OPINION
Las claves, sobre el final del juicio
Por Miguel Bonasso |
Como era
previsible, no hubo casi diferencias entre los alegatos de la querella
(los abogados de la familia Cabezas y de la revista Noticias y los de
ARGRA) en relación con los formulados el jueves por los fiscales.
Igual que los integrantes del ministerio público, los letrados
querellantes pidieron la pena máxima �reclusión perpetua� para
ocho de los nueve acusados que restan en el juicio tras la esperada
liberación del informante policial Carlos Redruello, dispuesta
también el jueves pasado. Para Silvia Patricia Belawsky, oficial de
policía y ex esposa de Gustavo Prellezo, solicitaron una pena de
quince años como partícipe secundaria del crimen. Los únicos
matices y notas discordantes respecto de la unanimidad lograda entre
ambos sectores de la acusación fue la introducida por el abogado de
la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina
(ARGRA) Miguel Gaya y su copatrocinante del CELS Alberto Bovino,
quienes no formularon acusación contra Belawsky en relación con el
asesinato de José Luis Cabezas, estimando que se la debería procesar
en una causa separada �por incumplimiento de los deberes de
funcionario público�.
También introdujeron algunos otros matices en relación con una
acusación que, tanto a nivel de las partes agraviadas como de los
representantes del Estado, coincidió en considerar al fallecido
empresario Alfredo Enrique Nallib Yabrán como autor intelectual del
crimen y a su jefe de la custodia, Gregorio Ríos, como instigador,
con el ex policía Gustavo Prellezo como �director ejecutivo de la
empresa criminal�, según la curiosa definición de la bisoña
fiscal Claudia Castro. El lunes comenzarán los alegatos de la defensa
y la sentencia se conocerá, según lo anunció el presidente del
Tribunal, Raúl Begué, el 31 de enero próximo. La unanimidad de las
acusaciones y el peso de una instrucción que se orientó claramente
hacia la llamada �pista Yabrán� permiten anticipar que no habrá
grandes diferencias entre lo que propone la parte acusadora y la
sentencia. Se habrá cerrado así una etapa decisiva del caso Cabezas
y, aunque eventualmente pueda producirse un Cabezas II, es probable
que las grandes oscuridades del presente no lleguen a dilucidarse,
como �por otra parte� ha sido tan frecuente en la historia penal
de nuestro país.
Las penas pedidas
Para Gregorio Ríos como presunto instigador: reclusión perpetua.
Para Gustavo Daniel Prellezo como coautor, reclusión perpetua. Para
los horneros Horacio Anselmo Braga y Sergio Gustavo González en
carácter de coautores: reclusión perpetua. Para sus compañeros
José Luis Auge y Miguel Retana como partícipes primarios: reclusión
perpetua. Para Silvia Patricia Belawsky como partícipe secundaria, 15
años de prisión.
La versión de los hechos
Con diferencias de matices, los fiscales y la querella coincidieron en
reiterar la versión oficial: molesto por las fotos que le había
tomado José Luis Cabezas, Yabrán ordenó a su custodio y mayordomo
Gregorio Ríos que organizara su asesinato. Ríos, por su parte,
instigó al policía Gustavo Prellezo para que llevara la siniestra
conspiración a la práctica y éste lo hizo con el concurso de su
amigo, el hornero José Luis Auge, y otros tres malandrines de Los
Hornos (Horacio Braga, Sergio González y Miguel Retana). Como �director
ejecutivo� y autor material contó también con el apoyo de los
policías Sergio Camaratta y Aníbal Luna y de su propia esposa Silvia
Belawsky, quien habría pedido antecedentes sobre el fotógrafo y
habría colaborado con su ex esposo en hacer pasar como robado el Fiat
Uno que supuestamente fue utilizado en el homicidio.
