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Por Santiago Rodríguez Desde Pinamar y Villa Gesell ![]()
--¿Ese
no es el que te gustaba? --dice él, de unos treinta y pico.
--Tenés
razón, es Ibarra --contesta ella, sorprendida.
--Y,
ahora decime, ¿quién está mejor, eh?
Ella
no respondió y el candidato continuó con su paso lento, ajeno a la
discusión de la pareja. Fue la única polémica que suscitó la presencia
de Ibarra en Pinamar, donde el candidato recibió el afecto de muchos
porteños que se acercaron a saludarlo en su caminata por el centro de la
ciudad. También obtuvo el apoyo de algunos radicales y frepasistas que
están de veraneo y que aprovecharon su visita para exhibir la cohesión
de la Alianza detrás de su postulación (ver aparte).
La
visita de Ibarra a Pinamar y Villa Gesell es una de las actividades que su
equipo de campaña le organizó para el verano en la costa. La otra es una
recorrida por Mar del Plata, prevista para febrero.
Su
paso por Pinamar dejó más que conformes a sus colaboradores. Ibarra
concedió cuantas notas pudo a los medios locales y fue a dos radios para
que lo entrevistaran Mario Mazuca y Juan Alberto Badía.
En
todos los casos enfatizó los ejes que ya ha planteado para su campaña:
dijo que la suya será "la continuidad" del gobierno aliancista
en la ciudad y destacó el orden de las cuentas comunales. A futuro habló
de su idea de "mejorar la relación entre la policía y la
comunidad" para mejorar la seguridad, de su plan de extender los
subtes y de reforzar los controles para mejorar el tránsito.
Ibarra
demoró su llegada al "estudio playa" de Badía para que Carlos
Ruckauf terminara una entrevista pactada previamente y evitó así que los
reporteros gráficos lo retrataran con el gobernador bonaerense. Pero la
espera tuvo su premio: al término del reportaje posó para una foto en
medio de cuatro promotoras de una conocida marca de cremas bronceadoras,
comentario obligado de cuanto hombre pasaba por el lugar.
Eso
sí, las promotoras no resultaron tan efusivas como las tres señoras de más
de setenta que lo llenaron de besos y le dejaron la cara marcada con
rouge. Ibarra vio que le sonreían sentadas en un banco y les preguntó:
"¿Qué tal, qué andan haciendo?". "Mirando los buenos
mozos que pasan", respondió una ellas. Así empezó el episodio que
no pasó inadvertido para los asesores del candidato, pero sí para dos jóvenes
que --cerveza en mano y gorrito en la cabeza-- se preguntaron mutuamente
al verlo: "¿Y ése quién es, boludo?".
En
Villa Gesell el tiempo le jugó una mala pasada a Ibarra. Apenas puso un
pie en la ciudad, una torrencial lluvia lo obligó a suspender las
caminatas que pensaba realizar por la playa y la peatonal. Pudo sí,
atender a los medios de comunicación locales y firmar un convenio con el
intendente Luis Baldo para promover el intercambio de deportistas entre el
municipio gesellino y la comuna porteña, en caso de que se imponga en las
elecciones del 7 de mayo próximo.
Baldo
otorgó una singular importancia a la firma del acuerdo: recordó que en
enero de 1996, como candidato, el ahora presidente Fernando De la Rúa
suscribió un convenio similar con Villa Gesell y meses después resultó
electo como jefe de Gobierno porteño. Ibarra asegura no ser cabulero,
pero...
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