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�Estaríamos en deuda si nos conformáramos con haber obtenido sólo una condena. Porque somos conscientes de que los interrogantes y las dudas que rodean el crimen, durante este juicio, no se han despejado.� La voz de Gladys Cabezas se alzó sobre el pequeño escenario ubicado en el centro de la plaza central de Dolores. Con la mirada perdida en los más de doscientos rostros que la miraban conmovidos, la hermana del reportero gráfico agregó, para que no quedaran dudas: �La familia Cabezas no busca venganza, busca justicia. No busca nombres, busca a los responsables�. Después se descubrió una placa y, al final, se soltaron globos negros, mientras los asistentes miraban al cielo. Así terminó la jornada en homenaje de José Luis Cabezas, en el tercer aniversario de su asesinato. Ya pasaron tres años, desde aquel 25 de enero de 1997 cuando apareció, en la cava de General Madariaga, el cadáver calcinado de José Luis Cabezas. Ayer, la familia del reportero gráfico, sus viejos compañeros de trabajo, algunos gremios de la zona, sacerdotes, familiares de víctimas del gatillo fácil y espontáneos asistentes que residen en Dolores se juntaron para recordar al fotógrafo y para reclamar por justicia y por verdad. Mientras, a dos cuadras, en el Tribunal, continuaba la audiencia oral por medio de la cual la Justicia debe encontrar y condenar a los culpables, en la plaza Castelli se escucharon críticas a funcionarios, policías y al mismo juicio oral. La siesta pueblerina, costumbre en Dolores, la interrumpió una radio abierta. Después se celebró una misa, convocada bajo el lema �por la verdad y la justicia� por la familia Cabezas y el Centro de Estudios contra la Impunidad (Cecli) que agrupa a víctimas de la violencia policial. Ya había más de doscientas personas, cuando el cura párroco Juan Carlos Di Sanzo sorprendió a todos con su durísimo sermón. �Cuidado �advirtió en tono solemne�: quieren despolitizar el crimen para salvar a todos los políticos cómplices.� Se refería, obviamente, al juicio oral que se desarrolla en esta ciudad desde el martes 14 de diciembre pasado. Los carteles con rostros de jóvenes asesinados por la policía adornaban los árboles de la plaza. Con la presencia del sacerdote Luis Farinello, de Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; de la mujer del gobernador bonaerense, María Zapatero de Ruckauf; y del senador provincial por la Alianza Alejandro Mosquera, se desarrolló el acto en memoria de Cabezas. Norma, José y Gladys Cabezas �los padres y la hermana del reportero gráfico� junto a Cristina Robledo, la viuda, recibieron demostraciones de cariño, palabras de aliento. La emoción compartida no se podía disimular. Gladys y Cristina, enfundadas en una remera negra con la mirada de Cabezas sobre la consigna �la impunidad de su crimen será la condena de la Argentina�, observaban con los ojos húmedos la escena. La búsqueda de la verdad, la crítica a los intentos por encubrirla, estuvo presente en los encendidos y emotivos discursos de los oradores. Nora Cortiñas, por ejemplo, afirmó desde el pequeño escenario: �En este juicio la gran ausente es la verdad. Faltan muchos de los que tendrían que ser juzgados�. No fue la única. María Carmen Bellstedt, madre de la joven Leticia Bellstedt, que fue asesinada por policías en Quilmes en 1996, meses antes que Cabezas, ironizó desde el palco: �Parafraseando al famoso poema �Setenta balcones y ninguna flor�, yo quiero acusar al señor que sesenta veces dijo: �No me acuerdo�, y no dio ninguna verdad�. Todos los asistentes entendieron que se refería a Víctor Fogelman, el cuestionado jefe de la investigación durante la instrucción del caso Cabezas. �Nuestro compañero del alma, nuestro compañero.� Así definió Osvaldo Baratucci, de la Asociación de Reporteros Gráficos (Argra), a José Luis Cabezas. Ayer, al finalizar su discurso, Baratucci desató los nudos de la emoción. Después, desencajado y tembloroso, sacó fuerzas para gritar: �Cabezas... ¡presente!�. Las doscientas personas respondieron al unísono. Informe: Martín Piqué
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