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CAMPAÑA DE BENETTON CON FOTOS DE CONDENADOS A MORIR
Mirándole la cara a la muerte


La marca italiana lanzará en los próximos meses
  otra controvertida campaña. Esta vez se 
trata de un alegato contra la pena de muerte

Tres de las fotos de los condenados que se verán en los afiches


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No parecen ser los mejores candidatos para modelos de publicidad. Todos ellos son asesinos, o están acusados de serlo. En sus prontuarios se cuentan crímenes horribles: en algunos casos sus víctimas eran niños, otras eran mujeres que fueron violadas antes del asesinato. Todos están condenados a muerte. Y sin embargo son sus rostros los que mostrará la campaña publicitaria anunciada por Benetton. Famosa por sus controvertidos avisos, esta vez la marca italiana intenta convertir su campaña en un alegato en contra de la pena de muerte. Para ello entrevistó y fotografió a numerosos condenados en Estados Unidos. La perturbadora mirada de esos hombres que habitan el "pasillo de la muerte" en los próximos días quedará estampada en miles de muros de Europa, América y Asia junto con el logo "United Colors of Benetton".

  La provocación, es sabido, es la base de las campañas de Benetton. La firma ha preferido, más que mostrar remeras o buzos de colores, impactar con imágenes como la de un enfermo de sida o una víctima de la guerra en Bosnia. A la crítica de que usa escenas desgarradoras de la realidad para imponer una marca comercial, sus creativos responden que logran así generar conciencia social sobre esos temas. No todo el mundo acepta el argumento: grupos franceses de lucha contra el sida le iniciaron años atrás a la empresa una demanda por "explotación comercial del sufrimiento".

  Titulada "Mirando la muerte a la cara", esta campaña pretende --según explica Benetton-- "devolver a los condenados a muerte una cara humana", mostrar a la gente "la realidad de la pena capital, de modo que nadie pueda considerarla como un problema distante o la noticia que ocasionalmente aparece en TV". 

  Por eso, los retratados son hombres que han matado. Las críticas ya se oyen en Estados Unidos en la boca de los familiares de sus víctimas. Benetton sabe que la campaña le puede hacer perder clientes. "Eso puede suceder --ha dicho el fotógrafo Olivero Toscani--. Pero como resultado de la campaña podemos ganar nuevos clientes. Si la publicidad hiciera feliz a todo el mundo, sería un acto de hipocresía".

  Pero esta vez la firma se ocupó de afinar el mensaje: la campaña no se limita a las fotos. A lo largo de los últimos dos años, Toscani visitó numerosas prisiones de Estados Unidos, acompañado por un periodista y un abogado. Allí entrevistaron a docenas de condenados a muerte. Sus historias --que se dan a conocer en publicaciones y en el sitio de la empresa en la web-- son tan perturbadoras como los crímenes.     

  Leroy Orange tiene 50 años cumplidos y está acusado de cuatro homicidios en primer grado, agravados por un incendio intencional. Fue sentenciado a muerte con una inyección letal. Dice que firmó su confesión después de haber sido sometido a una sesión de tormentos, que nunca fueron investigados. "Ellos llegaron con una bolsa de plástico y la pusieron en mi cabeza. Armaron una historia y me pedían que hiciera las cosas fáciles, que dijera dónde estaban las armas. Yo no podía hacerlo. Esa noche me aplicaron descargas eléctricas. Con los dientes apretados traté de gritar, pero ¿los que estaban afuera me iban a ayudar? Luego me pusieron de espaldas, me bajaron los pantalones y trataron de ponerme algo en el recto, hasta que me lastimaron. Ahí decidí firmar lo que luego entendí, era una confesión.

  Después de 15 años de prisión, Leroy aún está esperanzado en una revisión de su causa. "La policía y los abogados de Chicago tienen una alta desatención por la comunidad negra, porque saben que somos pobres, que no tenemos una adecuada representación", se queja.

  Bobby Lee Harris, de 34 años, también está acusado de asesinato y fue condenado a morir bajo la misma forma, en el estado de Virginia. "A veces dudo si esto va a suceder realmente --relata--. A veces sueño que estoy muerto. O que estoy siendo ejecutado". Está enojado con él mismo por haberse metido en este problema. Y sugiere a los jóvenes que pueden llegar a seguir su camino: "Espero que no caigan en las drogas ni en los líos como los que yo hice cuando estaba creciendo".

 

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