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La población acudió
en masa a protestar contra ETA, que el viernes asesinó a un teniente
coronel del Ejército, convertido así en la primera víctima mortal de la
organización independentista vasca desde el fin de la tregua que observó
durante 14 meses. El presidente del gobierno español, José María Aznar,
el líder de la oposición socialista, Joaquín Almunia, antiguos jefes de
gobierno y dirigentes sindicales encabezaron la manifestación. El
presidente del gobierno, José María Aznar, se puso al frente de la
marcha, acompañado por sus tres predecesores, Felipe González, Adolfo Suárez
y Leopoldo Calvo Sotelo. Junto a otras personalidades abrían el desfile
con una pancarta gigante con el lema: "Por la paz y la libertad. No
al terrorismo".
El delegado del
gobierno en Madrid, Pedro Núñez Morgades, afirmó que al menos 1,1
millones de personas, cerca de un tercio de la población de la ciudad,
había participado en la marcha. Si esta cifra se confirma, sería la
mayor manifestación anti ETA, después de la que en julio de 1997 había
reunido a un millón y medio de personas para protestar contra el
secuestro y asesinato del joven concejal vasco, Miguel Angel Blanco.
La marcha no habría
registrado ningún incidente si no fuera por un altercado entre los
manifestantes y un grupo de jóvenes militantes de extrema derecha, que
pedían el reestablecimiento de la pena de muerte. La policía intervino.
Tras la conclusión de la manifestación en la Puerta del Sol, el actor
vasco Imanol Arias leyó un comunicado en el que exigió "firmeza y
unidad a todos los partidos democráticos" contra el terrorismo.
"La responsabilidad íntegra de este crimen es de ETA. Son
responsables quienes han matado, y se convierten en sus cómplices quienes
lamentan esa muerte, pero se niegan a admitir que no hay excusa alguna que
la justifique. Con la firmeza de nuestras convicciones, podemos afirmar:
¡No a la violencia! ¡No al terrorismo! ¡Basta ya! ¡Que dejen de
matar!", concluyó.
Algunos manifestantes
portaban pancartas contra la organización armada, en los que se podía
leer "ETA no". Otros desplegaron carteles con el lema
"Basta ya", para manifestar su hastío ante un sangriento
conflicto que dura desde 1968 y que ha costado ya 770 vidas. La víctima número 770 fue el teniente coronel Pedro Antonio Blanco García, quien murió el viernes en Madrid con un coche bomba, que ETA hizo explotar a su paso. Fue el primer atentado mortal de ETA después de 19 meses, y el primero desde que la organización separatista vasca proclamó a finales de noviembre el fin de una tregua indefinida que observaba desde 1998 y que había durado 14 meses.
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