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Por Cristian Alarcón Una de las publicidades que se escucha en una FM de La Barra resulta aleccionadora sobre lo ambivalente, histérica o esquizo que se pone la ciudad con estos veranos modernos. Una chica dice: �Lo mejor de Punta del Este es que tiene playas tan solitarias. Lo malo de Punta del Este es que tiene playas tan solitarias. Mostrá tu piel...�. Así como la afirmación para convocar al bronceado basa en el sí pero no, así también pasa al evaluar un verano en el que las estadísticas se pelean con las crónicas sociales y eso que el corazón cholulo ha dado en llamar �la movida�. Las cifras oficiales conocidas el viernes indican que un 30 por ciento menos de turistas visitó este año Punta y los comerciantes, los hoteleros, los taxistas lamentan la merma, el efecto 2000 y el éxodo de la clase media a Brasil que dejó más solitarias que nunca estas playas. Para completar el cuadro de contradicciones esteñas, el estilo imperante reniega del fashion glamoroso y apela a lo �de-con-trac-té�: algo así como una mezcla de El paciente inglés y la �Isla de Guilligan� con música electrónica. Claro que por más mermas y moderaciones, la redundante maquinaria de la temporada sigue funcionando en las playas top, los restaurantes vip, las vernisages �totales�, las inauguraciones exclusivas. Lo in sigue siendo lo in y la fiesta del año, la fiesta del año. Vecinas de siempre, casi concubinas, el fashion system y la abundante clase media que suele ocupar los hoteles de dos estrellas o las casas compartidas, la simple familia montevideana que se escapa los fines de semana al departamentito, no se juntan ni se mezclan. El argentino que llega a paritarias con el hotelero en pos de un descuento difícilmente se entere de lo que está siendo fotografiado para ser el verano 2000. Por eso la convivencia pacífica de una temporada �lamentable� para los comerciantes y dueños de hotel puede ser una gran temporada para los RR.PP. que se deslomaron organizando fiestas y eventos para marcas. �Para mis actividades fue bueno, pero la cosa intermedia murió�, dice Diego Barrachini que tenía tres eventos programados y lleva 14 éxitos de temporada incluida la superfiesta para Leith Pharaon, el hijo del magnate. Fiestas emergentesDigamos que lo fashion sigue su curso ajeno al cruel devenir del eterno ajuste. Por eso Chiwi del Corral llega a Lucky Strike a las cuatro de la tarde �en el balneario en Las Grutas, donde este verano oficia de anfitrión� como toreando con el acelerador al cuidador de autos que lo esquiva como un gaucho campero y lo saluda a los gritos. Chiwi pide un jugo de frutas en la barra de un parador diseñado en los 70 por Páez Vilaró, la llama a Dolores Moreno, anfitriona como él, y se relaja en un sillón blanco con leves síntomas de la fiesta de anoche en la casa de Ramiro Agulla. Fue la noche del eclipse y bajo esa luna en llamas se lució en Punta lo que el propio Chiwi define como �la nueva onda light, más correcta� en la que se mezclaban los hijos presidenciales, Antonio y Aíto, Macri, las modelos, algunos eternos jóvenes nocturnos, varios emergentes. Dicen que una de las fiestas de la temporada fue la que organizó él con la producción de tres amigos y el auspicio de I-SAT: fue en un galpón y al aire libre al lado de la casa de Zoilo Cantón. Eran las seis de la mañana cuando Pacha Cantón se subió a su helicóptero con Paquito Mayorga y desde 20 metros de altura empezó a bañar a los invitados con baldes de agua. �Este es un año bárbaro porque hay poca gente. A mí me encanta eso �dice Del Corral recostado en su reposera blanca�. Las marcas laburan para hacer imagen, no te venden nada. Ellos están y las revistas están, eso no para jamás.� Al lado suyo se recuesta Diego D�Alvia, ideólogo de una playa cool, con el mismo concepto de las que a él le gustaron en Ibiza. �Ese 30 por ciento no existe, es gente de relleno�, sentencia. El día está un poco nublado, pero hace calor. Dolores Moreno está allí, larga, en la cama playera con lentes de diva, como desde comienzos de temporada (�a mí me pagan por estar acá, vengo a las dos y no hago nada, sólo estar�). Diego asegura que �esto no se pensó para que le saquen fotos a nadie, no es una vidriera�. Más allá tres chicos hacen fierros en un gimnasio. Al lado pasa música el DJ Diego Ro-k. Más allá una chica se regala una sesión de masajes shiatzu por 30 pesos. Cerca del mar se puebla de familias que a las cinco de la tarde ya han sacado los bizcochitos y el mate. Un par de perros cruza las fronteras de ida y vuelta y juega con Dolores primero y con las nenas de una familia tipo después. Por fuera frescas�Mucho uruguayo y poco glamour�, sintetiza Delfina Cancedo del eterno lugar de sus vacaciones de verano, esta vez sentada en el borde de una mesa de pool de La Cultural, el restaurante que ideó y dirige Nicolás Palacios, toda una revelación del verano. Una gran