Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


"No era la primera vez que jefes de Argentina llegaban a nosotros"


Un memorándum interno de la policía
paraguaya demuestra la colaboración de las dictaduras de la región en la represión ilegal.

Alfredo Stroessner, Paraguay

Jorge Rafael Videla, Argentina


Por Victoria Ginzberg
t.gif (862 bytes) �Dije a estos señores que con mucho gusto intercambiaríamos informaciones e incluso detenidos y que no era la primera vez que jefes de la Argentina llegaban a nosotros y a todos les hablábamos con este mismo lenguaje, pero a pesar de las promesas jamás tuvimos respuesta a nuestro planteamiento". Las palabras pertenecen a un comunicado que el jefe de Investigaciones de la policía paraguaya durante la dictadura de Alfredo Stroessner, Pastor Coronel, le envió a "Su Excelencia", informándole sobre la visita de dos policías argentinos con los cuales habló de Amílcar Santucho. El hermano del líder del Ejército Revolucionario del Pueblo fue secuestrado en Asunción en mayo de 1975 junto con el chileno Isaac Fuentes Alarcón. En setiembre de ese año, Fuentes Alarcón fue entregado a la dictadura pinochetista. Su caso parece haber sido el punto de partida y el modelo para la "formalización" del Operativo Cóndor, llevada a cabo un mes después.

  El memorándum de Coronel y otros documentos rescatados del Archivo del Terror de Paraguay, que confirman que los casos de Fuentes Alarcón y Santucho conformaron parte de la prehistoria del Cóndor, servirán como prueba en el juicio contra Jorge Rafael Videla, Augusto Pinochet y Alfredo Stroessner y otros dictadores que un grupo de familiares de desaparecidos iniciaron el año pasado en Argentina.

  El papel enviado por Coronel a "su excelencia el señor presidente de la república" (Alfredo Stroessner) reseña la visita a Paraguay de dos policías argentinos: el comisario mayor Roberto José Rivera y el comisario inspector Enrique José Di Napoli Vita. Según informa Coronel a su jefe, los argentinos le manifestaron que venían "con el afán de buscar la forma de coordinar labores".

  En el documento se menciona explícitamente el caso de Amílcar Santucho, hermano de Mario Roberto, el máximo dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército Revolucionario del Pueblo. Coronel manifiesta allí que les dijo a los visitantes que "nosotros en el caso de Santucho, detuvimos, interrogamos, y enviamos el resultado de inmediato a las autoridades argentinas" y que "no tendríamos probablemente ningún inconveniente de entregarlo a Santucho siempre y cuando también de parte de ellos tengamos la misma respuesta sobre algunos elementos subversivos nuestros que también trabajan en contra de ellos, porque están aliados con los elementos izquierdistas de su país". Finalmente el documento termina mencionando que Rivera y Di Napoli Vita "prometieron regresar para seguir conversando sobre el tema".

  Santucho y Fuentes Alarcón fueron secuestrados en Asunción el 16 de mayo de 1975. Santucho no fue entregado a las autoridades argentinas --que aún eran constitucionales-- aunque, como se desprende del texto citado anteriormente, éstas fueron informadas de inmediato del resultado de su "interrogatorio". Según relató el mismo Santucho --luego de ser liberado en 1979 como producto de una campaña internacional-- policías y militares de este país se dirigieron a Paraguay para interpelarlo y torturarlo personalmente. "En todos esos interrogatorios el centro del objetivo de las preguntas radicaba especialmente en la situación de mi hermano, dónde vivía, dónde funcionaba la escuela militar del Ejército Revolucionario del Pueblo; vale decir, todos los interrogatorios, sean hechos por paraguayos, uruguayos, chilenos y argentinos se referían específicamente a problemas de la República Argentina", aseguró Santucho.

  Fuentes Alarcón, militante del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), sí fue entregado a las autoridades chilenas. Según consta en la ficha con su foto y datos personales elaborada por la dictadura paraguaya, "fue puesto en libertad el 23 de setiembre de 1975 y expulsado por el aeropuerto Presidente Stroessner". En realidad, Fuentes Alarcón fue  llevado por la DINA --la policía secreta del dictador Augusto Pinochet-- desde Paraguay a un campo de concentración ubicado cerca de Santiago. Allí fue visto por otros detenidos que declararon que llegó "muy mal herido debido a las torturas". El hombre, de 28 años al ser secuestrado, aún está desaparecido.

  Dos días después de la entrega de Fuentes Alarcón a Chile, Manuel Contreras, director de la DINA, envió una carta de gratitud a Coronel. Allí le escribió: "Junto con tener el grato placer de saludarlo le hace llegar los más sinceros agradecimientos por la colaboración prestada para felicitar las gestiones relativas a la Misión que debió cumplir mi personal en la hermana república de Paraguay y estoy cierto que esa mutua cooperación continuará en forma siempre creciente para el logro de los objetivos comunes coincidentes de ambos servicios". La colaboración entre los servicios, se sabe, se incrementó. Y el 29 de octubre se oficializó --tal como fue publicado por Página/12 en octubre pasado-- mediante un documento de 11 páginas en el que se resumieron los "fundamentos", la "proposición", los "países participantes" y el "programa de trabajo" de la Operación Cóndor. Así, los documentos secretos encontrados en Paraguay y los desclasificados por el gobierno de Estados Unidos permitieron ponerle una fecha de nacimiento al Operativo Cóndor: 29 de octubre de 1975.    

