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Pasaje a Mendoza con robo al micro incluido

Tres asaltantes que subieron como pasajeros a un ómnibus que iba de Retiro a Mendoza desviaron el coche a la altura de Junín. Allí los esperaba al menos otro cómplice. La banda desvalijó a toda la gente. Una mujer fue desnudada y golpeada porque había escondido el anillo.


Por Alejandra Dandan
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Pasaban treinta minutos de las once de la noche. El interno 37 de CATA llegaba al kilómetro 235 de la ruta 7 cuando uno de los pasajeros se levantó, se acercó a los conductores y a punta de pistola dio el primer indicio de lo que serían tres horas de trastorno. El ómnibus que se dirigía a Mendoza el sábado por la noche fue desviado hasta un descampado, a la altura de Junín, con los 42 pasajeros a bordo. El hombre camuflado de turista viajaba con otros dos cómplices adentro y al menos uno más afuera. En un bosque de eucaliptos, los pasajeros fueron obligados a entregar dinero y objetos de valor. Lo hicieron todos, menos una mujer que intentó esconder su alianza: resultó una provocación, fue desnudada y golpeada con un arma. Aunque aún se desconoce la identidad de los miembros de la banda, la policía de Junín asegura que al menos uno de ellos --ya identificado-- había estado detenido. Casos como estos se reactivan durante la época de traslado masivo de turistas en temporada alta. En este contexto, el dueño de la empresa, Julio Elmelaj, criticó por "ineficiente" el sistema de seguridad de las terminales de ómnibus. En noviembre, otro micro fue asaltado con la misma modalidad a la altura de Ezeiza.  

  La investigación iniciada en la Delegación Departamental de Junín fue caratulada como "robo calificado y privación ilegal de la libertad". La denuncia fue hecha por Pablo Javier Calero, 23 años --dice el expediente--, empleado, domiciliado en al provincia de Mendoza, "quien resulta ser chofer de la empresa de transporte de pasajeros CATA Internacional". El interno 37, guiado por Calero, había dejado la terminal de Retiro a las 19.30. El micro partía con 25 personas. Existieron cuatro paradas más: Liniers, Morón, Moreno y Luján. Los tres hombres que más tarde palpaban cuerpos y equipajes de los pasajeros habrían subido en Liniers.

  El interno 37, habría sido objetivo errado. Al menos así lo cree el dueño de CATA. "Estos tipos habrán pensado que éste era el recorrido internacional que traslada más turistas, pero terminábamos en Mendoza", dijo a Página/12. Entre los pasajeros viajaban sólo tres brasileños y algunos argentinos que salían al exterior. La mayoría eran peruanos, chilenos y bolivianos que hacen regularmente ese circuito, con pocos billetes.

  El punto elegido para desviar el colectivo fue el kilómetro 235. Calero estaba a cargo del volante. Maximiliano Farías, su copiloto, dormía. Junto al chofer viajaba un pasajero, más tarde identificado como comisario retirado, que hizo un intento fallido por repeler a uno de los asaltantes. Sostenido por los otros dos cómplices, el asaltante emitió una orden a la azafata: "Avíseles a los pasajeros que el ómnibus va a desviarse por un accidente". A poco de andar, en el kilómetro 250, Calero desvió el micro por una calle de tierra que une la ruta 7 con la 46, hacia el pueblo de Morse. Pocos kilómetros más adelante, antes de detener la marcha en un bosque de eucaliptos, los asaltantes rompieron la radio transmisora.

  En el piso y boca a bajo, con las manos en la nuca, fueron colocados cada una de las personas que viajaban. Palparon a todos y les extrajeron todo el dinero y objetos de valor. Se llevaron además documentos y pasaportes de los extranjeros. "Sólo a una mujer boliviana --explica Elmelaj--, que había querido guardarse la alianza y parece que la vieron, la hicieron desvestir y la golpearon". También una chiquilina fue golpeada. Era su hija que, asustada, había comenzado a gritar.

  No quedó sitio del colectivo sin revisar. Los asaltantes siguieron buscando cosas que llevarse entre los equipajes, bajo los asientos, el piso y en cada compartimento del bar. Levantaron los 10.500 pesos de recaudación de CATA. Y no hubo más. Era la 1.30. Escaparon en el auto de auxilio que los acompañaba. Antes de despedirse, echaron las llaves del ómnibus tras un árbol y exigieron media hora de tiempo.

  En Junín, la policía tomó declaraciones y algunos de los pasajeros fueron atendidos por la terminal que tiene la empresa allí. Los tres brasileños decidieron cancelar su visita a Mendoza. CATA los regresó a Buenos Aires y los condujo a Florianópolis. El resto de los pasajeros llegó a Mendoza el domingo por la noche, algunos extranjeros siguen varados allí esperando concluir los trámites.

  Para el comisario Rubén Domínguez "no es gente joven, joven --dice a Página/12-- están acostumbrados a cometer estos hechos, porque no se pusieron nerviosos". La prueba para Domínguez fueron los pocos daños entre los pasajeros, la velocidad y la maniobras de la banda en una zona donde sabían cómo moverse. De todos modos, fuentes de la Departamental indicaron que uno de ellos tendría antecedentes como pirata del asfalto.

  Desde la empresa fue criticada la falta de seguridad en terminales como Retiro. "Así como los aeropuertos tienen la policía aeronáutica --indica Elmelaj--, creo que en la terminal de Retiro los empresarios estarían muy de acuerdo con medidas como aquéllas. Si no terminarían los problemas, al menos sería un adelanto".

 

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