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La investigación iniciada en la Delegación Departamental de Junín
fue caratulada como "robo calificado y privación ilegal de la
libertad". La denuncia fue hecha por Pablo Javier Calero, 23 años
--dice el expediente--, empleado, domiciliado en al provincia de Mendoza,
"quien resulta ser chofer de la empresa de transporte de pasajeros
CATA Internacional". El interno 37, guiado por Calero, había dejado
la terminal de Retiro a las 19.30. El micro partía con 25 personas.
Existieron cuatro paradas más: Liniers, Morón, Moreno y Luján. Los tres
hombres que más tarde palpaban cuerpos y equipajes de los pasajeros habrían
subido en Liniers.
El interno 37, habría
sido objetivo errado. Al menos así lo cree el dueño de CATA. "Estos
tipos habrán pensado que éste era el recorrido internacional que
traslada más turistas, pero terminábamos en Mendoza", dijo a Página/12.
Entre los pasajeros viajaban sólo tres brasileños y algunos argentinos
que salían al exterior. La mayoría eran peruanos, chilenos y bolivianos
que hacen regularmente ese circuito, con pocos billetes.
El punto elegido para
desviar el colectivo fue el kilómetro 235. Calero estaba a cargo del
volante. Maximiliano Farías, su copiloto, dormía. Junto al chofer
viajaba un pasajero, más tarde identificado como comisario retirado, que
hizo un intento fallido por repeler a uno de los asaltantes. Sostenido por
los otros dos cómplices, el asaltante emitió una orden a la azafata:
"Avíseles a los pasajeros que el ómnibus va a desviarse por un
accidente". A poco de andar, en el kilómetro 250, Calero desvió el
micro por una calle de tierra que une la ruta 7 con la 46, hacia el pueblo
de Morse. Pocos kilómetros más adelante, antes de detener la marcha en
un bosque de eucaliptos, los asaltantes rompieron la radio transmisora.
En el piso y boca a
bajo, con las manos en la nuca, fueron colocados cada una de las personas
que viajaban. Palparon a todos y les extrajeron todo el dinero y objetos
de valor. Se llevaron además documentos y pasaportes de los extranjeros.
"Sólo a una mujer boliviana --explica Elmelaj--, que había querido
guardarse la alianza y parece que la vieron, la hicieron desvestir y la
golpearon". También una chiquilina fue golpeada. Era su hija que,
asustada, había comenzado a gritar.
No quedó sitio del
colectivo sin revisar. Los asaltantes siguieron buscando cosas que
llevarse entre los equipajes, bajo los asientos, el piso y en cada
compartimento del bar. Levantaron los 10.500 pesos de recaudación de
CATA. Y no hubo más. Era la 1.30. Escaparon en el auto de auxilio que los
acompañaba. Antes de despedirse, echaron las llaves del ómnibus tras un
árbol y exigieron media hora de tiempo.
En Junín, la policía
tomó declaraciones y algunos de los pasajeros fueron atendidos por la
terminal que tiene la empresa allí. Los tres brasileños decidieron
cancelar su visita a Mendoza. CATA los regresó a Buenos Aires y los
condujo a Florianópolis. El resto de los pasajeros llegó a Mendoza el
domingo por la noche, algunos extranjeros siguen varados allí esperando
concluir los trámites.
Para el comisario Rubén
Domínguez "no es gente joven, joven --dice a Página/12-- están
acostumbrados a cometer estos hechos, porque no se pusieron
nerviosos". La prueba para Domínguez fueron los pocos daños entre
los pasajeros, la velocidad y la maniobras de la banda en una zona donde
sabían cómo moverse. De todos modos, fuentes de la Departamental
indicaron que uno de ellos tendría antecedentes como pirata del asfalto. Desde la empresa fue criticada la falta de seguridad en terminales como Retiro. "Así como los aeropuertos tienen la policía aeronáutica --indica Elmelaj--, creo que en la terminal de Retiro los empresarios estarían muy de acuerdo con medidas como aquéllas. Si no terminarían los problemas, al menos sería un adelanto".
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