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The Guardiande Gran Bretaña Por Duncan Campbell Desde Santiago El Vicariato castrense está atestado de fieles en esta tranquila noche de Santiago. Se arrodillan debajo de las banderas cruzadas por rifles de la policía, se sientan tranquilos mientras el capellán del ejército les habla del amor de Dios y se ponen de pie cuando suenan los acordes del Ave María. Pero el beneficiario de sus oraciones permanece a miles de kilómetros de distancia, en Victoria Water. Los pinochetistas se reunieron para la que esperan que sea la última misa antes del regreso de Mi General, que diariamente se anticipa, en la prensa chilena, como inminente. La congregación de unas 400 personas que se reunieron en el distrito de Providencia, frente al Hospital Militar para escuchar al capellán, Enrique Lehuele, alabar al general Pinochet y burlarse de Jack Straw, son casi todas mujeres de más de 50 años, un partido conservador subtropical con el general sustituido por su mayor defensora, La Thatcher.Hay pocos partidarios jóvenes reunidos afuera. Pancho Malo, como se presenta él mismo, apoya al general: �Si no hubiera sido por él, este país estaría controlado por los comunistas�. Una pasajera de uno de los ómnibus amarillos de la capital hace una señal hacia la multitud girando un dedo sobre su sien, en el gesto de decir �A ustedes les falta un tornillo�. Dos pinochetistas inmediatamente se suben al ómnibus y la enfrentan y amenazan violentamente. Las tensiones son muchas y cualquier británico o español de la vecindad recibe furiosas enseñanzas sobre el comunismo, el socialismo y la necesidad de una �acción fuerte�. A pocos kilómetros rumbo a los Andes, en el acomodado suburbio de Las Condes, un retrato del general Pinochet, vestido con boina y traje de fajina, sonríe frente a una mesa. Estos son los cuarteles de la Fundación Pinochet, establecida para promover sus ideas y brindar becas a los jóvenes chilenos. Y es aquí que sus partidarios están esperando noticias de la liberación del general desde el Reino Unido.Mónica Wehrann, de la Fundación, dice: �Nos resulta difícil entender porqué hay tanto odio contra él�. La principal tarea de la Fundación durante los últimos años, fue juntar fondos para afrontar las considerables costas legales del general Pinochet en Londres. Su boletín actual tiene impresa una foto de un miembro de su equipo de defensa, Clare Montgomery QC, y da detalles de las últimas noticias legales y manifestaciones en favor del general, en Chile y Londres. �No, no estamos enojados con los británicos porque tantos de ellos nos apoyan: Lord Lamont, Lady Thatcher, mucha gente �dice Wehrann, sentada debajo del retrato y al lado de un busto del general Pinochet con su más conocido gorro militar�. Cuando vuelva, todo será igual entre Gran Bretaña y España.� Y no cree que el general Pinochet haga política de su regreso: �Es un hombre anciano, no creo que esté activo. Quiere ver a su familia.�Leonora Gajardo, del Comando Soberanía Nacional, estuvo ayudando a organizar las manifestaciones callejeras a favor del general. Está convencida de que el general realmente no está bien y no está simulando senilidad para evitar un juicio. �Sé que está enfermo, tendrá que pasar por lo menos dos meses en el hospital. Está sufriendo. Se lo llamó fanático, pero es sólo un patriota, ama a su pueblo, ama a su país. Es un símbolo de Chile.� Gajardo, una joven y animada mujer de Santiago que ha estado comprometida en la campaña por el regreso de Pinochet durante más de un año, dijo que los antipinochetistas internacionales no entendían lo que sucedía en Chile en 1973.�Había 1.000 cubanos aquí preparando una guerra civil. El pueblo le pidió a los militares que intervinieran para poder tener algo para comer.� Y Gajardo no cree que el regreso provoque una reacción violenta: �Sólo los socialistas podrían provocar violencia�. Pero también piensa que habrá unagran fiesta. �Será un momento para la reflexión.� Si el general Pinochet lleva a cabo sus reflexiones en el Hospital Militar del distrito de Providencia o en otro lugar, cuando y si regresa, todavía es tema de discusión. La Fundación cree que él irá al hospital, pero está ubicado en un área muy poblada y cerca de edificios altos donde los manifestantes de los derechos humanos podrían hacerse oír. Otra posibilidad es que evite Santiago y vaya a la base de la Fuerza Aérea de Iquique en el norte, donde podría ser tratado en el avión médico que debe traerlo de Brize Norton. Una mujer que tuvo más tiempo que muchos otros para reflexionar es Viviana Díaz, cuyo padre, un líder comunista y organizador de sindicatos, �desapareció� en 1976, tres años después del golpe que puso a Pinochet en el poder. El afiche que da la bienvenida a los visitantes de las Familias de Desaparecidos en la Avenida O�Higgins es de un grupo de aquellos que todavía están desaparecidos con el slogan �¿Dónde están?�: jóvenes sonrientes con cortes de pelo de la década del �70, jóvenes mujeres sonrientes vestidas como para una foto de graduación, un pequeño porcentaje de los 3.000 que ahora oficialmente se cree que fueron asesinados durante la dictadura de Pinochet. �Todavía esperamos que no pueda regresar�, dice Díaz. Arriba de ella hay una cartelera, que se cambia diariamente, haciendo notar que ya pasaron 461 días desde que Pinochet fue detenido en Londres. Díaz afirma que su arresto y el tiempo que ha pasado fuera del país provocan una gran alegría moral en todos aquellos que perdieron a miembros de su familia. Todavía hay 300 miembros activos del grupo, pero está menguando. �Toda la vida uno sigue buscando, pero ahora hay madres que mueren sin saber qué sucedió con sus hijos.� Viviana se preocupa por la posibilidad de que el general Pinochet regrese y nunca sea enjuiciado. �Su enfermedad es la de la edad. Aquí, gente que roba para comer va a la cárcel, mientras alguien que asesinó y torturó queda en libertad. Esto, todavía, es una herida abierta y una tortura para nosotros.� Tiene esperanzas, sin embargo, de que sea procesado porque la amnistía era para los crímenes cometidos en el pasado, mientras que un secuestro o la desaparición es un crimen que no caduca y por lo tanto puede ser procesado. Esta es una opinión compartida por el juez Juan Guzmán, que lleva más de 50 casos contra Pinochet.Viviana Díaz, que dedicó su vida a la causa de los desaparecidos, desconecta su teléfono a la noche por las amenazas anónimas que recibe. Esas amenazas eran realidad diaria en los años de Pinochet, sólo que en ese entonces se hacían realidad. �Por suerte, no hubo violencia contra nosotros últimamente.� De regreso en Providencia, la congregación se retira flameando banderas chilenas y soplando silbatos, ignorando los gestos irónicos de la gente que pasa. La iglesia, con su alto mural de Cristo inclinado ante los moribundos y los muertos, queda nuevamente vacía. Traducción: Celita Doyhambéhère.
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