  Los puntos señalados en el documento que parió al Cóndor fueron discutidos en una reunión que se llevó a cabo en Santiago de Chile entre el 25 de noviembre y el 1º de diciembre de 1975 y contó con la presencia de los jefes de inteligencia militar de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay.

  Si bien los crímenes de la represión latinoamericana se internacionalizaron antes del secuestro de Santucho y Fuentes Alarcón --el asesinato en Buenos Aires del general chileno Carlos Prats y su esposa el 30 de setiembre de 1974 es un ejemplo elocuente--, la detención de estos dos hombres fue un hito en el diálogo entre los ejércitos argentinos, paraguayos y chilenos para coordinar y luego formalizar el intercambio de prisioneros.

  El comunicado en el que Coronel informa sobre las gestiones realizadas con los policías argentinos en relación con Santucho y la ficha personal de Fuentes Alarcón encontrada en los archivos del Terror de Paraguay servirán de prueba en el juicio contra los dictadores del Cono Sur que inició aquí un grupo de familiares de las víctimas. Allí se imputó a Jorge Rafael Videla, Augusto Pinochet y Alfredo Stroessner, entre otros, con el fundamento de que la desaparición de personas constituye un delito permanente. En la causa resta definir si el juzgado a cargo será el de Adolfo Bagnasco --en donde recayó por sorteo-- o el de Gustavo Literas --quien podría hacerse cargo porque la investigación podría tener conexidad con otro proceso que está investigando--. Independientemente de la resolución de esta cuestión formal, los abogados Alberto Pedroncini, David Baigún, Albor Ungaro y Carlos Zamorano presentarán los documentos los primeros días de febrero, apenas termine la feria judicial.

Martín Almada, descubridor de los Archivos del Terror

Augusto Pinochet, Chile


ABUELAS INVESTIGAN UN NIÑO PRESUNTAMENTE DEVUELTO
Buscan luz en un caso oscuro


Por V.G.

Las Abuelas de Plaza de Mayo están investigando el caso de un niño que podría ser hijo de argentinos víctimas del Plan Cóndor. Martín Almada, el descubridor de los archivos del terror y presidente del Tribunal Etico contra la Impunidad de Paraguay, entregó a la agrupación algunos documentos relacionados con un niño que aparece con el nombre de Osvaldo Antonio Landi o Andrés Domínguez Pizarro y que, según los papeles de la policía paraguaya, habría sido devuelto a una abuela materna que vive en la provincia de San Juan. Los documentos también fueron exhibidos por Almada al ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, y a la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, quienes se comprometieron a ocuparse del asunto.

  Dora Marta Landi y Alejandro José Logoluso, ambos argentinos, fueron secuestrados en Paraguay en marzo de 1977. Su caso fue presentado por Almada ante el juez español Baltasar Garzón como un ejemplo de la operativa del Cóndor. Un papel encontrado en Paraguay señaló que ellos, junto con un grupo de detenidos uruguayos, viajaron desde Asunción a Buenos Aires el 16 de mayo de 1977 en un avión de la Armada Argentina piloteado por el capitán "José Abdala" --el alias de Luis D'Imperio-- y fueron entregados a miembros de la SIDE. El documento que deja constancia del traslado de prisioneros fue uno de los primeros analizados luego del descubrimiento de las cinco toneladas del archivo del terror en 1992. El viernes, el juez Juan José Galeano solicitó autorización a Paraguay para interrogar a dos militares que tienen relación con este caso.    

  Recientemente, Almada recuperó de los archivos una serie de documentos que le llamaron la atención: el primero es un dictamen de un asesor jurídico de la policía paraguaya. Allí se habla de un menor "hijo del matrimonio Landi, detenidos en dependencias del departamento de Investigaciones" (sic). El papel también está firmado por Pastor Coronel, jefe de la policía política de Asunción. En otro papel, también formado por Coronel, se dice que el niño, cuyo nombre verdadero sería Andrés Domínguez Pizarro y tendría documento mexicano, fue puesto a disposición de la Defensoría general de Menores. Y en una tercera nota, fechada el 15 de diciembre de 1979, se dice que el menor fue entregado a la "señora Clara Delia Aguirre Pizarro", que vive en la "provincia de San Juan, República Argentina". El nombre del niño, que presuntamente sería falso, alertó a Almada, quien entregó estos documentos a las Abuelas, a Gil Lavedra y Conti. 

  Las Abuelas comenzaron una investigación de inmediato y, según relató Estela Carlotto a Página/12, ya pudieron establecer que el niño aludido no sería hijo de Marta Landi. Sin embargo, continúan recabando datos. El próximo paso será constatar la existencia de la abuela que habría recibido el niño en San Juan. "Queremos saber si se trata de un chico de padres desaparecidos. El hecho de que tuviera un pasaporte falso puede indicar que su familia fuera perseguida", explicó Carlotto. El caso también fue tomado por Gil Lavedra y Conti. El ministro dio instrucciones a la subsecretaria de Derechos Humanos para que se ocupara del asunto. De hecho, la funcionaria planea viajar en poco tiempo a Paraguay. Allí, de acuerdo con el compromiso asumido por Gil Lavedra, Argentina colaborará y dará asesoramiento para crear una oficina en la que se investiguen los crímenes de la dictadura al estilo de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep).


PRINCIPAL