuestros amigos les pedimos: traé un video, cedeme los derechos y no te garantizo continuidad; doname tu material por ATC, por la patria o por mí, vos elegís. -.¿Quiénes respondieron?-.Muchos. Pramer (América), Imagen Satelital, Mignona, el grupo Cisneros, Arte Canal y la embajada de Francia, el Instituto Goethe, las videotecas, Secretaría de Cultura, Ministerio de Educación, distribuidores privados de TV y cine. Por eso me indigno. Mientras tantos apoyan desinteresadamente el salvataje de ATC, otros nos calumnian por vanidad o afán de lucro.Mientras Hermida corre a apagar un nuevo incendio, se puede pensar en lo redituable que sigue siendo el recurso de apelar a la agresión a los derechos humanos para defender intereses personales. Es cierto que debe terminar la discriminación. Aunque sea de todos, no hay razón para que ATC tenga coronita. También habría que acusar de discriminación a los programadores de América, Azul, Telefé y el 13, que también tienen el descaro de elegir programas de acuerdo a su criterio. Con el mismo derecho, estos canales merecerían un lugar en la grilla antidiscriminatoria.
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