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Se fue la militante de risa fácil y ojos tristes

Perla Waserman, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, murió el sábado. La vida de una luchadora, hija y madre de militantes.


Por Adriana Meyer
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Era alegre, ansiosa y charlatana, tenía la risa fácil y le gustaba cantar, pero había un dejo de tristeza en su mirada clara. Se llamaba Serla --un nombre judío--, pero todos la llamaban Perla. Nació en 1925 en Pachew, un pueblo campesino ubicado a cien kilómetros de Varsovia. Su padre, Abraham, era "del partido de Lenin", como ella lo recordaba. Lo vio llorar cuando leyó en el diario que Hitler había ganado las elecciones en el '32. Llegó a la Argentina a los cinco años porque los Waserman huyeron de la pobreza y de la persecución política y religiosa. Fue militante, madre de militante y Madre de Plaza de Mayo hasta que el sábado su brioso corazón dejó de latir.

  Se casó a los 17 y al poco tiempo tuvo a su primera hija. Luego nació Susana, quien fue secuestrada durante la dictadura y permanece desaparecida. Pero antes había caído ella, que militaba en el Partido Socialista. Fue detenida en mayo de 1975 y estuvo dos años en Banfield, Olmos y Devoto. Su carácter chispeante la hizo cantar y actuar en la cárcel. "Lo hacíamos para paliar el miedo", explicaba. Cuando salió en libertad se enteró de que se habían llevado a Susana. Sólo cuando lo recordaba su voz y sus ojos se ensombrecían. "Tenía un taller donde hacía polleras y mi hija, que estaba en el ERP, me pidió que emplee a una chica. Yo no sabía, pero resultó ser la sobrina de Santucho", contaba.

  Al principio tuvo temor, pero finalmente se integró a las Madres que daban vueltas en torno de la Plaza de Mayo. Cuando se produjo la división entre las de Hebe de Bonafini y las de la Línea Fundadora --por la cual optó--, ella se enfermó de amargura. "Me hizo muy mal y entonces mi otra hija me mostró un aviso donde se promocionaba el secundario para adultos. Me decidí a cursarlo y al terminarlo me enganché en el ciclo básico para la facultad", recordaba.

  Le faltaban dos materias para terminar la carrera de Historia, y quería seguir estudiando Antropología. Sus compañeros, a quienes consideraba como "mis hijos o mis nietos", piensan ponerle Perla Waserman a una de las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. "El estudio de la historia me dio elementos para fortalecer mi creencia política", solía afirmar. Fue candidata a legisladora de Izquierda Unida en las últimas dos elecciones nacionales.

  Este mes había estado en Cuba. "Mantuvo intacta su fe en la revolución, y aunque le dolían las concesiones y las dificultades que enfrenta seguía pensando que las soluciones están dentro del socialismo", confió a este diario su compañero, Alberto de Renzis. La pareja se había encontrado en la vejez y se amó con devoción. Perla se enfermó antes de dejar la isla. En la ventosa madrugada del sábado le falló el ajetreado corazón mientras dormía en el departamento de su compañero en Parque Patricios.

  El escritor Pedro de León la convirtió en uno de los personajes de su novela histórica Manifiesto, revolución...¿y después? Era Perla, la remojada, "una polaquita de buen porte y mejor andar a la que el jefe se la trajo a la emisora como locutora, y eso porque en cuanto a mover la lengua vaya si la mueve..."

  El jueves las Madres de Plaza de Mayo la homenajearán al finalizar su ronda. Y ayer fue recordada durante el acto de Memoria Activa frente a Tribunales. En 1998, durante la marcha de repudio al golpe militar de 1976, le dijo a Página/12 que quería "ser un ejemplo de que no hay que abandonar las ilusiones sino vivir para lograr lo que uno sueña".

 

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