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Ayer fue el primer duelo por el cargo de Mr President

En el estado de Iowa se inició ayer oficialmente el combate de los precandidatos demócratas y republicanos para las primeras presidenciales norteamericanas del siglo. El voto parece cantado.

Página/12  
en Estados Unidos

Por Mónica Flores Correa  
Desde Nueva York

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Ayer en Iowa largó oficialmente la carrera política por las candidaturas demócrata y republicana de la primera elección presidencial estadounidense del siglo. Al cierre de esta nota, Al Gore y George W. Bush lideraban decididamente en las preferencias de los votantes. Aunque los resultados estaban cantados antes de que los militantes de los partidos se reuniesen al anochecer para debatir y elegir delegados, los dos políticos trabajaron arduamente durante toda la jornada haciendo campaña, instando a la asistencia y advirtiendo contra la inercia o la indiferencia que podía capturar a sus seguidores en un momento tan crucial. En el campo demócrata, el triunfo de Gore pareció demostrar que el vicepresidente ha podido escapar a la "maldición Clinton". Es decir, pareciera haber logrado que los votantes demócratas no lo perciban como la continuación de Bill Clinton, cuya conducta privada avergonzó al partido y hubo de enfrentar un impeachment desencadenado, en suma, por la fellatio de la becaria Monica Lewinsky. En el campo republicano, el gobernador de Texas George Bush demostró que con su discurso de "conservador compasivo" convence cómodamente a los moderados de su agrupación y --con reservas-- al ala de la derecha cristiana.

  Se esperaba que unos 100.000 votantes por cada partido asistieran al "caucus" de Iowa. Este sistema de elección interna consiste en reuniones de los votantes donde éstos manifiestan sus preferencias por los candidatos y eligen así delegados para la posterior convención partidaria en el condado (county). Se lo considera la expresión más representativa de la militancia política de bases. Y aunque la primaria de New Hampshire, agendada para la semana que viene, es vista como el "estreno" oficial de la lucha interna por la candidatura presidencial, los caucuses de Iowa son el "preestreno" que condiciona psicológicamente a los votantes del estado de New England, en la costa Este.

  El rival de Al Gore para la candidatura demócrata, el ex senador y basquetbolista Bill Bradley, puso de antemano buena cara a la derrota. Dijo en las horas previas al caucus que si conseguía sacar en Iowa alrededor del 30 por ciento de los votos quedaría bien ubicado con lo que sus allegados definían como "una victoria moral". Pero  sus posibilidades para tomar la delantera en el futuro parecieron reducirse. Sus simpatizantes temen que en New Hampshire, a pesar de que las encuestas lo dan en un cabeza a cabeza con Gore, los independientes se vuelquen al republicano John Mc Cain después de ver el resultado en Iowa. Además, la programación actual de primarias y caucuses, la más apretada de la historia política norteamericana, no favorece a los competidores con el candidato favorito. Al adelantarse y prácticamente encimarse las primarias más importantes, como las de California y Texas, el candidato que lleve la delantera impondrá rápidamente su supremacía, dejándole pocas chances al principal contendiente. No obstante, New Hampshire todavía puede significar para Bradley un espaldarazo de confianza.

  John Mc Cain, principal rival de Bush Jr., reservó su energía y dólares de campaña para New Hampshire y prefirió no presentarse ayer en Iowa, aunque su nombre figuró en las boletas de votación. La oposición elocuente al hijo del ex presidente se encarnó en el publicista y multimillonario Steven Forbes, que intentó ganarse el favor de los ultraconservadores con su postura antiaborto. Pero a pesar de haber gastado ya 25 millones de dólares en su nuevo esfuerzo presidencialista, las encuestas lo ubicaban en un muy lejano segundo puesto, con apenas 20 por ciento de los votos republicanos contra un 43 por ciento que se inclinaba por el gobernador de Texas. Gary Bauer, "pater" de la derecha cristiana, el senador Orrin Hatch de Utah y el comentarista político Alan Keyes también se presentaron ayer. Pero sus posibilidades de conquistar el beneplácito mayoritario de los republicanos eran prácticamente nulas. 

 

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