Por Fernando D�Addario
En el imaginario de
Raúl Barboza, la ciudad de Cosquín puede ser, alternativamente,
escenario de su desarraigo criollo o una postal esencial de su propia
historia. Allí conoció a su esposa Olga, hace 24 años. Allí también
se despidió, �oficialmente y sin saberlo�, de la Argentina como lugar
de residencia. Un paso por Brasil, giras por Japón, y en 1987 un viaje a
Francia que se convirtió en el inicio de una nueva vida. Hoy, radicado en
París y considerado por la crítica �el rey del chamamé�, puede
volver a Cosquín como si fuese un lugar más en el mundo.
Sin embargo reconoce, en la entrevista concedida a Página/12, que antes
de subir el sábado pasado al escenario de la plaza Próspero Molina �estaba
un poco inquieto, me preguntaba qué iba a hacer, qué debía tocar, cómo
hacerlo. Pensaba que la gente que me conocía de antes iba a decir �este
Raulito no es el mismo chamamecero que se fue�, y es verdad que uno
siempre va cambiando, pero yo siempre reivindiqué mis orígenes, el alma
guaraní que viene de mis ancestros. La cuestión es que estaba nervioso,
y lo charlé con mi señora. Llegamos a la conclusión de que tenía que
tocar igual que como lo hago en Europa, sin ningún condicionamiento por
el hecho de estar en un festival tan tradicional como el de Cosquín�.
Saludó en guaraní y tocó cuatro temas, ante un público que mezclaba
dosis de respeto y estupor ante la brillantez técnica de este �provinciano
nacido en la Capital Federal�. Todos los viernes de febrero ratificará
su prestigio ante un público distinto, el de La Trastienda.
�¿En Cosquín tuvo la tentación de hacer un set �festivalero� para
asegurarse el aplauso?
�No, en ningún momento toqué para el aplauso. Actué solo en las dos
primeras piezas, una manera de decirle al público que ése era yo, el que
había estado ausente tantos años, que tenía una cosa nueva para
mostrar, además de un coraje nuevo para poder mostrar en mi querida
Argentina lo que nunca había podido mostrar.
�¿Por qué antes no podía?
�Porque no se daban las circunstancias. Me tuve que ir de Argentina
porque no podía trabajar. Y no podía trabajar porque intentaba mostrar
mis sentimientos y no necesariamente lo que se suponía que debía hacer
un músico de chamamé. A los 30 años me sentía un revolucionario en el
aspecto musical. Ahora tengo 62, y no estoy dispuesto a hacer concesiones.
�¿Se encontró con el Cosquín que se imaginaba?
�No sé, porque no tuve tiempo de recorrer, estuve un día, metido en el
hotel, ensayando y pensando qué iba a tocar. Tenía el recuerdo de 1982,
cuando estuve por última vez. Yo venía de Brasil con el acordeonista
Luis Carlos Borges y pasamos por la casa del gran acordeonista Hildo
Patriarca. Quería presentarlos en Cosquín. Pero llovió tanto que no
pudimos tocar. Me fui con esa imagen, y aún en Francia, o tocando en
festivales famosos internacionalmente como el Womad, siempre tuve la
impresión de que Cosquín era el evento en el que todos queríamos estar.
Ahí estaba y está representada la base cultural de nuestra vida
folklórica y nativa. Ahí se dieron a conocer Los Huanca Hua, Larralde,
Landriscina, Las Voces Blancas.
�Pero allí también se dictan las normas de lo que �debe� ser el
folklore.
�Bueno, en ese sentido, yo nunca quise estar codificado según las
normas que se imponen en la música. Hay tantas personas que tocan de una
manera, para qué quieren uno más...
�Es probable que el reconocimiento que tiene ahora se lo deba, más
allá de su capacidad, al hecho de haber sido bendecido por los
franceses...
�Muchas veces escuché eso, y lo acepto. Tal vez sirva para que alguien
le preste más atención a esta música, que ha sido muy discriminada. Me
acuerdo que durante mucho tiempo, en los bailes proponían �típica,
jazz, folklore y chamamé�. Como si el chamamé fuese un mundo aparte.
Me fui a Francia a mostrar esta música, el destino me guió, a los 50
años. Y y apara entonces tenía claro que en este trabajo jamás hay que
buscar el éxito, sino tratar de mejorar como artista. El reconocimiento
verdadero llega mucho después, y yo quizás no lo vea.
Otra polémica con
Mahárbiz
A la vez que Horacio Guarany ratificó
su protagonismo popular en la tercera noche de Cosquín, el ambiente
del evento folklórico se alteró por una serie de acusaciones que los
integrantes del grupo Los 4 de Córdoba descargaron sobre Julio
Mahárbiz. La nueva página polémica de la 40a edición se desató
cuando al conjunto cordobés no le fue permitido extender su
actuación a más de tres temas ni sumar invitados. �La idea de Los
4 de Córdoba era hacer más de tres temas porque estamos festejando
los 30 años con la música�, se quejó Víctor Hugo Godoy, bombista
y cantor del grupo. El músico añadió que la negativa para extender
el set e incluir algunos invitados (entre ellos La Mona Jiménez)
partió de Mabel Ongaro, coordinadora artística del festival y esposa
de Mahárbiz. �De esta forma �arremetió Godoy� se comprueba
fielmente que Mahárbiz es el dueño del festival porque en la
Comisión Municipal no hicieron nada para revertir esta situación.�
El entredicho subió de tono al circular la versión de que Mahárbiz
utilizaría una entrevista que Godoy concedió a la emisora local LV3
para querellarlo judicialmente. �Si él quiere hacerme juicio me voy
a defender porque siempre voy con la frente alta, mientras que
Mahárbiz va mirando al piso como buscando monedas y está siendo
investigado en la Justicia por su desempeño en el Instituto de Cine�,
disparó el músico. |
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