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Los veteranos del surf, ahora en
busca del traspaso generacional

Eran veinteañeros cuando formaron parte del boom del surf. Ahora son profesionales y padres de familia. Y siguen con la tabla, pero ahora enseñándoles los secretos a sus hijos.

Diba, un balneario para los de 40 que van con sus hijos.
�Yo estoy en estado, pero los pibes de hoy te matan.�


Por Alejandra Dandan
Desde Mar del Plata

t.gif (862 bytes) El blanco del faro se oxida por ahí, atrás de Gonzalo que corre para atrapar la espuma que se va. �Yo empecé a surfear con mi papá �le sale� y me gusta cuando remamos los dos juntos en la tabla�. Para la mayoría de los turistas, el faro es una frontera simbólica que, en estos años, ha ido dejando al sur como base de sponsores y paradores privados. Pero ese faro desteñido cambia de sentido cuando Gonzalo lo mira de cerca: �Es el punto más extremo de la costa, acá rompen las mejores olas�. La explicación es de un papá surfista. Hace años las olas precipitadas en este extremo fueron reuniendo a los surfistas que hoy tienen cuarenta. Fueron parte, en los 70, de la generación que empezaba a popularizar al surf. Ahora son arquitectos o abogados veteranos. Saben que la rompiente sigue buena y vuelven aquí, pero a preservarse: forman un sistema anticorrosivo porque, aclaran, ya no están en estado de andar compitiéndoles a los que corren olas playas abajo. Así y en tanto, con unas prácticas lecciones a sus hijos van suavizando la tiranía del tiempo.
Horacio Ipucha está en el balneario pegado al faro. Desde el balcón del bar va señalando cada uno de los padres que como él suelen alternar dos horas de olas, con otra hora y media de tablas con los más chicos. �Mi hija se llama Delfina �se entusiasma�, cómo se iba a llamar sino�. Delfina tiene 7, cinco más que cuando la vio por primera vez quedar parada sobre una ola. Fue en el Caribe. �Justo se dieron las condiciones, yo ya le estaba enseñando. Mi mujer tenía miedo, así que me quedé solo con la nena, pero no era una ola grande, tendría una altura así de baja�, dice y exagera sobre la arena unos veinte centímetros. Su hija lleva ese traje de paño parecido al que él mismo pudo empezar a usar después de cinco años de andar montándose sobre esas olas que ahora queda mirando.
El balneario desde hace diez años se volvió punto de reunión de surfistas. Todavía las playas eran de Prefectura, pero muchos las conocieron convocados por el movimiento de las olas. Horacio ganó la licitación, cuando se privatizaron los balnearios. Quería esa punta de la bahía, esas olas que no puede dejar de nombrar como propias. �Esas olas son de acá�, dice mientras mira el retrato de una competencia que cuelga en su oficina. Su perfil de surfista sirvió, al principio, para reunir a los de su generación que más tarde siguieron llegando, ahora con tablas y trajes de chicos.
Como el que le acaba de comprar a Delfina. Fue el día del cumpleaños, en diciembre. Y ahora, dentro de poco, le dejará lista la tabla, así de chiquita como la que dibuja Horacio sobre la mesa del bar. �La estoy haciendo yo. Moldeo el polibreno, la espuma y después le pongo colores y la plastifico�. Es que para la tribu del surf la tabla es casi objeto religioso. Por eso él dedica a veces más horas a la tabla que a sus planos sobre el tablero. Es arquitecto, pero ante todo adicto al surf. Por eso, dice, en sus obras calca las ondas del agua y por eso se escapa de las construcciones cada vez que la dirección del viento le dice que es día para deslizarse.
Esa obsesión invoca Marcos Ané. Llega a Diba con su hijo, pero también huyendo de las orillas donde sabe ya no tiene la velocidad lograda veinte años atrás para ganarse una ola. �Acá nos conocemos todos y te respetás las olas �cuenta�. Porque yo estoy en estado, pero los pibes de hoy te matan�. Algo de eso existe cuando los surfistas más grandes se ocupan de la instrucción de la prole. El hijo de Marcos tiene 9, desde los 4 surfea y �cuando tenía 5, acá se hizo un campeonato, a ver si me entendés, un campeonatito para chicos, y él ganó, le dieron una copa, una remera�. El hombre no resiste. Desde hace días se convence de que al �nene esto del surf no se lo podés imponer, no sirve�. Pero de todos modos, se le escapa.Marcos está en la orilla. De refilón, echa un vistazo a un nene y queda pensando. �El año pasado notaba a mi pibe más entusiasmado, no sé qué le anda pasando�, va contando antes de hablar de otro colega padre fuera del gremio del surf, pero con un hijo �que se nota que esto le pegó�.
Por eso Horacio intenta cuidarse. �No quiero presionar a Delfina, tengo miedo. Hay que ver lo que pide, sino puede salir para otro lado�. Por atrás, Gonzalo Pedernera está en la carpa con su mamá. Yolanda prefiere ocuparse del bebé y no meterse al agua: �Me meto con mis hijos a surfear y me critican: no puedo ni elegir una ola�. Vive en casa con un marido médico surfista y cuatro hijos con tablas: �Cuando te levantás aprendés a mirar de qué lado está el viento. Es que mi marido vive pensando en el surf, aunque tenga la operación más seria�. La mujer está preocupada. En la orilla hoy no está su esposo y Juan Ignacio, de 11, lleva dos horas solo con la tabla. Al lado de Yolanda, Gonzalo juega en la arena:
�El otro día papá se metió con la tabla y yo con el morey y nos fuimos hasta lejos siempre remando.
Yolanda lo escucha. Después dice: �Figurate cómo lo deben amar al padre: claro, papá es más divertido�.

 

Río, con una playa nudista

La ciudad de Río de Janeiro tendrá por primera vez una playa nudista, en la que, por decreto del alcalde, estará autorizado tomar el sol como se vino al mundo sin miedo a la represión policial o a los reproches de otros bañistas. La intimidación de la que fueron recientemente objeto mujeres que hacían topless en las playas de Río provocó una gran polémica en la ciudad y obligó a la Alcaldía a establecer una playa exclusivamente nudista. El incidente más grave se produjo hace dos semanas, cuando la Policía Militar detuvo a una mujer que se negó a ponerse la parte superior del bikini para tomar sol. Su detención provocó una gran polémica entre la gente, que consideró que el topless no es un delito.

 

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