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OPINION
Refresco para la memoria

Por Víctor Ego Ducrot *

A mi viejo y querido amigo Fausto. Triana ¿lo escribo en argentino o lo hago en cubano? Che, viejo, ¿qué te pasó, te falló la memoria? Oye, chico, ¿qué tú dices?, déjate de comer mierda y cuenta la historia completa.El lunes pasado, el suplemento Líbero publicó un casi muy buen artículo del cubano Fausto Triana, de la agencia Prensa Latina y uno de los mejores periodistas deportivos que yo he conocido, discípulo por cierto de nuestro común amigo Elmer Rodríguez, a mi modesto entender el mejor de todos en la especialidad.
Palabras más, palabras menos, Fausto cuenta algunos de los principales entretelones de la primera visita de Diego Armando Maradona a Cuba y casi todo lo que dice refleja la exacta realidad de lo que entonces sucedió. El único problema radica en los casi y en las cosas que se le quedaron en el tintero. No es exacto que él haya sido en forma excluyente, y con Elmer Rodríguez, el encargado de gestionar la vista de Diego a la isla. La cobertura que Prensa latina hizo del Mundial México �86 estuvo bajo la batuta de Elmer Rodríguez y en ella participamos varios periodistas no cubanos que por aquella época trabajábamos en la agencia, entre ellos �el turco� Aran Ahronian (uruguayo), Sergio Pineda (chileno), Angel Ruoco (uruguayo) y quien esto escribe (argentino). Lamentablemente, en aquella oportunidad Fausto Triana no fue de la partida.
Una vez terminado el mundial, el mulato Elmer, la pluma endiablada del Caribe como lo llamábamos sus amigos, dijo: si gana el Premio Prensa Latina al mejor deportista latinoamericano de 1986, tenemos que hacer lo imposible para que �el pibe� viaje a Cuba. Y Maradona ganó el premio. Fue entonces que Elmer Rodríguez, Pedro Margolles (director de la agencia) y Fausto Triana nos sentamos una tarde en mi casa habanera, piso 13, apartamento F del Edificio Focsa, para intercambiar ideas sobre lo que había que hacer para lograr nuestro objetivo. Elmer, quien durante los trabajos en México �86 había conocido a los colegas argentinos Carlos Bonelli (por aquel entonces de La Razón, de Buenos Aires) y Enrique Escande (de la oficina de la agencia EFE en Argentina), me dijo que empezase por ahí, por ver si mis amigos podían hacer algo por nosotros.
El primero en entrar en acción fue Escande, quien nos ayudó muchísimo en un primer momento, y después las gestiones quedaron a cargo de Bonelli, quien finalmente logró que Maradona aceptase nuestra invitación. Pero además, quizá nada de todo eso hubiese sido posible sin la enorme colaboración que prestaron Abel Gilbert (argentino) y Javier Rodríguez (cubano), desde la oficina de Prensa Latina en Buenos Aires.
Después de la llegada de Maradona a Cuba, efectivamente Fausto Triana debió partir a Indianápolis, para organizar los pormenores de la cobertura de los Juegos Panamericanos, cobertura en la cual participé bajo sus órdenes, siempre amistosas y certeras, junto a otros grandes amigos y periodistas como el chileno Omar Sepúlveda y el cubano Jorge Alvarez. Mientras Fausto cumplía en Indianápolis, Elmer Rodríguez, Bonelli y yo pasamos una semana en Varadero con Maradona y su gente; y la noche que regresamos a La Habana nos tocó presentarle a Fidel Castro.
La última noche de su primera estancia en Cuba, el entonces campeón del mundo y su comitiva cenaron con Castro en el Palacio de la Revolución y, cuando se despidieron, efectivamente intercambiaron camiseta de fútbol por gorra de comandante, pero un rato antes el líder cubano le había explicado a doña Tota como él preparaba los camarones y ella había contado cómo se amasan unos verdaderos ravioles caseros.
Che, Fausto, ¿por qué esos baches en la memoria? Si desde sus orígenes mismos la agencia Prensa Latina contó con la enorme colaboración de argentinos y de otros latinoamericanos no cubanos. La agencia fue creadapor iniciativa de un argentino que pertenece a la historia universal, el Che Guevara y su fundador y primer director también fue argentino, el periodista Jorge Masetti. Y así podríamos seguir con otros nombres ilustres de la prensa oriunda de estas pampas, como el del �Pajarito� Rogelio García Lupo, por ejemplo.
No quiero compararme con ellos. Los argentinos que trabajamos en Prensa Latina durante las décadas del 70 y del 80 fuimos simples laburantes, pero por lo menos en mi caso, y hasta hoy en día, siempre orgulloso de haber formado parte de su equipo de periodistas. Entonces, che Fausto, déjate de comer mierda y cuenta la historia completa.
* El autor pidió hacer una aclaración personal a la nota de Fausto Triana publicada el lunes pasado en el suplemento Líbero.

 

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