Desde Dolores
El
abogado de Gregorio Ríos, Jorge Sandro, confirmó ayer la gran
expectativa que había generado su exposición. Ayer, como estaba
previsto, el defensor de Ríos desacreditó �con la didáctica de un
irónico profesor universitario� a la acusación fiscal, echó un manto
de sospecha sobre la imparcialidad del Tribunal y logró desautorizar a
dos polémicos testigos, claves para la suerte de Ríos, de quien pidió
la absolución. Además solicitó que se declare nulo al juicio, por la
presunta violación de derechos y garantías constitucionales. La Cámara
Penal y de Garantías de Dolores, compuesta por Raúl Begué, Jorge Dupuy
y Susana Yaltone, decidió pasar a un cuarto intermedio hasta hoy a las
9.30. Varios abogados de la defensa interpretaron ese acto como un intento
de dar más tiempo a los fiscales, que deben replicar a Sandro.
El abogado de Ríos, que fue contratado por la familia del difunto Alfredo
Yabrán, puntualizó con precisión cuáles serían los puntos de su
alegato. Para empezar, argumentó que el Tribunal �que ya actuó en el
caso durante el período de instrucción� no puede ahora resolver en el
juicio oral porque no sería imparcial. Sandro citó jurisprudencia
europea que resultó desconocida para algunos de los letrados
intervinientes en el juicio. Y terminó con una grave afirmación. �Se
presenta una situación de sospecha legítima sobre la actuación de los
magistrados�, explicó.
En un segundo paso, el abogado del jefe de custodios de Yabrán se dedicó
a cuestionar la acusación y el alegato elaborados por los fiscales Felipe
Defelitto, Claudia Castro y Eduardo Campos Campos. �Es absolutamente
insuficente comunicar una lista de pruebas sin realizar ningún análisis�,
explicó, para después solicitar la nulidad de la acusación. Sandro
apuntó a demostrar que la instigación que el ministerio público le
imputa a Ríos no está probada, porque �no se cumplió con la
descripción clara del hecho a cargo de Gregorio Ríos�. Se refería a
la instigación del crimen.
Como era de esperar, no se guardó calificativos cuando tuvo que analizar
la actuación del perito psiquiatra José Abásolo en el caso. �Se ha
convertido en un agente de la Gestapo y no ha tenido límites para extraer
una confesión�, acusó Sandro. Luego explicó que �está
absolutamente prohibido que se introduzca la declaración de un imputado
al debate por la vía de una pericia�. Por todo eso, el abogado pidió
que se procese al perito psiquiatra, que según Sandro padece de �delirios
mesiánico-místicos en combinación con rasgos sádico-agresivos�, por
falso testimonio agravado y usurpación de funciones de otro cargo.
A la tarde, después del cuarto intermedio que dispone todos los días el
tribunal para que almuercen los abogados y los acusados, Sandro prosiguió
su tarea. Se dedicó entonces a poner en duda la calidad como prueba del
programa informático Excalibur, que certificó la existencia de varios
llamados entre Gustavo Prellezo y Gregorio Ríos. Aunque argumentó que no
se puede invertir la carga de la prueba �presumiendo culpabilidad en vez
de inocencia�, admitió las comunicaciones telefónicas. Pero aclaró,
astuto, que no prueban que tuvieran un móvil criminal.
La ofensiva de la defensa continuó contra tres testigos, considerados
claves: Alberto Capay, Alicia Riera y Ricardo Manselle. Con los dos
primeros, Sandro cantó victoria. Logró desautorizarlos y puso en
evidencia contradicciones clarísimas. Capay �se encargó de recordar
Sandro� llegó a la causa por intermedio del oficial de policía Carlos
Stoghe, sobre quien pesan demasiadas sospechas que lo ligarían al crimen.
Hoy continuará la exposición de Sandro. Cuando termine su alegato, sólo
habrá que esperar cinco días para conocer la sentencia.
Informe Martín Piqué.
De demoras y malas caras
Ayer, en el inicio de la sesión, el
presidente del tribunal volvió a lucir su fino sentido del humor. �Creo
interpretar al doctor Juan Martín Cerolini si les pido disculpas por
la demora.� El camarista se refería a la tardanza del defensor de
los �horneros�. Estos, José Luis Auge, Héctor Retana, Horacio
Braga y Sergio González lucían realmente de mal humor. Fuentes
cercanas a los horneros asociaban la tardanza y la preocupación de
los acusados al aborto del supuesto pacto entre Eduardo Duhalde y los
cuatro imputados de Los Hornos. El detonante de la depresión de los
acusados fue una declaración de Duhalde a la revista Gente negando
una posible conmutación de pena para los horneros. Fuentes cercanas
al tribunal y a los propios letrados de la defensa aseguraban que
Cerolini había partido raudo hacia Pinamar a pedir explicaciones a
altos dirigentes del duhaldismo. Esa sería la explicación de la
demora y de la mala cara de los imputados. |
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