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Por Alejandra Dandan Desde Pinamar La hoja de ruta dice: �A 200 metros: doble a la derecha/bajar médano grande/referencia: pino chico�. Caray. El problema aquí, donde la costa se hace puro desierto de médano y bosque, es dar justo con ese pino. Pero el hombre persiste. Ha sido desafiado hace apenas unos minutos. Fue sobado mientras lo montaban a una 4x4: �Sea navegante del equipo oficial�, le ofrecieron. El tipo aceptó y, lógico, ahora jamás encontrará la gran montaña y, es probable, tampoco el pino, referencia de la hoja de ruta. No importa: si se pierde, mejor. Padecerá la auspiciosa descarga de adrenalina. Cuando se baje �prescripto está� no podrá resistirse: irá a pedir un ejemplar del carro. O, si el endiablado precio le niega la consumación, al menos se quedará con la pica. Los promotores llaman a ese momento el click de venta. Por activarlo primero, se ha establecido aquí una guerra que enrola a cuatro marcas de primera línea. Los ejércitos todoterreno hacen espionaje, atestan avenidas y sobre todo los médanos convertidos en carreteras urbanas donde se atolondran los que venden, los viejos consumidores y los encajados o novatos de 4x4. En la guerra, la presa es ese turista perfil ABC1, a quien a través de vueltas gratis demostrarán que su actual auto, buena marca, no sirve para gozar del pánico de perderse en esta extensión de médanos a la que aquí se le dice desierto. Aquel hombre, justo es decirlo, nunca condujo esa camioneta Mitsubishi al que lo subieron en Pizza Banana. Aquí, ser navegante del equipo oficial debe leerse como �sea copiloto�. Los únicos oficiales son los cuatro choferes. Alberto Pironti, manager de la compañía, los presenta: son pilotos profesionales que, tres veces al día, van y vuelven desde la avenida del Mar hasta los médanos. La misión no es liviana: tendrán por copiloto a un aficionado que, le han prometido, será quien gobierne el recorrido del auto de alta cilindrada entre los médanos.�Es que nos interesaba una propuesta interactiva�, teoriza Pironti. Por eso a los que hacen el paseo, les entrega una serie de pistas del tipo búsqueda del tesoro, tituladas �más formalmente� hoja de ruta. Quien asuma el rol de copiloto, a diez minutos de la partida, estará aprendiendo que esos signos dibujados en la hoja de ruta no son tales, sino marcas de médanos o velocidades, puntos y/o estaciones. Ni siquiera le avisarán que el piloto no da ayuditas: por contrato debe hablar sobre las bondades de la máquina, pero tiene prohibido corregir el sendero errado, aun cuando se trate de pifiadas que, luego, requieran quince minutos de marcha atrás.Acaso para evitar un exceso de adrenalina improductiva, Pironti equipó sus autos con navegadores satelitales, conocidos entre los cultores de carros doble tracción con clave intimista: GPS. Así se pronuncia y todos la entienden. Incluso los bandos contrarios que ahora los han incluido en sus flotas. Porque en toda guerra hay espionaje y también existe en Pinamar: �Sí, se hace espionaje �sigue Pironti�. En mi promoción decía �GPS�: Yo sabía que eso se iba a contar. Lo hice a propósito, entonces Suzuki y Isuzu lo pusieron�.Luis Lons, de Suzuki, apoya su aparato GPS en el mostrador del parador que optó colocar después del límite de la Frontera. El navegador es una pantalla que los viejos marinos podrían definir como brújula electrónica. Cuando comienza una travesía sobre la arena, la camioneta Suzuki titila en la pantalla GPS rodeada por puntos cardinales. El aparato evitaría, en circuitos como París-Dakar, que máquina y piloto naufragasen, aunque en Pinamar es una paquetería encantadora pero ociosa. Pero eso no se dice, porque arruinaría el juego en el que se ha anotado Néstor Rodríguez. El taxista de Flores se ha montado en la Suzuki conducida por Natalio Selem. Ahora aprende sobre la suspensión de ese modelo todo terreno, distinto �le cuenta el piloto�, a la onda Land Rover. Pero ni Land Rover ni Suzuki están en los cálculos de Néstor Rodríguez. �Ah, eso sí �comenta Marcela Maniglia, su mujer�: si nos sacamos un loto o el quini, compramos una cuatro por cuatro�. �En tanto, se aprovechan los paseos. Más aún éstos. �Muchos ni siquiera piensan comprar nunca uno de estos autos �explica Lons�, pero a nosotros nos interesa mostrar las camionetas�.Por eso el punto de partida forma parte de la trama en la batalla. Suzuki ha elegido el extremo céntrico de la ciudad, de modo que debe recorrer todo Pinamar para entrar en los médanos. Los de Mitsubishi prefieren el plan b: filtrazo. Mientras los candidatos al tour piden explicaciones, Alberto Pironti explora si el auto que los transporta es de los buenos buenos o de medio pelo. �Es que acá hay un filtro �dice Pironti� porque si no, hay gente que viene a joder nada más.� El tema no es descifrar buenos copilotos sino capturar ABC1: �Vos fijate los autos que hay acá �avanza�: en veinte autos, hay siete 4x4, otros siete son buenos y los demás más o menos. Los siete buenos son los que hay que rescatar para venderles�. Y las ventas existen. En los primeros quince días, Mitsubishi hizo la presentación de un Montero IO y vendió diez. En la mitad de ese tiempo, Luis Lons ha logrado activar el click que le hizo vender cuatro de sus coches. Aun con estos datos, Lons sigue obsesionado: no sabe qué momento activa la venta. Debe rastrear para ver si la provocan las carreras en los médanos o los diez magníficos minutos en que Suzuki ha decidido entregar la camioneta a los paseadores. �Se los damos �dice� para que la gente pruebe y se encaje en la arena y haya que sacarlos.� Y todo se vuelve una aventura: �Si no le das el auto �filosofa�, es como que le das la comida, pero no el postre�.Momento de click o no, Lons ya se entusiasma. La travesía se larga. Dice el hombre: se hace en un circuito que tiene �una pequeña dosis de adrenalina como para que a ellos se les ponga la cabeza a mil�. Y allí se empieza a ganar la guerra: �Les vienen ganas de tener un vehículo: aunque sea el más chico de 20 mil �sigue�: porque uno piensa en 4x4 y piensa en algo inalcanzable. En realidad no lo es, al menos a través de �obvio� Suzuki�.
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