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Por Fernando Cibeira y José Natanson La influencia sobre su padre es innegable. Antonio de la Rúa diseñó la campaña publicitaria de la Alianza para las presidenciales y, contra la opinión de muchos integrantes del delarruismo más ortodoxo, impuso el recordado spot del aburrido. El éxito de la comunicación cimentó su prestigio dentro del círculo áulico del Presidente. Ahora, Antonio se tomó unas breves vacaciones antes de ponerse al frente de la imagen de la campaña del candidato de la coalición a la Jefatura de Gobierno porteña, Aníbal Ibarra, en lo que será la batalla electoral más importante del 2000. La responsabilidad es una muestra de la consolidación de su lugar dentro del esquema de poder delarruista y el joven no defrauda: encuestas en mano ya determinó que la seguridad será el ítem desequilibrante de la elección y puso al candidato a trabajar en ese tema. Huidizo de las cámaras y los micrófonos, Antonio prefiere los movimientos tras bambalinas, lo que terminó por agrandar el alcance de su supuesto poder hasta niveles �sostienen en la Rosada� irreales. �Cualquier dirigente al que no le dan un cargo le echa la culpa a Antonio, es absurdo�, explica uno de los dirigentes que sí impulsó el mayor de los hijos presidenciales. Cuando las versiones sobre su peso en el entorno delarruista saltaron de los pasillos del comité de campaña aliancista a los diarios y su aura de �monje negro� fue tomando consistencia, sus amigos le aconsejaron dar la cara, ganarse una imagen pública. �Dejen de hincharme las bolas�, fue la diplomática respuesta de Antonio, aferrado a su bajo perfil como a un salvavidas. �Dentro de lo posible, quiere seguir haciendo una vida normal�, explica un amigo suyo. Y si bien como hijo del Presidente no puede evitar que los fotógrafos de la farándula le hagan guardias o las páginas de chimentos lo mencionen tomando un café con Julieta Ortega �dice que en verdad estaba acompañando a su amigo de la infancia, el actor �Coraje� Abalos�, todavía goza de vivir en cierto anonimato. Por ejemplo, la semana pasada, Antonio y el secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, salieron de una reunión y decidieron aprovechar la cálida noche para caminar unas diez cuadras por Callao. En el trayecto, unas cuantas personas pararon a Lopérfido para hacerle comentarios sobre la marcha del gobierno pero nadie reconoció al hijo del Presidente. �Así es feliz�, explican sus amigos. Justamente, hablando de amigos, Antonio tiene varios de ellos dentro de la estructura del Gobierno, un dato que permitió a quienes se sienten desplazados de las cercanías del Presidente ofrecer muestras palpables del ascendiente del �príncipe�. La lista no se agota en Lopérfido y la multifacética Cecilia Felgueras, los casos más notorios. Dentro del área de poder de Antonio también suele colocarse al secretario de Turismo, Hernán Lombardi; al subsecretario de Asuntos Institucionales, Lautaro García Batallán; al dos de la SIDE, Darío Richarte; al vice de Educación, Andrés Delich; al director de ATC, Luciano Olivera, y hasta a Roberto Abalos �padre de Coraje�, subsecretario de Empleo.Pero ninguno de estos jóvenes �en su mayoría vienen de Franja Morada� y los no tanto acepta pertenecer a una estructura orgánica, ni menos que menos, a una supuesta jefatura de Antonio. �A mí me llamó el Presidente, no el hijo�, se ataja uno de ellos. �En algunos casos, decir eso es una falta de respeto. Por ejemplo, Lombardi presidía el centro de estudiantes de Ingeniería cuando Antonio todavía se hacía pis encima�, grafica otro integrante del grupo. Lo que sí aceptan es que la presencia gravitante de Antonio, de 25 años, los ayudó a ver otra cara en un dirigente conservador y algo timorato, como habían considerado a De la Rúa durante años. También coinciden en que entre los miembros del grupo existe una amistad generalizada y encuentros esporádicos. El último de