Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro desde París
Después
de que el presidente austríaco Thomas Klestil le abriera las puertas a la
extrema derecha del partido FPOe de Jeorg Haider, las instituciones y los
gobiernos de la Unión Europea parecen tomar conciencia de lo que
representa tener en el seno de la Europa unionista un país gobernado por
una ideología que hace 50 años casi aplasta a Europa. Nada parece sin
embargo detener la inexorable marcha de Joerg Haider y su movimiento a los
primeros peldaños de un gobierno que haría de Austria una mancha en la
mayoritaria socialdemocracia de la Unión. ¿Cómo y por qué? Las razones
tradicionales no sirven para Austria. Este país no es pobre y menos aún
se halla �invadido� por tasas de inmigración importantes. En esta
entrevista con Página/12, el austríaco Pete Stania, secretario general
del Instituto Internacional de la Paz, intenta dar una explicación a un
fenómeno que se viene gestando desde hace varios años.
�¿Cómo analiza la fuerte irrupción de la extrema derecha que hoy
está a las puertas de un gobierno en Austria?
�Quiero decirle en primer lugar que los tres bloques que ocupan el
escenario político austríaco, es decir, por un lado una llamada
izquierda, sea socialdemócrata, socialista o comunista, por el otro el
campo de los cristianos demócratas y, el último de ellos, que era antes
nacionalista en el sentido pangermánico, o sea pronazi, esos tres bloques
existen en Austria desde hace 100 años. Si se observa el resultado de las
elecciones en el Imperio Austrohúngaro encontramos estas tres fuerzas muy
presentes. No se trata pues, como dice mucha gente, de una sorpresa
histórica, no, para nada. Lo sorpresivo es el caudal electoral obtenido
por la extrema derecha. Políticamente se puede explicar por la debilidad
de los otros dos grandes partidos políticos de Austria, los
socialdemócratas y el Partido Popular, y, también, por cierta debilidad
ante el cambio que se da en Europa en general. Austria tenía un sistema
único, y aún lo tiene, pero está bajo fuerte presión: este sistema
está hecho de corporaciones entre los grupos empresariales y los
movimientos sindicales, un poco como en Alemania y como existió en
Suecia, donde se derrumbó. Los vientos neoliberales en Europa hacen
tambalear esa arquitectura de diálogo social entre corporaciones
distintas.
�Usted parece decir que Austria está viviendo, aunque con niveles más
importantes, el mismo terror que cundió en Francia con la extrema derecha
del Frente Nacional, la cual surgió impulsada por los mismos temores.
�Es casi similar. Por ejemplo, Austria, Suiza y también Francia
catalizan los síntomas de un gran cambio. Europa está luchando contra un
neoliberalismo feroz importado de EE.UU. El sistema socioeconómico
europeo está en plena transformación y la expresión de un miedo radical
la vemos ahora en Austria, Suiza y un poco en Francia.
�¿Pero esto basta para explicar que el electorado de un país muy rico,
donde los niveles de pobreza son escasísimos, se vuelque hacia una
extrema derecha racista, violenta y sucia? En Austria no hay zonas de
pobreza tan grandes como en Francia, ni siquiera un llamado �cuarto
mundo�.
�No, es cierto, y eso es lo que sorprende a primera vista. Si quiere, no
hay una explicación automática y fácil para entender por qué los
austríacos votan un partido como el de la extrema derecha. Austria es el
séptimo país mundial en su nivel de riqueza, tiene paz social, una
economía excelente, inflación bajísima y cifras de desempleo menores.
En términos económicos normales la explicación no es suficiente. Antes
se podía decir, bueno, este país es pobre, hay inmensas zonas de pobreza
y mucho desempleo; era por lo tanto normal que la extrema derecha o la
extrema izquierda suban. Acá no es así. �¿Entonces, dónde está la
clave?
�¿La clave...? Está en un cierto cansancio de un sistema constituido
por dos partidos y dos campos que se distribuyeron el poder mutuamente.
Este es uno de los fenómenos. El otro es que Austria, siendo parte de la
Unión Europea, ya no puede mantener un sistema de protección social,
sindical, de la industria, de los derechos de los trabajadores, en fin, un
montón de beneficios que son particularmente austríacos y que la Unión
Europea no permite que tengan curso. Las leyes de la Unión lo impiden. El
sistema desaparece poco a poco y la sociedad tiene miedo.
�Esto significa que la clase política tradicional no supo adaptar sus
propuestas ante los cambios que usted describe.
�Exactamente. En Austria, las formaciones tradicionales no funcionan.
