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Al no concentrar sobre sí las
mayores apuestas de producción, estas manufacturas en principio
"berretas" gozaban también de una mayor libertad, dando
productos muchas veces más audaces, interesantes o anómalos que los
clase A. Pero... a mayor concentración industrial, cada vez menos espacio
para la clase B. A partir de los 80, esta clase de films prácticamente
desapareció de los cines. Aunque no del todo: ciertas películas de
realizadores como John Carpenter o Abel Ferrara siguen siendo, en cuerpo y
espíritu, clase B. Mercado paralelo por excelencia al del cine, el
directo-a-video se presta a la perfección para un posible renacimiento
del rubro. Dos películas de reciente producción, que por estos días
llegan a los videoclubes argentinos, son prueba de que la clase B, bien
encarada, puede mantener aún su proverbial vitalidad.
Se trata de Del crepúsculo al
amanecer 2: Terror en Texas (From Dusk Till Dawn 2: Texas
Sigue habiendo, como en el film
original, un espíritu decididamente lúdico, un placer de hacer cine
deliberadamente berreta, y de verlo. No es casual que el grupo de chorros
white trash mate el tiempo mirando cine porno en un hotelucho mexicano. No
son muy finos: "llevo media hora viéndola, y todavía nadie se la
metió por el culo a nadie", se queja uno de ellos. No faltan, claro,
las paráfrasis cinéfilas (la clase B es un género vorazmente cinéfilo).
Sobre todo, dos escenas que citan a Hitchcock plano por plano: el famoso
ataque de los pájaros a Tippi Hedren en el film homónimo (aquí,
reemplazados por una bandada de murciélagos hambrientos) y, faltaba más,
la escena de la ducha de Psicosis. En lugar de mamá loca, lo que se agita
detrás de la cortina es un vampiro hecho y derecho. Puede computarse
también el más amplio catálogo de subjetivas caprichosas que se haya
visto jamás en una sola película, desde subjetivas de vasos y escopetas
hasta otras de bocas abiertas y charcos de sangre.
En cuanto a Camioneros del
espacio, lo mejor se anuncia ya en el título: lo que hace Stuart Gordon
(veterano del género y autor de Re-Animator) es trasponer los films de
camioneros que produjera la Warner en los años 40... al espacio, en un
futuro impreciso. Con Dennis Hopper como chofer veterano, de la radio de
una nave salen permanentemente temas country, al costado de la
"ruta" hay carteles que anuncian variedad de productos y en las
ciudades, bares de cuarta con camareras compinches. Hay también un
villano todo recauchutado después de un terrible accidente, que para
lograr una buena erección tiene que dar arranque a un motor de explosión
como los de las lanchas, tirando fuerte de un piolín. Brevedad,
desenfado, falta total de pretensiones, las ideas más locas y sobre todo
mucho, pero mucho humor: virtudes de la clase B de ayer y de siempre.
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