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Por Martín Pérez Desde Punta del Este ![]()
Más allá del mal rato, causado por una excesiva venta de entradas
(que nadie controló ya que la capacidad del cine, 600 localidades, nunca
se había visto colmada), el lleno total les permite a los organizadores
festejar su triunfo. Luego de un primer año en el que ocupó una sala en
un multicine, y una segunda edición que recuperó la histórica sala del
Cantegril, pero lo alejó del centro, esta tercera edición tal vez sea
recordada como la que confirmó que el festival se hizo un lugar en la
oferta cultural de Punta del Este. Al menos como para que cierto público
esteño opte, a la hora de ir al cine, por concurrir a ver un festival de
cine europeo antes que el mejor cine estadounidense --ya se están viendo
aquí American Beauty, The Insider y la última de Scorsese, por ejemplo--
que las distribuidoras suelen destinar a la temporada de Punta del Este.
"Mi orgullo es que el martes exhibimos un film como Jaime, y
tuvimos una buena afluencia de público", le dijo Morelli a Página/12.
"Más allá de sus virtudes estéticas, el asunto es que en otros años,
si a uno se le ocurría presentar un film de Portugal y Luxemburgo, sin
estrellas, corría el riesgo de que la sala estuviese vacía. Algo que
esta vez no sucedió". El orgullo de Morelli es justificado, pero el
ejemplo de Jaime tal vez no sea el más indicado. En particular porque,
aunque venía precedido por el premio especial del jurado de San Sebastián,
el film del portugués Antonio Pedro Vasconcelos es una muestra del cine más
manipulador que se puede hacer al contar la historia de un niño que
intenta salir adelante, solo por la vida. En las antípodas de obras como
Los 400 golpes o Crónica de un niño solo, Jaime es una obra construida a
fuerza de golpes bajos y lugares comunes, que se pretende sensible, pero
es apenas calculadora y demagógica.
El caso de Jaime, sin embargo, sirve para preguntarse si el
convenio concretado por la
Claro que el riesgo de encontrarse con un film como Jaime no sólo
lo corre Morelli, sino también el público y los cronistas, que se
encontraron con más decepciones que hallazgos. Hay que destacar que la
función de anoche concentró los films más esperados --la española
Solas, la francesa La chica en el puente, de Patrice Leconte, y El tiempo
recobrado, de Raúl Ruiz-- cuya calidad (o no) bien puede alterar el
balance del evento--, pero por lo visto hasta ahora, esta tercera edición
de "Europa, un cine de Punta" se confirma como un festival mucho
menos interesante artísticamente que sus ediciones anteriores. De todo lo
visto hasta ahora, sólo el último film del italiano Marco Bellocchio
--La nodriza-- se destaca claramente del montón. Protagonizada por
Fabrizio Bentivoglio y Valeria Bruni, es una obra menor pero inquietante,
que mezcla locura y política, y maternidad y libertad en una trama
sencilla y compleja a la vez, en la que la necesidad de buscar una nodriza
para amamantar a su hijo recién nacido altera la vida de un médico
psiquiatra y su frágil esposa.
En materia de conferencias de prensa y declaraciones, las estrellas
de Punta del Este sí que sorprendieron. El primero en llamar la atención
fue el italiano Lando Buzzanca, una estrella en decadencia cuya excusa
para viajar fue el estreno de El pueblo de los pájaros. En su conferencia
de prensa, Buzzanca se dedicó a criticar a Nanni Moretti por su decidida
postura de izquierda --"la política no es para el cine",
dijo--, y acto seguido definirse como un hombre de derecha, a favor de la
familia y en contra de Maradona. "Es el hombre más cretino del
mundo", le dijo Buzzanca a un diario uruguayo. "La naturaleza le
dio todo para ser un gran hombre del fútbol y sin embargo es un imbécil,
un cero. Humanamente no es nada".
Maribel Verdú, por su parte, que hace las veces de belleza-española-a-premiar
(en ediciones
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