estructura de piedra a la que se llega por un corredor de madera, decorado con la estética del reciclaje austero, paredes llenas de estantes hechos con tablones de obras en construcción y adornos venidos del mercado de pulgas: relojes, carteles, caballos de madera. Los muebles son de campo, hay una pileta cruzando un gran salón y en las galerías hay sillones hechos de tronco. Todo está iluminado con contraluces y el confort se cruza agradablemente con ese perfil fresco y �de-con-trac-té� en un terreno solitario frente al Manantiales de Macri. Los capos del negocio inmobiliario calculan en medio millón la inversión para construir el chiche de Nicolás. El muchacho es un rubio estilo La laguna azul que recibe a los comensales en jeans, zapatillas y musculosa, cuya madre estuvo casada con Franco Macri. Especie de ahijado del empresario, él asegura que su restaurante fue hecho con la venta de un departamento y ahorros. �Esos barcos de madera los hice yo este año�, muestra. Y tal nivel de austeridad se repiten en los poemas de Hernández pegados en la pared camino al baño o el cuadro que su ex novia modelo le regaló y él luce en la entrada. �Esto es una propuesta para aflojar, si te fijás no hay nadie superproducido�, asegura.�Dicen que Macri fue el inversor. �Apenas me tiró unas chirolas �dice el chico dibujando las monedas en el aire con la mano. A eso se refiere Delfina con lo de poco glamour. No porque sí este año las revistas recomendaron vestirse siempre �casual�, y �sin que se note la producción�. Será por eso que tras la pequeña figura del rubio esas señoras sumergidas en el sillón hundido a ras del suelo sonríen tras el tercer trago envueltas en diferentes linos como si salieran de El paciente inglés y pasearan por la �Isla de la fantasía� con el rictus de los Ricos de �La Isla de Guilligan�. La mejor fiesta En la rambla de la mansa una pareja frena el auto con patente de Montevideo y se acomoda usando el paredón como un pony, para un almuerzo tardío. Hernán y Andrea toman una Coca de litro y comen rabas en cajitas fast food. El es empleado y ella, ama de casa. No conocen ni la Cultural ni los boliches de La Barra y contadísimos restaurantes de Gorlero y son parte del 40 por ciento de uruguayos que, según la Liga de Fomento de Punta, este año equipararon o superaron a la cantidad de argentinos en baja. �Por suerte en el supermercado los precios son normales �agradece ella�. Nosotros cocinamos y nos restringimos las salidas. El resto no se puede hacer. En la movida están los que les conviene estar y listo.� Rosendo Filgueiras, el presidente del Centro de Hoteleros de Punta del Este, deja el mostrador en el que negocia peso a peso con un grupo de argentinos y confirma el impacto que provocó este año el éxodo brasilero. �Vienen acá enojados porque no están allá y quieren precios mínimos justo en Punta�, dice. Rosendo asegura que hay hoteles que durante la semana tienen apenas un 20 por ciento de las habitaciones ocupadas. �Hay muchas casas de tres habitaciones con cinco autos en la puerta y se pusieron de moda los colchones en el piso.� A kilómetros por la flamante doble vía que lleva a La Barra, donde ahora el puente ondulado también tiene su par y los embotellamientos son leves, la playa Bikini de Budweiser está superpoblada de adolescentes que siguen amando la movida. Sobre la arena hay camas, almohadones y puffs playeros, esta vez rojos, sobre los que reposan modelos de Ricardo Piñeiro. Sobre dos plazas en el centro del escenario virtual, abrazándose el cuerpo como un nene con frío, Dionisios, un moreno de 24, cierra los ojos y se deja mirar por un grupo de chicas. El reposa como presa de un sedentarismo religioso igual que todo un grupete de lindos y lindas. Las admiradoras observan y comentan protegidas por el mismo techito de madera en el que el año pasado los vándalos se subieron como macacos para acosar a Pamela Anderson. �Es demasiado femenino ¿no?�, critica una que dice que ahora son pocos y hasta a veces se puede ocupar los colchones rojos bajo riesgo de que, si llega una top, un lindo se le acerque con su mejor sonrisa para pedirle que desaloje el sitio. �Me lo banco sólo porque vine con mi amiga a la que le gusta mucho todo esto, lo mío es más cultural�, disiente todo lo que puede Inés Capolupo. �¡Yo estuve en muchas fiestas buenísimas! �cuenta la íntima que tiene un aire a Divina Gloria en los ochenta. �Dicen que la mejor fue una de Pacha Cantón que terminó con él tirando agua de un helicóptero �se atreve a contarle este cronista. �Cómo la mejor, no sabía nada �desespera la rubia�. Estoy acá desde el 26 de diciembre y no me vas a decir que me perdí la fiesta del año. Inés la mira, disculpa la incorrección de la íntima, que al irse refuta: �¡La fiesta del año fue la de Andrea Burstein y yo estuve ahí!�, fresca, llena de odio, desconcertada entre tanta nueva tendencia.
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