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�Estos son conflictos por la ausencia de un Estado�

Juan Ramón Quintana, mayor del ejército boliviano, sociólogo e indígena él mismo, explica aquí a Página/12 qué está pasando en Indoamérica.

Una escena de la represión en la crisis de Ecuador.
En Bolivia, el movimiento indio es totalmente diferente.


Página/12 en Francia
Por E.F. desde París

t.gif (862 bytes) Viejas disputas territoriales, antagonismos históricos y la pobreza endémica que azota a los Andes centrales bolivianos confluyeron esta semana en un rudo enfrentamiento entre dos comunidades indígenas, Laimes y qaqachacas, es decir aymarás y quechuas, que dejaron un saldo de más de 20 muertos. La rivalidad, sin embargo, no lo explica todo en un conflicto donde la ausencia de Estado, la crisis económica y las constantes expoliaciones de que son víctimas los indígenas constituyen los ingredientes de un cóctel imprevisto. En esta entrevista con Página/12, el mayor del ejército boliviano Juan Ramón Quintana, indígena y especialista en conflictos regionales, explica las razones históricas de la guerra de los Andes.
�El enfrentamiento entre las dos comunidades indígenas se produce en un contexto delicado, es decir, justo después del levantamiento militar ecuatoriano, donde los indígenas jugaron un papel central.
�Hay que tomar en cuenta que éste es un conflicto que ya lleva muchísimos años gestándose, a tal punto que en el pasado hubo muchos más muertos que ahora. El antagonismo tiene muchos antecedentes cruzados: uno de ellos es el conflicto territorial, el otro es que existe una acumulación de problemas de orden social y económico que, desde hace 300 años, nunca fueron resueltos. En primer lugar, podríamos decir que es un conflicto por ausencia del Estado. Este es un territorio donde no existe el más mínimo vestigio de la presencia del Estado y estas comunidades han sido absolutamente marginadas, excluidas de toda opción de desarrollo. Toda esa acumulación de insatisfacción social, de precariedad, de miseria, ha hecho que detone en un enfrentamiento de esta magnitud, que además está extendiéndose cada vez más en regiones que van más allá de estas comunidades. El impacto de la pobreza y la ausencia del Estado son determinantes.
�¿Se puede decir que los enfrentamientos son la parte más visible de un olvido y una expoliación secular?
�Con toda seguridad. Estamos viendo eso, ésta es una manifestación visible de otro conjunto de problemas que trascienden el carácter étnico. Sensiblemente, el país enfrenta en este momento profundas asimetrías regionales entre dos regiones: la amazónica, que ha despegado económicamente en los últimos 15 años en correspondencia con el modelo económico jalonado por una economía no tradicional, y la andina, que enfrentó el declive de una gran depresión económica. En esa región, la economía de la minería ha colapsado y junto con ellas se multiplicaron los problemas sociales. La crisis de la minería se agrega a los factores étnicos ya que este sector era una población cuya producción agrícola alimentaba los centros mineros. Estos centros ya no canalizan la economía de las comunidades rurales y, por lo tanto, el impacto de la crisis económica está haciendo que floten con mayor intensidad los conflictos étnicos.
�Guardando las distancias del caso, ¿qué puntos comunes hay entre Bolivia y Ecuador?
�El problema indígena boliviano es bastante diferente que el del Ecuador. Acá, en Bolivia, hay una acumulación histórica del mundo indígena respecto del Estado. En Bolivia, el siglo XIX se ha caracterizado fundamentalmente por una gran capacidad de sacrificio y de esfuerzo del mundo indígena, que ha permitido la subsistencia de la economía minera. Por otra parte, la economía indígena ha permitido que el país sobreviva. Le doy un dato global: en el siglo XIX, más del 50 por ciento del presupuesto del Estado boliviano provenía de los impuestos y tributos quese cobraban a los indígenas. Esto produjo un conjunto de conflictos con el Estado y, como siempre en Bolivia, el Estado actuó por otra vía y reprimió durante el último cuarto del siglo XIX. Luego, en el curso de los primeros 50 años del siglo XX, el Estado se encargó de reprimir las demandas de los indígenas en vistas de que acosaba a la comunidad andina a través de cargas impositivas y los intentos que se hicieron para liberalizar la propiedad de los territorios virginarios de los grupos étnicos. Allí se desarrolló todo un planteamiento que derivó en la creación de partidos políticos indígenas. El movimiento indígena se organizó en partidos políticos y empezó a participar en democracia, con lo cual disminuyó la acumulación de frustraciones económicas y sociales. Es pues una experiencia muy distinta de la de los indígenas del Ecuador, los cuales tienen una corriente organizativa temprana. Los procesos de participación políticas son distintos.
�Tal vez la principal diferencia radique en Ecuador donde los indígenas mantienen un diálogo con las Fuerzas Armadas mientras que en Bolivia el rechazo mutuo es radical.
�Así es, en Bolivia hay un divorcio entre el mundo indígena y el ejército. El mundo indígena ha sido prácticamente civilizado, sometido a través de prácticas como el servicio militar obligatorio. En Ecuador, el ejército ha desarrollado una línea más amplia de nacionalismo y ha permitido una participación más democrática de los indígenas en el ejército. Las Fuerzas Armadas de Bolivia mantienen un modelo civilizatorio.
�¿Cómo influye el modelo neoliberal en el fenómeno?
�Creo que, en definitiva, el modelo de libre mercado conduce al colapso de las sociedades latinoamericanas. Lo más dramático es que los Estados están colapsando. Hay un vaciamiento de los Estados y las naciones. Lo que vemos es la acumulación en un mismo momento de un montón de conflictos que los Estados dejaron sin resolver desde hace dos siglos.

 

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