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OPINION

Otra estrategia es posible

Por Carlos Tomada *

El debate sobre la reforma laboral parece desbarrancarse inexorablemente hacia un nuevo desencuentro. La columna de opinión de Enrique Martínez publicada el jueves 20 en Página/12 --una de las propuestas más lúcidas y progresistas sobre el tema-- es por ahora una excepción. Recupero y hago míos los ejes de la columna de Martínez: a) fortalezcamos las organizaciones sindicales y un Ministerio de Trabajo alejado de presiones exclusivamente empresarias; b) no mezclemos estructuras con personas; c) expliquemos, debatamos y corrijamos. Todos y d) las prioridades son la lucha contra la pobreza, el desempleo, el contrabando y no los sindicalistas, más allá de su mayor o menor grado de representatividad.

  Tras ratificar la coincidencia, me permito algunos interrogantes. ¿Por qué otra vez las consideradas fuerzas democráticas y pluralistas eligen al sindicalismo como "el enemigo"? ¿Era necesario poner como primer tema de la sociedad ésta o cualquier otra reforma laboral? ¿Qué variable esencial de nuestras urgencias económicas y sociales se van a resolver con estas medidas? ¿Cuál es, entonces, el rédito de solazarse con una pelea De la Rúa vs. Daer? ¿Demostrar qué? ¿Ganarle a quién? Descalificar sobradora e irónicamente a quiénes? ¿Qué presiones de hoy o qué prejuicios de siempre, están atrás de esta confrontación que seguramente el sindicalismo no quería?

  La experiencia argentina al respecto es larga y dramática. Tras la pelea contra las "burocracias sindicales" nunca hubo nada bueno para los trabajadores. Para lamento de los menos y suerte de las mayorías, el sindicalismo como institución intermedia, está arraigado en la conciencia colectiva del pueblo. Y no nos equivoquemos, es contra esto que pretenden combatir los fundamentalistas neoliberales, donde quieran que estén. Ayer, hoy y mañana.

  Esta reforma (como ya aprendimos con las otras) no genera empleo. No confundamos ni nos confundamos. ¿En qué espejo autocomplaciente se mira el resto de las dirigencias? ¿Creemos realmente que los sindicatos deben cumplir un rol en la  sociedad? ¿Cuál? Esto no requiere una respuesta frívola, ni siquiera obvia. Hoy existen en todos los sectores políticos y económicos quienes argumentan que han dejado de ser necesarios. Si, por el contrario, la respuesta es reflexivamente afirmativa, la estrategia no puede ser nunca la que hoy estamos viendo.

  La estrategia deberá pasar por:

  1. Dar prioridad a otros temas. Sobre todo, a los que el gobierno actual levantó en su campaña electoral. Este ni siquiera figuraba.

  2. Sumar al sindicalismo en la tarea contra la evasión y la pobreza, alineándolo a favor de las políticas activas de empleo, la formación profesional y la mejora de los servicios.

  3. Recién entonces en otro clima, con otra actitud sentarse a un claro y público debate sobre los avances que puedan ser necesarios en el campo laboral.

  Desarmadas las mutuas prevenciones seguramente estaremos en el camino de exhibir ante la sociedad los consensos que nos exige. Así dejaremos de lado los desencuentros y las confrontaciones que nos imponen "los de afuera". Superar la crisis en el mundo del trabajo y el empleo implica alguna forma de consenso. Es probable que requiera una suerte de pacto o acuerdo marco, en el que cada sector resigne y comprometa, acepte y se obligue en aras del interés general. En esas condiciones, sobre una base de mayor equilibrio y compromiso recíproco, será seguramente más sencillo comenzar a pagar la deuda social en materia de empleo y distribución del ingreso.

  * Consultor. Profesor de Relaciones del Trabajo, UBA.

 

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