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EXCLUSIVO: EL SHOW DE FITO PAEZ EN MEXICO
Un rosarino en el DF

El músico argentino presentó las canciones de "Abre" para un público fanatizado, que agotó las localidades del show que se presentó como "Una noche íntima con Páez", pero reventó de fervor.


Por Mónica Maristain 
Desde México

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Hubo un día en que Fito fue Charly. Y no porque el músico rosarino  adoptara con premeditación y alevosía la identidad de su padre musical. Ni siquiera porque en la conferencia previa al concierto inolvidable que Páez regaló a sus incondicionales fans mexicanos en el lujoso Hard Rock Café, tres periodistas aztecas, en un acto fallido digno de ser analizado por los representantes de Villa Freud, lo llamaran como el ex Sui Generis. Ni tampoco porque en los puestos improvisados en la vereda de la avenida Campos Eliseos, frente al magno Auditorio, las remeras con la imagen de Páez fueran ofrecidas junto con fotografías y discos del hombre del bigote bicolor. Mucho menos porque en una inolvidable versión de "Viernes 3 AM" Fito honrara el talento de García. No. Fito fue Charly, sencillamente porque en la interpretación a piano pelado de "La casa desaparecida", con la compañía magnífica del bajista Guillermo Vadalá, se erigió en un cronista irrefutable de un destino incierto y tan complejo como el que  presenta el hecho de ser argentino. Demasiado sudacas para el Euro, y demasiado güeros (blancos) para la aindiada raza descendiente de mayas y mixtecas, los argentinos, fuera de su territorio, son tan inexplicables como un desaparecido. Acaso, ese ser nacional tan difuso, que se debate entre un "campeón del hiperfútbol" cocainómano e insatisfecho y un cantor de tango que cada día ríe mejor, sea algo tan inapresable y doloroso como una ausencia eterna.

  Y a esa idiosincrasia sin cartografía concreta, Páez le cantó a grito pelado y a corazón abierto en el DF, ante un público que se sabía de memoria todas sus canciones y parecía entender todos los códigos.

Si como dicen las leyendas populares, las mejores cosas vienen cuando menos se las espera, el concierto Una noche íntima con Páez, organizado en forma espontánea, pactado en medio de una profusa agenda de prensa destinada a promover Abre, el último trabajo discográfico del rosarino, se convirtió en una ceremonia casi secreta para los mil privilegiados que abarrotaron el recinto, después de oblar una entrada carísima de 40 dólares (el doble en la reventa), en la que la emotividad y la entrega del artista fueron rasgos distintivos. Páez, de traje negro y camisa naranja, abrió el show con "Al lado del camino", el hit que corearon a voz en cuello los asistentes variopintos, repartidos en partes iguales entre adolescentes de la clase media mexicana y hombres y mujeres adultos que, sin quejarse, justificaron con resignación optimista el sacrificio monetario que tuvieron que concretar para ver a Fito, que "desde el '97 no venía".

  "Mariposa Technicolor", "11 y 6", "El chico de la tapa" precedieron a "La casa desaparecida", punto de inflexión en el que el silencio de misa del público sirvió de marco a un Páez desgarrado (sin ningún otro soporte más que un piano de cola negro), que echó mano de todo su lirismo para conmocionar a sus incondicionales. Un "Te vi" desafinadísimo y el estreno del tema para el hijo recién venido, "La posibilidad suprema", fueron la antesala de la festejada "Tumbas de la gloria". Para eso ya había transcurrido más de media hora del recital y el grado de euforia del público había alcanzado su máxima intensidad.

  El homenaje a Charly, a quienes los mexicanos no le perdonan todavía sus escasos cincuenta minutos en el Teatro Metropolitan el pasado mes de octubre, arrancó el aplauso más cerrado de la noche. Y entre un "Cállense, cabrones!", o un "Pinche capitalista de celular" (dedicado a un inoportuno que había llevado su teléfono al concierto), llegó el turno de "Polaroid de locura ordinaria" y "Ciudad de pobres corazones" matizado con un tema de Prince, travesura para la que Fito requirió la complicidad de su público. A esta altura, ya se perfilaba una verdad intuida antes de comenzar el concierto: Fito tiene en México una legión de seguidores que lo adora y es capaz de escuchar con devoción el canto a capella de "Yo vengo a ofrecer mi corazón". Por esa cosa de la coherencia, los bises con un "Chau, amores míos", concluyeron con "Dale alegría a mi corazón" y "Cable a tierra", es decir: Fito, Maradona y Charly, en un concierto bien argentino que disfrutaron a morir los mexicanos.

  Fue, como dijo el propio Fito a Página/12 en su camarín al concluir el show, "una noche inolvidable", en la que los admiradores del artista disfrutaron de un Fito descarnado, austero, que sin todo su folklore mediático (que poco peso tiene para los mexicanos), demostró por qué, en esto de narrar la historia argentina más reciente, el rosarino puede darse el lujo de un día convertirse en Charly.

 

Preguntas sobre Spinetta

Si una cosa distingue al melómano mexicano es la avidez por conocer y disfrutar del rock argentino. Se quejan porque los grupos y los artistas de la Argentina no se dejaron ver mucho desde mediados de los noventa (sobre todo después de la disolución de Soda Stereo), hecho que esperan se revierta con el advenimiento del nuevo siglo. Quienes visiten México y vayan a un concierto de rock, deberán estar bien documentados para responder a la enorme batería de preguntas acerca del destino de Rata Blanca, cómo andan los Fabulosos Cadillacs, cuándo viene Divididos, qué está haciendo ahora David Lebón ("Ese cuate sí que me hace volar", confesó un experto en computadoras a voz en cuello y sin que nadie se lo preguntara) y por qué son tan buenos los Illya Kuryaki. Eso sí, hay una duda que atormenta a los mexicanos y que pone en un brete a quien pretenda satisfacerla: qué clase de músico es Luis Alberto Spinetta, por qué los argentinos lo quieren tanto, y cómo se podría definir su música, y cuándo viene a México, y cuál es su mejor disco, y por qué sus letras son tan complejas y por qué, por qué, por qué... a tantas preguntas sin respuestas, ¿no sería "padrísimo" que el Flaco las respondiera echándose un viajecito por tierras aztecas?

 

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