Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Mamá Cora no se rinde, y tiene cuerda para rato

�Esperando la carroza� mantiene la frescura del film, con María José Gabin en el personaje que popularizó Antonio Gasalla.

�Esperando...� logra momentos de cohesión grupal e impacto humorístico.
Mamá Cora tiene un perfil algo más bajo que en la versión cinematográfica.

Por Cecilia Hopkins

t.gif (862 bytes) Considerada una pieza representativa del nuevo grotesco rioplatense, Esperando la carroza, de Jacobo Langsner, concreta el retrato de una familia de clase media compuesta por tres hermanos varones con suerte diversa en lo económico. Uno de ellos representa a los sectores medios en proceso de empobrecimiento, el segundo ilustra al que permanece estable pese a todo, mientras que el último de los hermanos es el único que consiguió amasar fortuna. La obra fue estrenada a principios de los �60 en Montevideo, entonces lugar de residencia de este autor nacido en Rumania, en tanto que se conoció en Buenos Aires mucho más tarde, en 1975, con dirección de Villanueva Cosse. Aunque cabe apuntar que el reconocimiento popular le llegó a esta obra a través de la versión cinematográfica realizada en los �80 por Alejandro Doria, con Gasalla en el rol de Mamá Cora.La gran sala del Teatro de la Ribera aporta un buen marco a la puesta que conduce José María Paolantonio. Sus proporciones están a la medida de la cantidad de personajes que transita el comedor de la casa de Sergio, uno de los hijos de Mamá Cora, a lo largo de la jornada que empieza hacia mediodía y termina varias horas después, cuando se conoce el destino de la anciana de la familia, quien había desaparecido de la casa de otro de sus hijos, donde vive. Ese hecho imprevisto no hace más que tensar al máximo una cuestión que se verbaliza abiertamente apenas comienza la obra. El hermano mayor y su esposa intentan hacer comprender a los demás miembros de la familia la carga que representa la anciana, pero todos se desentienden. Con el correr de las horas, la tensión y el nerviosismo de la situación suelta las lenguas de cuñados y concuñados dando lugar a discusiones de generosas proporciones, en las que todos exponen sus egoísmos e hipocresías, amén de chismes y rencores largamente silenciados. Tal vez el defecto mayor que puede señalársele a esta versión es su falta de matices. Ni bien comienza la acción, los ánimos de los personajes ya están crispados al máximo. Es evidente que no se pensó en administrar los signos de irritación con el fin de producir un efecto de acumulación. Tal vez, si se hubiesen revelado los aspectos caricaturescos de los personajes de modo gradual, una vez instalada la desesperación general el resto de la historia hubiese terminado convirtiéndose en una parodia salvaje sin concesiones. En contraste, llama la atención cierta debilidad del personaje de Mamá Cora a cargo de María José Gabin, que si bien no tiene aquí el protagonismo de la versión cinematográfica, resulta un tanto deslucido en sus intervenciones. Con algunas situaciones que merecerían algún recorte por parte del autor, Esperando... logra, sin embargo, momentos de buena cohesión grupal e impacto humorístico, especialmente cuando la acción pasa por Ana María Casó y Lucrecia Capello, excelentes en sus roles.

 

PRINCIPAL