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Por Fernando Almirón ![]()
Ministros, secretarios
y subsecretarios del Gobierno convocados por el Presidente a las 9.45 de
ayer comenzaron a llegar a la quinta de Olivos pasadas las 9.
Apenas ingresaban, los
invitados eran conducidos hasta la sala de conferencias de la Quinta, que
lució nuevo decorado. Desapareció el cartelito que colgaba detrás de la
tarima copiado al que identifica a la Casa Blanca, pero adaptado a Olivos.
También se cambiaron los cortinados de tonos bordó, ahora las telas son
de color gris.
Cuando la sala se encontraba atestada de funcionarios acalorados
dentro de sus trajes en los que todos se enfundaron sin excepción, hizo
su ingreso el Presidente. Pantalón sport, camisa clara con el primer botón
desabrochado, saco liviano y fresco, De la Rúa inició la reunión con la
lectura del resultado de dos encuestas, ambas realizadas por la consultora
Mora y Araujo.
La primera señala un
6 por ciento de crecimiento en la imagen positiva del mandatario desde que
asumió la presidencia. El mismo relevamiento lo instala como el político
con mejor aceptación entre la población metropolitana y del Gran Buenos
Aires. Lo siguen de mayor a menor: Raúl Alfonsín, Carlos Reutemann,
Carlos Ruckauf, Graciela Fernández Meijide, Carlos "Chacho"
Alvarez y Domingo Cavallo. El último lugar lo ocupa el ex presidente
Carlos Menem.
El segundo estudio
revelado por el Presidente está relacionado con la Reforma Laboral a la
que se oponen los líderes sindicales. Según el sondeo, "el 84 por
ciento de los consultados cree que los sindicalistas se oponen al proyecto
de Reforma para defender sus propios intereses" (ver página 9). De
la Rúa agregó: "Ahora sabemos que no debemos sentirnos solos".
Gobierno fuerte, adversario débil.
El Presidente ratificó
después ante los funcionarios que la lucha contra la corrupción "es
una prioridad de este Gobierno", pero advirtió que las denuncias
deber ser acompañadas "con pruebas concretas de tal manera que pueda
actuar la justicia". Y señaló que "si se hace una imputación
y después no se confirma, esto debilita el sentido de la acción que
pretendemos instalar". Según uno de los participantes del encuentro,
De la Rúa "quiere despejar las sospechas sobre un pacto de impunidad
entre la Alianza y el menemismo que se alimentan en denuncias con sentido
político que nunca llegan a la justicia".
De la Rúa también
les ordenó a sus colaboradores ser "implacables con la corrupción"
en todo sentido, y que deben denunciar judicialmente "cualquier
delito del que tengan conocimiento" que se haya producido en el ámbito
de su administración. "Venimos a cambiar el estilo de gobierno, a
poner la transparencia, la austeridad, la lucha contra la corrupción y el
sentido del compromiso", afirmó De la Rúa quien distribuyó entre
los funcionarios las 20 recomendaciones que deben tener en cuenta al
desempeñar sus cargos. El texto, es una suerte de código ético que fue
redactado por él mismo e inspirado en una lista similar elaborada por el
premier francés Lionel Jospin (ver página 6).
La parte fuerte del
discurso giró en torno a la mística que quiere imprimirle a su gestión.
"Debemos trabajar con mística, con fervor, con entusiasmo",
reclamó el Presidente a todo su staff reunido con el objetivo
--primario-- de transmitir hacia afuera la imagen de un equipo unido y férreamente
conducido por él.
Después Chacho
Alvarez y cada uno de los diez ministros expusieron ante el auditorio un
resumen de su gestión, la que fue sintetizada al cierre por el jefe de
Gabinete, Rodolfo Terragno. "Hay que esconder el video de la reunión,
si no ¿cómo vamos a decir que no somos aburridos?", disparó Chacho
cuando terminaba esa etapa del encuentro. Los
ministros se reunieron con el Presidente en una sala. En otra los
secretarios de Estado con los secretarios de Estado, y menos formales
departieron en pequeños grupos los subsecretarios con los subsecretarios
que aprovecharon para pasear por los jardines presidenciales entre chaparrón
y chaparrón. Pasado el mediodía se comenzaron a aflojar las corbatas y las salas se fueron despoblando mientras crecía el murmullo bajo el quincho en el que ya se sentía el aroma de la carne que en opinión de todos, ya estaba suficientemente asada.
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