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OPINION

Peligro de guerra civil

Por Claudio Uriarte

Desde los índices de la macroeconomía hasta la impopularidad del presidente Jamil Mahuad,  desde la fuerza de los movimientos sociales (indígenas y de los otros) opuestos al mandatario hasta una crisis que llevó a una medida impopular y desesperada como la dolarización, todo apuntaba desde hace más de una semana hacia el intento de golpe de Estado cuyo ensayo general fue la toma del Congreso y la Corte Suprema de Justicia por 4000 indígenas respaldados por oficiales de rango medio y liderados por el coronel Lucio Gutiérrez y cuya formulación más institucional (hasta anoche) era el pedido de renuncia a Mahuad por parte del general Carlos Mendoza, ministro de Defensa y jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Una inflación del 60 por ciento, un salario mínimo de 42 dólares, la evaporación de los ahorros producida por la dolarización, menos de un 20 de popularidad para Mahuad y movimientos sociales que pedían a gritos el golpe lo hicieron.

  Porque ése es el eje de lo que está ocurriendo en Ecuador: la posición claramente antiinstitucional de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador), junto al temor del alto mando militar a un quiebre horizontal de las instituciones armadas, como se ejemplificó en el protogolpe del coronel Gutiérrez. Ya que la Conaie pedía explícitamente la supresión o renuncia de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial y su reemplazo por una Junta de Salvación Nacional integrada por un militar, un sacerdote y un civil. Al militar lo consiguieron, al sacerdote no (y lo reemplazaron por Carlos Solórzano, ex titular de la Corte Suprema) y como civil se autodesignó Antonio Vargas, líder de la propia Conaie. A partir de allí, esa Junta gobernaría expresando los reclamos de los distintos sectores sociales: una mezcla de corporativismo fascista y de soviet.

  A esta aberración no se llegó de la noche a la mañana. El primer gran responsable fue el ex presidente Abdalá Bucaram, que cuando se decidió a hacer un ajuste mucho menos duro que el de Mahuad ya tenía a la mayoría de la población en contra. El segundo es Mahuad, que subió con una enorme popularidad pero se detuvo en el umbral de las medidas parciales.

  Ayer, la elección en Ecuador no era entre dictadura y democracia, sino entre dos tipos de golpe: uno dirigido por el alto mando militar, disfrazado o no, presuntamente favorable a la dolarización, y otro comandado por el coronel Gutiérrez, que se opone. Si éste último tiene éxito, la ingobernabilidad ecuatoriana puede degenerar en guerra civil.

 

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