El abogado de los padres de Cabezas, Alejandro Vecchi, que tuvo una
crisis emocional durante su alegato, dio por probado lo que el cartero
supuestamente le habría dicho al entonces director de Noticias,
Héctor D�Amico: �Para Yabrán sacarle una foto era como pegarle
un tiro en la frente�. La aversión de Yabrán por la prensa se
basaba, según Vecchi, enque intentaba ocultar �sus oscuros negocios�.
La defensa seguramente dirá que se trata de un móvil débil y poco
creíble.
La prueba
Tanto los fiscales como los querellantes destacaron la confesión de
Silvia Belawsky ante el juez de instrucción José Luis Macchi, en la
que sostuvo que su ex marido Prellezo le habría dicho que detrás del
crimen �estaba Yabrán�. Esta confesión tuvo lugar en mayo de
1998 y determinó el pedido de captura de Yabrán que, a su vez,
culminó con el suicidio del Cartero. También hubo coincidencias en
recordar los contactos telefónicos entre Gregorio Ríos y Gustavo
Prellezo en los días y horas cercanos al crimen que fueron detectados
por el sistema informático Excalibur. Y el encuentro entre Ríos y
Prellezo en el restaurante McPapas, que reveló el testigo Ricardo
Manselle, además de otros encuentros del jefe de la custodia con
policías vinculados con el crimen como Aníbal Luna y Sergio
Camaratta. Pero el elemento fundamental de la acusación �destacado
por los fiscales� sigue siendo el testimonio de los horneros que se
autoincriminan en el caso, aunque tratando de disminuir su
responsabilidad asegurando que fueron convocados para �darle un
susto� al fotógrafo.
Oscuridades y dislates
Tanto los fiscales como los abogados de la querella pasaron por encima
de una de las pruebas materiales fundamentales: el arma homicida. Que
sería, presuntamente, el Colt 32-20 del �pepito� uruguayo Luis
Martínez Maidana. Curiosamente el dueño del arma resultó
sobreseído cuando se desmoronó la historia inicial de �los pepitos�
marplatenses que secundaban a Margarita Di Tullio (alias Pepita la
Pistolera). Nadie ha podido explicar hasta ahora cómo esa arma llegó
a las manos del policía Gustavo Prellezo.
La fiscal Castro, en cambio, dio por probado el hallazgo de la cámara
fotográfica Nikon F-4 de José Luis Cabezas, presuntamente hallada
por la varita mágica de un rabdomante en el cauce (posiblemente seco
en el estiaje) del Canal 1 de General Conessa. La cámara era la
única prueba material que podía dar sustento al relato �contradictorio�
de los horneros, que dijeron haberla �roto en pedazos� tirando sus
partes por la ventanilla del auto cuando huían. La cámara, sin
embargo, fue encontrada casi entera y un primer peritaje encontró
restos de flora y fauna ajenos al lugar donde presuntamente fue
hallada por los investigadores policiales de la Bonaerense.
¿Cabezas II?
Aunque la famosa pista policial fue descartada durante la instrucción
y la acusación la vapuleó en el debate oral, es sugestivo que tanto
el abogado de la familia Cabezas, Alejandro Vecchi, como otros de sus
colegas en la querella y el propio ministerio fiscal pidan ahora que
se investigue a los investigadores, como el comisario Oscar Viglianco,
que se puso al cinto el Colt de Martínez Maidana, se detenga y juzgue
a policías que estuvieron inicialmente en la lista de sospechosos
como el suboficial Carlos Stoghe o el ex jefe de la Subrigada de la
Costa Juan Carlos Salvá. Y que coincidan en volver a colocar bajo la
mira al ex comisario de Pinamar Alberto �La Liebre� Gómez,
inicialmente acusado de haber proporcionado una zona liberada para que
los asesinos �muchos de los cuales podrían estar aún ocultos e
impunes� pudieran ejecutar uno de los crímenes más atroces y
aberrantes de la era democrática. Pero estas salvedades, que son más
notorias en el alegato de los abogados de ARGRA, no alcanzaron para
moverlos un centímetro de la historia oficial. |
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