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Desde Dolores Como se preveía, los alegatos de la defensa de los imputados empezaron con polémicas y pedidos de nulidad. Fernando Burlando y Juan Martín Cerolini --abogados de los horneros Horacio Braga, Sergio González, José Luis Auge y Héctor Retana-- cuestionaron la legitimidad de lo actuado durante el juicio oral. Los letrados exigieron la nulidad de la audiencia debate que se inició el martes 14 de diciembre pasado. Además, pidieron que se absuelva a los cuatro acusados de Los Hornos del delito más grave que se les imputa: homicidio doblemente calificado. La dupla de abogados de La Plata pidió que a sus defendidos Horacio Braga y Sergio González se los condene sólo por participación secundaria en el asesinato, y no como "coautores", como sostiene la acusación fiscal. Para José Luis Auge y Héctor Retana, pidieron la absolución del homicidio calificado, y que se los tenga como "partícipes secundarios" del secuestro de José Luis Cabezas.
La
suerte está echada. Esa es la sensación que recorre la sala de
audiencias del Tribunal de Dolores y que los abogados defensores reconocen
en secreto. Sólo faltan los alegatos y por eso los letrados que
representan a los imputados quieren aprovecharlos al máximo. Ayer,
por ejemplo, Fernando Burlando y Juan Martín Cerolini jugaron su carta.
Pidieron la nulidad del juicio oral que deben resolver los jueces Raúl
Begué, Susana Yaltone y Jorge Dupuy, de la Cámara Penal de Dolores.
Sobre el final del extenso alegato, que comenzó pasadas las 10 y terminó
diez horas después, Juan Martín Cerolini acusó al Tribunal por haber
violado garantías constitucionales. "Esta parte ha sido
perjudicada", imputó, mientras el presidente de la Cámara, Raúl
Begué, lo miraba detenidamente. "Por eso --agregó el abogado-- este
defensor solicita la nulidad del juicio."
La
sentencia se conocerá posiblemente el lunes 31. En forma repetitiva, con
el histrionismo de un actor de melodrama, Fernando Burlando intentó
convertir a sus defendidos en víctimas pasivas de una situación límite.
Para ello, consideró a Retana y Auge "testigos privilegiados"
del crimen y a los otros dos, Braga y González, los llamó --debido a sus
características psicológicas-- "instrumentos de Prellezo".
La
retórica melodramática no tuvo límites. "Fueron las otras víctimas
de este caso, como José Luis Cabezas pagó con su vida, ellos pagaron con
su libertad", dijo Burlando sobre los horneros. No conmovió a nadie.
Tampoco se ahorró adjetivos para llamar a Prellezo, a quien acusaron de
ser el ejecutor del crimen. "Una mente enferma y maquiavélica",
definió el abogado al presunto autor material del hecho.
Para
demostrar que Braga, González, Retana y Auge no tuvieron capacidad de
decidir, los abogados describieron la personalidad de los imputados.
"Tiene un nivel intelectual fronterizo ligado a la deficiencia
mental", dijo Burlando sobre Auge. "Es consumidor de drogas
desde los catorce años", dijo de Retana. Al final, Burlando definió
a los cuatro horneros como "cuatro personas marginales con actitudes
circenses, exhibicionistas" que tienen "personalidades apagadas,
maleables, influenciables".
El
alegato de los defensores de los horneros reveló también algo que
caracteriza la causa por el crimen de Cabezas. Las varias declaraciones
son la única prueba --legítima o no-- que existe sobre lo que pasó en
la cava. Los abogados de los horneros aprovecharon eso para cuestionar a
la fiscalía y a los abogados de los damnificados. Los acusaron de
"dividir las confesiones según sus intereses particulares".
Burlando y Cerolini se referían a que tanto el ministerio público fiscal
como los abogados Oscar Pellicori y Alejandro Vecchi reconocen como
ciertos algunos fragmentos de las declaraciones de los horneros y desechan
otras partes, que favorecen la situación de los cuatro imputados. Este es
uno de los argumentos que utilizó la defensa ayer para atacar la acusación. Informe: Martín Piqué REPORTAJE
A LA MADRE DE CABEZAS
"Entré a la
fiscalía y los policías se pusieron de pie. Les dije 'eso no me lo hagan
nunca más'. Porque yo sigo siendo Norma, una mujer simple, de
barrio." Norma Rosa Marotti de Cabezas es, como ella dice, una mujer
simple, de voz grave, que parece quebrarse cuando habla. En la madrugada
del 25 de enero de 1997, su hijo José Luis fue asesinado en Pinamar.
