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"HE SIDO MALIGNAMENTE INCRIMINADO"
La versión de Ríos


Desde Dolores
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Con el rostro abatido y la voz temblorosa, vestido --como durante todo el juicio-- de formal saco y corbata, afirmó que fue "malignamente incriminado" en el caso, alegó su inocencia y aseguró que sólo es un "instigador al trabajo, en criollo al laburo". Rechazó la acusación que lo imputa por haber motivado a Gustavo Prellezo para cometer el delito. Y se negó a hablar de Alfredo Yabrán. Por "respeto a su familia", explicó. "Yo soy totalmente inocente y ha quedado probado que no hay nada que justifique mi instigación", repitió. No estaba de cara al tribunal sino rodeado de periodistas. Gregorio Ríos no hizo uso de su derecho de dirigirse a la Cámara de Dolores pero sí habló, por primera vez, después de un mes y medio, ante la prensa. Lo hizo tras el tan sutil como prolongado alegato de su abogado que pidió su absolución. Fue la última audiencia de debate. El próximo miércoles 2 de febrero se conocerá el veredicto y, si es condenatorio, la sentencia para los nueve imputados. 

  En las primeras jornadas, Gregorio Ríos bromeaba acerca de que después del juicio iba a tomarse vacaciones. No fue esa la imagen que dio ayer, cuando enfrentó a la prensa y le preguntaron sobre cómo veía su futuro. "No sabría decirle", respondió con resignación. "He mantenido una línea de conducta y respeto por la vida humana", opinó Ríos sobre el juicio oral, en el que está imputado como partícipe primario. Luego agregó una frase, que sonó extraña en la boca de un ex sargento que fue jefe de custodia de Yabrán: "no se olviden que mi principal trabajo era cuidar vidas".

El abogado de Ríos, Jorge Sandro, intentó defender al fallecido empresario Alfredo Yabrán. Dedicó la mayor parte de su exposición a desacreditar las sospechas que pesaban sobre Yabrán, el "instigador del instigador" del crimen, según los fiscales del caso. El Cartero se suicidó el 20 de mayo de 1998, cuando se encontraba prófugo. Por eso se extinguió la acción penal en su contra. Sin embargo, Sandro --que fue contratado por la familia de Yabrán-- reivindicó ayer, en la última parte de su extenso alegato, que duró dos días, al cuestionado empresario. "Yabrán era un imputado stand-by --se quejó ayer el defensor de Ríos-- porque si no era el homicidio de Cabezas se le habría imputado otro crimen". 

  "Pido que al dictar sentencia lo absuelvan de culpa y cargo". Con este pedido, que pronunció enfáticamente mientras miraba a los camaristas, Jorge Sandro terminó su alegato. Para defender a Ríos, se dedicó a atacar a los fiscales. Así, pidió que se declare nula a la acusación realizada por Felipe Defelitto, Claudia Castro y Eduardo Campos. Defelitto, en el momento de la réplica, advirtió que según el nuevo Código Procesal bonaerense las nulidades deben ser restrictivas.

  Sandro también cuestionó que se haya sospechado de Yabrán como instigador del crimen, sólo porque no le gustaba ser fotografiado. Recordó la famosa tarjeta que el empresario le había regalado, junto con un jarrón, al sindicalista Oscar Lescano. "Si no te gusta se lo podés romper en la cabeza a algún fotógrafo indiscreto", decía. Para Sandro esa antipatía por las fotos no constituye prueba de una instigación. El letrado acusó a la prensa e interpuso un recurso de incompetencia. Allí se mostró sólida la respuesta de los fiscales, que afirmaron que la cuestión ya está resuelta. El abogado que patrocina a Ríos y defiende los intereses de Yabrán, que recibió la colaboración de varios expertos profesores de Derecho Penal, exigió que la sentencia se funde sólo en los hechos ocurridos entre octubre y diciembre de 1996.

Informe Martín Piqué

 

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