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LA PEOR SEMANA DE LA CGT
Maldita palabra

La frase de Moyano que desató el conflicto interno y con el Gobierno

Hace tiempo que el término devaluación aparece en las charlas privadas de los sindicalistas. Su mención en público puso en crisis el frente interno y la  estrategia para negociar con el Gobierno.


Por Diego Schurman
t.gif (862 bytes) --Dijo la palabra innombrable.

  Rodolfo Daer no salía de su asombro.

  Repasó una vez más el reportaje a Hugo Moyano y volvió a mascullar bronca.

  --La dijo, la dijo.

  En verdad, el dirigente camionero nunca mencionó la palabra devaluación. Pero apeló a todos sus sinónimos: terminar con la convertibilidad, salir del uno a uno, eliminar la paridad cambiaria....

  Daer tuvo que dejar Punta Mogotes para defender a su compañero circunstancial de ruta. Fue un viaje corto. Organizó un coloquio en el hotel Hermitage, en el centro de Mar del Plata. Hizo malabarismos, un doble salto mortal y miles de vueltas carnero. Pero sabía que ya era imposible dar marcha atrás.

  Dentro de la CGT muchas veces se evaluó la conveniencia de discutir públicamente la convertibilidad. En un restaurante de Puerto Madero, en diciembre, Carlos West Ocampo se animó a sacar el tema entre amigos. Alternando bocados de asado y de papas fritas, consideró que el crédito que la gente le viene otorgando a Fernando de la Rúa no será de larga duración.

  --Esto se acaba cuando se empiece a hablar de devaluación... en cinco meses más, quizás ocho... Después la gente va a salir sola a la calle --aseguró el jefe de prensa de la central sindical.

  Armando Cavalieri asintió. El dirigente mercantil fue uno de los primeros en hacer oír su queja por los efectos de la paridad cambiaria y en divulgar que ese mal humor es extensible a sectores de la pequeña y mediana empresa. Pero siempre en comidas, reuniones reservadas o eventos sindicales. Nunca en público.

  Moyano, evidentemente, pateó el tablero. Y arriesgó en público un tema que eriza la piel de la clase media, sobre todo aquella endeudada en dólares. Es más, confesó que la CGT le había hecho llegar el mismo planteo al Gobierno en una de las reuniones que mantuvo con el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique.

  Pero al otro día de lanzar la piedra, el camionero sintió el vacío de aquel que rompe con un pacto. "Es como la historia del Rey Desnudo: nadie de su corte se animaba a decirle que estaba desnudo. Yo lo único que hice fue decirlo" confesó.

  Para el Gobierno fue demasiado. Y pasó, sin escalas, de la prédica dialoguista a la confrontación directa. Un sindicalista lo explicó en lenguaje de salón. "De susurros en la oreja pasaron a darnos patadas en los huevos". Se refería, concretamente, a las tres medidas anunciadas en la semana.

  * El decreto que deja a la CGT sin el control de fondo de 360 millones de las obras sociales.

  * El envío del proyecto de reforma laboral al Congreso.

  * Las intenciones de desregular aún más el sistema de salud, para que las prepagas puedan competir con las obras sociales sindicales.

  Para completar, De la Rúa se regodeó con una encuesta de Mora y Araujo, que hace mella en la mala imagen de la dirigencia sindical, pero poco avanza sobre la cuestión de fondo: si la reforma laboral creará condiciones para la generación de empleo.

  Si la falta de paraguas partidario --por la disputa de poder interno en el PJ-- había llevado a la CGT a unificar sus fuerzas, la embestida del Gobierno ahora pone en duda ese proceso.

  La cúpula cegetista, allegada al menemismo, optó por desensillar hasta que aclare. En los últimos años sacó más rédito entre cuatro paredes que apelando a la protesta abierta. Y no sólo con Carlos Menem. A la misma Alianza le arrancó la posibilidad de mantenerse en el PAMI, pese a los años de convivencia de sus dos representantes en esa obra social con el cuestionado Víctor Alderete.

  En reserva, ya habían obtenido otras dos promesas: el ministro de Salud, Héctor Lombardo, le aseguró a la CGT tres representaciones en el organismo que maneja los fondos de las obras sociales. Y Flamarique le aseguró que cualquier reforma laboral saldrá por "consenso".

  Después de que Moyano se desbocó, los compromisos se desvanecieron. Pero Daer no quiere hacer más ruido. Sabe que el Gobierno está apostando fuerte. A tal punto que el jefe de la cartera laboral no descartó la vía del decreto si el Senado, de mayoría justicialista, cajonea la iniciativa.

  La CGT tampoco cuenta con el apoyo de los gobernadores del PJ, quienes por diferenciarse de Menem --y en casos como el de Carlos Ruckauf, por mantener un equilibrio con la oposición en su propia provincia-- se muestran condescendientes con De la Rúa.

  A diferencia de Daer, en el Movimiento de Trabajadores Argentinos, la corriente interna de la CGT que encabeza Moyano, están jugados a la confrontación. El camionero impulsa la realización de un acto multitudinario en el Etchart, la cancha techada de Ferro, para el 2 de febrero. La excusa es celebrar un nuevo aniversario del MTA. El objetivo: atacar todos y cada uno de los puntos de la reforma laboral.

  Pero entre el silencio de Daer y el ruido de Moyano hay varias coincidencias. La primera, que ya la hicieron pública, es que la arquitectura de la reforma laboral tiene su origen en el Fondo Monetario.

  Flamarique podrá negarlo. Pero el período de prueba de un trabajador por el lapso de un año fue solicitado por la representante del organismo internacional, Teresa Ter Minassian, ante los propios dirigentes sindicales.

  Aunque fuera a cuentagotas, el FMI espera que el resto de sus reclamos se conviertan en proyectos. Entre ellos el fraccionamiento de las vacaciones y el aguinaldo y la desregulación total del sistema de obras sociales, una propuesta que el ministro de Economía, José Luis Machinea, ve con buenos ojos.

  --Lo que hace el Gobierno es una inversión a futuro. Nos destroza ahora para evitar que canalicemos el descontento social que se va a empezar a notar en algunos meses --razonó un conspicuo dirigente gremial.

  Hay otra cosa que en la CGT y el MTA coinciden. Y es que las palabras de Moyano no sólo jugaron en contra del perfil negociador con el que la cúpula sindical se presentó ante el nuevo gobierno, sino también del propio dirigente camionero, quien aspira a suceder a Daer al frente de la central.

  En privado, son innumerables los dirigentes sindicales que mencionaron la palabra innombrable. En público, sólo fue Moyano el que la dijo. La dijo.  

 

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