Desde entonces su vida es otra. Vive para cumplir con una promesa: llegar
a la verdad y a la justicia. Cree que un buen día, no muy lejano, la va a
cumplir.
--¿Cómo es la vida cotidiana de la
familia Cabezas a tres años del asesinato?
--Estamos todo el día
hablando de José Luis, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
Yo no quiero ir más a ninguna reunión. Creo que no nos vamos a recuperar
nunca más, porque José Luis era un eslabón muy grande para nosotros y
vemos los nenes y nos ponemos muy mal, principalmente cuando vemos a Juan,
que es muy parecido en todo a él. Es agresivo, bah... no agresivo, es
calentón. Así le decía a sus amigos José Luis. Y el nene es igual.
Nosotros nos ponemos mal. Candela tiene los ojos de José Luis. Agustina
se parece mucho a su mamá. Nos falta algo.
--¿Cómo cambió su vida desde que supo
que habían asesinado a su hijo?
--Cambió
todo. Yo era una mujer que estaba en mi casa. Miraba novelas por televisión,
planchaba, lavaba. Me iba a lo de Gladys o a lo de José Luis. Vivía en
la provincia, en Avellaneda. Cosía, tejía, cocinaba. Sigo cocinando
ahora. Pero desde que murió mi hijo no sé qué es mirar una novela, me
la paso mirando informativos. Rozándome con gente buena como con gente
mala, gente que me ha traicionado. Pero yo sigo siendo la misma. Un día
entré a la fiscalía y los policías se pusieron de pie. Les dije
"eso no me lo hagan nunca más". Porque yo sigo siendo Norma,
una mujer simple, de barrio. Me trate con quien me trate. Si me quieren
sacar una foto, me la sacan. Yo no le digo a nadie que no. Porque mi hijo,
pobrecito, si habrá luchado para sacar una foto. No es por la foto que lo
mataron, debe ser por algo más grosso.
--¿Se sintieron
acompañados en este tiempo?
--En los medios el
tema decayó un poco, ahora empezaron a hablar porque está el juicio.
Después se terminará. Pero vamos a empezar con un segundo juicio, si
Dios quiere, porque hay mucha gente afuera y faltan muchos. Yo, al
comisario (Pedro Alberto) Gómez lo hubiese querido ya adentro. Pero hay
muchos más que el comisario Gómez, y gente de arriba, de poder, que
también están. No los puedo nombrar, desgraciadamente. Como siempre
digo, Yabrán está vivo, no murió, y está moviendo los hilos.
--Ante las tragedias, muchas veces las
mujeres son las que se muestran más fuertes. Por ejemplo, las Madres de
Plaza de Mayo, las madres de las víctimas del gatillo fácil. ¿En su
familia se han mantenido fuertes?
--Sí. Yo me mantengo
fuerte y lo ayudé a José mucho. Lo ayudé a levantarse. Yo lo ayudé
mucho, Cristina también, y Gladys es más fuerte que nosotros, tiene
mucho carácter, y sabe enfrentar las cosas. Yo también, yo me enojo y
enfrento las cosas y las digo, porque si no me muero, si no las digo. A mí
la gente me para en la calle, yo vivo en pleno centro, en Capital. Los
taxistas me levantan los dedos, "adelante Cabezas",
"adelante Norma". No me cobran los viajes. Son muy solidarios en
Buenos Aires. Hace tres años que yo estoy viniendo acá a Dolores, y la
gente es muy buena y muy cariñosa. Espero que la Justicia funcione y les
dé a los culpables lo que les tiene que dar. Para que la gente siga
creyendo. La gente que me dice: "Norma, esto no se va a
aclarar". A mí me duele mucho, porque yo estoy luchando con mi
marido, con mi hija, con mi abogado.
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