Fueron incapaces de proponer alternativas en un país donde no hay pobreza
ni problemas sociales. Por eso el cambio del electorado no se puede
explicar con fundamentos económicos, las razones son políticas. Lo que
la gente quiere es un cambio, algo nuevo. Lo malo es que eligió un camino
equivocado. En el proceso neoliberal hay muchos que pierden y son estos
perdedores, es decir aquellos que pierden beneficios con la modernización
del Estado, quienes votan a la extrema derecha. De alguna manera, todo
esto es nuevo para Austria. Entre las dos guerras mundiales hubo una
clásica guerra civil entre la izquierda y la derecha más la ultraderecha
aliada con las fuerzas militares. Pero esto se debió a una contradicción
económica, que hoy no existe más. Sin embargo, lo que sí existe es ese
gran porcentaje de personas que se siente amenazado e inseguro en un
proceso de modernización de cuyo destino nadie tiene la más mínima
idea. Por eso votan a la extrema derecha.
�Esto significa que la extrema derecha austríaca tiene un discurso...
digamos más protector.
�Tiene un discurso que apela a los instintos más bajos, típico de los
populistas. Su discurso se caracteriza por las promesas que hace a quienes
sienten que van a perder: les promete �no se preocupen, dentro de poco
van a ascender�. Todo es en el fondo muy primario. De hecho, el partido
de extrema derecha, más el partido popular, están tomando a Austria como
rehenes. Yo ya veo tiempos en que cuando un austríaco viaje por el
exterior lo van a mirar como representante de un país donde un partido de
esa calidad está en el gobierno.
�Los conservadores tienen en esta historia una gran responsabilidad: han
abdicado sin resistir.
�Sí, y lo está pagando caro. Hoy asistimos a un gran rechazo del
partido popular. Las últimas encuestas lo ubican por debajo del 20%,
contra el 27% que sacaron en las elecciones. La gente se da cuenta de que
las maniobras, las prácticas y la estrategia del Partido Popular
apuntaban únicamente a conservar el puesto del Primer Ministro. La
extrema derecha se comió a la derecha tradicional solamente por el puesto
de jefe de gobierno. El Partido Popular hizo un juego erróneo.
�¿Qué color tendrá el futuro en los próximos días?
�Creo que ahora no se va a notar mucho el cambio. La derecha tradicional
se va a aliar con la extrema derecha para elaborar un plan de gobierno
matizado. Van a nombrar a ciertos ministros no demasiado radicales
ocultando a los otros en las líneas de atrás. Van a �comer talco�
como se dice en alemán, es decir que actuarán pacíficamente. De esa
manera van a gobernar durante dos o tres años... y luego dirán: �Bueno,
nosotros somos los buenos, el mundo, los socialdemócratas y el resto de
los austríacos se han equivocado, estamos demostrando que gobernamos de
manera democrática�. Esa será su línea.
YA ACORDARON UNA POLITICA DE �INMIGRACION CERO�
¡Feliz cumpleaños, Mein Führer!
Por Florencia Grieco
Quienes arremeten
furiosamente contra la aggiornada saga Bond aduciendo que las esquirlas de
la Guerra Fría perdieron el envión necesario para sostener las aventuras
del hombre al servicio de Su Majestad están por recibir muy malas
noticias. En los Alpes austríacos hay un hombre capaz de convertirse en
el villano heredero número uno y enfrentarse a los aliados europeos al
mejor estilo de los viejos pero dignos adversarios de 007.
Desde una magnífica pista de esquí, con un monstruoso Apfelstrudel de 50
metros de regalo, y haciendo coincidir proféticamente el festejo del 50º
aniversario de su nacimiento con la gestación de una alianza negro-parda,
la estampa inconfundible de Jeörg Haider asoma en el invernal horizonte
europeo sin nada que envidiarles a los amenazantes megaproyectos de
Goldfinger. Los socialdemócratas y los conservadores llevaban una
prolongada convivencia gubernamental. Pero aquel inolvidablemente oscuro 3
de octubre de 1999 llegó el hombre que con su encanto, su elegancia, su
neonazi canto de sirena y su 27 por ciento de los votos parlamentarios
rompería el feliz matrimonio de 13 años. La pareja intentó recomponer
la unión dejando afuera al tercero en discordia, pero el apuesto Haider
logró seducir a los conservadores. Ayer, el conservador OVP y el
haideriano FPOe anunciaron que están comprometidos y que la semana
próxima podrían dar a conocer la feliz coincidencia de su casamiento. Lo
que se conoció ayer es el �80 por ciento� del contrato matrimonial ya
acordado: �un reglamento de cuotas que aspire a una inmigración cero,
para que la inserción de los extranjeros tenga prioridad sobre la llegada
de nueva inmigración�.
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