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LA ETA ASESINO A UN TENIENTE CORONEL DEL EJERCITO EN PLENO MADRID
Volvió la muerte en dos coches bomba

Por primera vez en tres años, la organización separatista vasca ETA volvió a golpear. Y golpeó fuerte, asesinando mediante un coche bomba al teniente coronel del Ejército, Pedro Antonio Blanco García. Los repudios son casi unánimes, y Madrid exige la ruptura de todo diálogo con los aliados políticos de la ETA.

El País 
de Madrid

Por Jorge A Rodríguez
 
Desde Madrid 

t.gif (862 bytes) La ETA consumó ayer su amenaza de volver a matar tras la ruptura de la tregua. Exactamente a las 8.08, los terroristas asesinaron con un coche bomba al teniente coronel del Ejército, Pedro Antonio Blanco García, de 47 años, en la esquina de la calle Pizarra, situada en un barrio de Madrid repleto de viviendas militares y elegido por la banda en ocho ocasiones para cometer atentados. Los activistas esperaron en un Renault Clio blanco aparcado en la calle Virgen del Puerto a que el militar llegara a la altura del coche bomba, colocado en el lugar en el que habitualmente un vehículo oficial recogía al teniente coronel Blanco, casado y con dos hijos, para llevarlo a su oficina en el Cuartel General del Ejército, en la plaza de Cibeles. Entonces apretaron el mando a distancia que activó la bomba y huyeron. Dos manzanas más allá, en la calle Paradinas, volaron el vehículo de huida para borrar posibles huellas y desaparecieron.

  Vestido de civil, el teniente coronel Pedro Antonio Blanco había salido poco antes de las ocho de la mañana de su casa, situada en la primera planta del número 29 de la calle Virgen del Puerto. Cada mañana daba un corto paseo a pie hasta la cercana calle Pizarra, donde solía esperarlo un coche oficial con el que posteriormente recogía a un general de brigada, su superior inmediato en la dirección de Asuntos Económicos del Cuartel General del Ejército, donde estaba destinado desde el 28 de junio de 1996, según el Ministerio de Defensa. El militar se detuvo a esperar su coche en la calle Pizarra, en el lateral del número 43 de Virgen del Puerto, ya que los automóviles oficiales de ruta no suelen recoger a sus pasajeros en las puertas de sus inmuebles precisamente por motivos de seguridad. Blanco García se paró justo junto al Renault Clio rojo que los terroristas habían cargado con entre 15 y 20 kilos de explosivos.

  El vehículo oficial se había retrasado debido a que el conductor se encontró con un atasco a la altura del número siete de la calle de Alcalá. La Policía Municipal había acordonado esa zona ante la presencia de un paquete sospechoso que resultó ser una falsa alarma. Los terroristas habían visto acercarse a su víctima desde otro Renault Clio, éste de color blanco, supuestamente estacionado junto a un paso elevado que atraviesa la carretera de circunvalación M-30 y que acaba en la calle de la Virgen del Puerto, según la hipótesis que barajaba ayer el director general de la Policía, Juan Cotino. Desde ese punto pudieron ver perfectamente cómo Pedro Antonio Blanco se detenía junto al Clio rojo, robado el 4 de enero en el barrio madrileño de Hortaleza y que ha sido identificado gracias al número de bastidor. Fue en ese momento, a las 8.08, cuando accionaron la bomba por control remoto y se dieron a la fuga. Pedro Antonio Blanco fue proyectado por la onda expansiva contra el bloque de viviendas más próximo. Murió en el acto. El estallido sobrecogió a un barrio tristemente acostumbrado a los atentados terroristas. La explosión afectó la vivienda del comandante Rafael Villalobos Villa, al que la explosión de una bomba adosada a los bajos de su vehículo provocó la amputación de sus dos piernas, el 17 de octubre de 1991, en la calle de Pablo Casals, situada en la orilla contraria de la M-30 y el río Manzanares. "Pobre hombre; ha tenido que revivir en un momento todo lo que le ocurrió a él", sentenciaba una vecina de la misma manzana en la que se produjo el atentado.

  La explosión destrozó los seis automóviles estacionados junto al coche bomba y produjo daños de consideración en otros siete. Un total de 32 viviendas de cuatro edificios sufrieron daños severos y tuvieron que ser desalojadas, aunque las más afectadas fueron la primera y la segunda planta del número 43 de la calle Virgen del Puerto. En una de estas viviendas se encontraba la pequeña Sara M., de 13 años, que sufrió heridas leves. La joven Laura Bermejo, de 17 años, también sufrió lesiones tras ser derribada por la onda expansiva. Las estructuras de los edificios no se han visto afectadas, por lo que podrán ser reocupados en breve, cuando puedan restablecerse los suministros de agua, luz y teléfonos, y se repongan los cristales de las cientos de ventanas destrozadas, según aclaró a pie de obra Pedro Gallardo, responsable de los bomberos de Madrid.

  Los primeros momentos tras el atentado fueron de incertidumbre y ni siquiera se conocía la identidad de la víctima. "Sabemos de una persona que no ha llegado a su despacho, pero aún es pronto para decir nada", explicaba el delegado del gobierno en Madrid, Pedro Núñez Morgades. La primera pista la daba una tarjeta de visita destrozada en el suelo en la que se podía leer: "Pedro Antonio Blanco García. Teniente coronel de Intendencia DEM (Estado Mayor). Dirección de Asuntos Económicos. Secretaría técnica. Calle Prim, 6, Madrid 28071".

  Cuando aún se estaba acordonando la zona y acumulándose ambulancias, bomberos y policías, se agravó el desconcierto. A las 8.45 se escuchaba nítidamente desde el lugar del atentado una segunda explosión. Una columna de humo comenzaba a elevarse en la calle Paradinas. Estacionado junto al número 6, muy cerca de una guardería, ardía el Clio blanco, matrícula M-6178-OX. El portero de un edificio cercano aseguró que pudo ver cómo dos personas estacionaban este coche y huían a la carrera.

  Este segundo vehículo había sido denunciado como robado en el distrito de Chamartín de Madrid el pasado 15 de noviembre --con la tregua aún en vigor-- y portaba placas de matrículas falsas, dobladas de un coche idéntico propiedad de un vecino de Alcalá de Henares, según fuentes policiales. Esta segunda explosión, de menor intensidad que la anterior, no causó víctimas pero sí daños en las viviendas colindantes, de reciente construcción.

  Sobre las 10 de la mañana se confirmaba la identidad del militar fallecido y la televisión difundían el nombre de Pedro Antonio Blanco, de la 30ª Promoción del Cuerpo de Intendencia del Ejercito de Tierra. "¡Mamá, es papá!", exclamó el hijo de 11 años del militar cuando vio en la pantalla lo que había ocurrido, según relató un tío del fallecido ante la puerta del domicilio de la familia. "Pedro era una buenísima persona, un hombre que vivía para los demás, que constantemente hacía favores, un padre ejemplar. La familia está destrozada", agregó este familiar, a quien no le consta que Blanco García estuviera amenazado.

  El teniente coronel era un hombre metódico, acostumbrado a tomar precauciones, según sus compañeros de trabajo. "Sin duda tomaría las precauciones necesarias, aunque supongo que cuando van a por uno es difícil escapar", declaraba ayer el comandante José Luis Ruiz, quien trabajaba codo a codo con el teniente coronel asesinado, cuyo padre es coronel retirado. Blanco García siempre acudía a su puesto de trabajo con ropa de civil y se ponía su uniforme en su oficina.

 

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