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 El
fuego parecía haberse olvidado este año de los bosques patagónicos. Por
lo menos hasta ayer al mediodía, cuando el primer incendio forestal de
gran magnitud de la era post María Julia empezó a consumir parte de la
vegetación del cerro Otto, en San Carlos de Bariloche. El fuego comenzó
cerca de las 14 sobre un sector de la ladera sur de la montaña, a unos
tres kilómetros de la ciudad. Al anochecer ya había arrasado más de 20
hectáreas, fue declarado fuera de control y amenazaba con extenderse si
los equipos enviados al monte no lograban extinguirlo antes de la
madrugada de hoy. Los pobladores de los barrios más cercanos al siniestro
analizaban a la noche la posibilidad de abandonar sus viviendas. Una de
las confiterías ubicadas en el cerro debió ser evacuada.El incendio empezó en el llano, cerca de la ruta 258, que conduce a El Bolsón, presuntamente en forma intencional. A las 13.40, el torrero del cerro dio aviso al Servicio de Prevención y Lucha Contra Incendios Forestales (SPLIF), que inmediatamente envió un grupo de brigadistas. En menos de quince minutos, casi cincuenta hombres habían comenzado las tareas de extinción. Una hora más tarde, miembros de Parques Nacionales, Bomberos Voluntarios, Gendarmería y Ejército se habían sumado al grupo inicial. El Plan Nacional para el Manejo del Fuego, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente, aportó dos aviones hidrantes y dos helicópteros. Los medios aéreos atacaron la cola del incendio para evitar que el incendio subiera a la ladera sur del Otto, mientras los terrestres crearon cercos de agua y cortaban la vegetación en la cabeza del incendio. A las 16, el fuego estaba casi controlado, pero el fuerte viento sobrepasó las líneas de contención y tomó la ladera sur del cerro, del lado contrario a la ciudad. �Lo que pasa es que fue explosivo. Automáticamente se puso en marcha todo el sistema, pero el viento y las altas temperaturas pudieron más que nosotros�, confesó a Página/12 Roberto Pablo Molina, coordinador del SPLIF. Las llamas crecieron al tomar contacto con pastizales, matorrales y cipresales, lo que provocó que el incendio se extendiera hacia la parte superior de la ladera. A las 18, los técnicos habían perdido las esperanzas de extinguir el incendio durante el día. El cambio de dirección del viento derrumbó los alentadores pronósticos iniciales y fue decisivo para que quedaran destruidas 23 hectáreas de bosques de ñires achaparrados, cipreses y coihues. La gravedad de la situación decidió a los coordinadores de las tareas de extinción a convocar a un grupo de 45 miembros de elite del Programa Nacional del Manejo del Fuego, con sede en El Bolsón. A las 19.30, se realizó un sobrevuelo sobre el área afectada para obtener datos más precisos con los cuales planificar las tareas para la noche y la mañana de hoy. La idea inicial era aprovechar que el viento se había atenuado para �atacar sobre el frente para poder controlarlo durante el día�. Pero las condiciones volvieron a empeorar. A la noche, los especialistas reconocían que el incendio se encontraba fuera de control, mientras Molina, quien por la tarde aseguraba que no había �ninguna posibilidad de que (el incendio) se extienda hasta las viviendas�, cambiaba su posición para advertir que �ya no podemos hacer nada. Vamos a concentrarnos en defender las viviendas� de los barrios Unión y 34 Hectáreas, ubicados a sólo 500 metros del incendio, debido a que la constante rotación del viento podía conducir las llamas hasta esta zona. Algunos vecinos de la zona estaban dispuestos a abandonar sus casas hasta tanto se alejara el peligro. Por otra parte, los brigadistas evacuaron la confitería Piedras Blancas, ubicada a mitad de altura del cerro, ante el temor de que las llamas alcanzaran el centro turístico.
EL MANEJO DE FUEGO POST MARIA
JULIA
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