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La misión escuchó un
detalle sobre los planes de asistencia alimentaria que Fernández Meijide
quiere unificar en un programa que abarque a todo el país, utilizando un
padrón único de beneficiarios con el que el Gobierno aspira a evitar
superposiciones y el uso político de la entrega de las cajas de comida.
Hubo preguntas, por ejemplo, sobre los indicadores utilizados para evaluar
la eficacia de los planes sociales. Y entre varias ruedas de café y tres
bandejas con masas secas Ter Minassián hizo un reconocimiento poco usual.
"La delegación admitió que uno de los problemas de la Argentina es
que mientras hubo crecimiento económico no se aprovechó para acumular
reservas que permitieran una distribución más equitativa de la
riqueza", sostuvo Fernández Meijide.
Para la funcionaria la
actitud del Fondo revela "una mirada diferente, que fue expresada con
claridad: están acompañando la posición del Banco Mundial que habla del
costo social de los ajustes".
Meijide estuvo acompañada
por Eduardo Bustelo, secretario de Políticas Sociales y el responsable
del área de financiamiento internacional, Mario Rovere. Del lado del FMI
se alinearon junto a Ter Minassian el director del Departamento del
Hemisferio Occidental, Claudio Loser, Tomás Raichman y el representante
local ante el FMI Guillermo Zoccali. Unos y otros habían tenido que
llegar al lugar de la reunión en varias tandas, apretujados en el
reducido espacio del ascensor del edificio de la 9 de Julio.
Los miembros de la
delegación del FMI, dijeron voceros del Ministerio, "más que
preguntar, escucharon". Básicamente, "se llevaron un panorama
de cómo encontró el Gobierno la situación social, de los efectos de la
recesión, de las zonas más afectadas por la crisis y de la migración
hacia las grandes ciudades de los sectores empobrecidos".
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