ellos, hace diez días en el cumpleaños de Cecilia Felgueras. Es cierto que algunos, como García Batallán, son de la idea de dotar al grupo de una estructura y un funcionamiento más aceitado, pero sus propuestas no encuentran eco. �Así nos va bien�, suelen responderle. Donde es indiscutible el poder de Antonio es en la imagen del oficialismo, un área en donde su palabra es ley. Pese a que se recibió de abogado hace poco, nunca se preocupó en ejercer y descubrió una tardía vocación en la comunicación política. El joven lee todo lo que cae en sus manos sobre el tema como, por ejemplo, los libros de los ex hombres de Bill Clinton, George Stephanopoulos y Dick Morris, hoy devenido en gurú del delarruismo. Además, por su despacho en la fundación Funcer, vecina al Congreso, pasaron Ludolfo Paramio, del PSOE español, y uno de los asesores de Tony Blair. �Es sumamente talentoso. Pese a su edad, tiene una gran capacidad de análisis de cada situación y, aunque es tonto aclararlo, es de todos nosotros la persona que más conoce a su padre�, explica una de las personas que suele participar de las reuniones en la fundación. El grupo comunicacional lo componen además los publicistas David Ratto, Ramiro Agulla y Carlos Souto, los sociólogos Luis Stuhlman y Román Albornoz. Durante la campaña, mantenían periódicas reuniones en la casa de Ratto en Núñez �al publicista le gusta cocinar� pero ahora están todos de vacaciones y las comunicaciones son telefónicas. Así salió el polémico aviso de �Maldita Cocaína� y preparan una ofensiva para sostener la reforma laboral.Su última ocupación es el diseño de la campaña porteña, una elección pautada para el 7 de mayo y que será el primer test electoral para el Gobierno. La propuesta de darle la campaña a Antonio se la hizo el propio De la Rúa a Ibarra en el Hotel Panamericano pocos días después de la victoria del 24 de octubre. Con los resultados tan en caliente, Ibarra aceptó enseguida. Hasta ahora hubo, al menos, cuatro reuniones preparatorias entre el equipo que lidera Antonio y los encargados de la campaña de Ibarra. El hijo del Presidente convocó allí también a los directores de la encuestadora Analogías, Analía Del Franco y Stuhlman y, en una ocasión, a Dick Morris. Antonio y el norteamericano analizaron un sondeo en el que se detectó que la gente veía firmeza en la trayectoria de Ibarra y que podía utilizarse su experiencia como fiscal federal para demostrar conocimiento en materia de seguridad, una de las principales preocupaciones de los porteños. La magia de las encuestas permitió que una de las cuestiones que a priori podía imaginarse como debilidad en el candidato frepasista, terminara como su principal virtud. Antonio aconsejó a Ibarra trabajar duro en esa veta. Al otro día, el candidato reclamaba el traspaso de la Policía Federal a la ciudad. Cuando el desaparecido diario Perfil publicó aquellas grabaciones clandestinas que lo mostraban en supuesto tráfico de influencias para aprobar materias en la facultad, Antonio y su hermano Fernando �Aíto� juraron ante las cámaras del programa de Mariano Grondona que la política no les interesaba. �Es verdad, en las reuniones que se habla de política se aburre. Sólo le gustan las campañas�, explica uno de sus amigos. Es cierto que con su rabioso bajo perfil, nadie en su entorno se lo imagina compitiendo jamás para un cargo electivo, pero de ahí a decir que la política no le interesa hay un trecho. �Decir que un pibe como Antonio maneja el Gobierno es una entelequia armada que resulta muy atractiva para los medios�, explica uno de los que trabaja en comunicación de la Rosada. �Pero no es así. El detesta eso, se armó todo un mito alrededor suyo�, agrega. Verdadero o falso, el �mito Antonio� �o la paradoja del comunicador incomunicado� esta ahí, listo para agigantarse, arrojando sospechas detrás de cada renuncia o movimiento de funcionarios dentro del Gobierno.
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