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Por I.H. "Actuó como si el poder fuera eterno y nunca hubiera tenido que rendir cuentas a nadie". Así describió Mario Fadel, uno de los representantes de la Alianza en la Auditoría General de la Nación (AGN), el desempeño de María Julia Alsogaray, a raíz de las conclusiones de un informe elaborado por ese organismo --revelado a principio de enero por Página/12--, que comprometía a la Secretaría de Recursos Naturales en el pago de enormes sobreprecios y en contrataciones directas en la ejecución del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental (Prodia). En un nuevo reporte Oscar Massei, el actual secretario de Desarrollo Sustentable, ratificó el contenido del anterior y agregó más reproches. La Oficina Anticorrupción analiza todos los contratos de la gestión de Alsogaray.
El Prodia maneja un presupuesto de 38 millones de dólares, 30 de
los cuales provienen de un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID). La AGN ya había planteado la presunta existencia de
"sobreprecios de hasta un mil por ciento". Los auditores habían
encontrado "grandes diferencias entre el presupuesto original y los
gastos efectuados".
Entre las
irregularidades detectadas, Massei cita la modalidad de las contrataciones
directas, sin las licitaciones o los mecanismos correspondientes. Para
ilustrar, menciona al propio ingeniero Santiago Bignoli, quien tuvo la
dirección general de la coordinación de proyectos del Prodia. Al mismo
tiempo que hacía contratos a dedo y con sobreprecios en diversas obras,
Bignoli --conocido por los empleados de la secretaría por su estrecha
relación con la jefa-- se ocupaba de la refacción del petit hotel que
habita María Julia en Junín 1435.
"De haberse
cumplido con el procedimiento de selección que establece la ley --dice el
texto de Massei--, otros profesionales podrían haber resultado tanto o más
capacitados que los contratados para la realización de esas mismas
tareas". Y añade que, además, "no se han cumplido las normas
exigidas por el BID (...) para la contratación de los consultores ni en
relación a los procedimientos de selección ni respecto de las exigencias
de publicidad del requerimiento". "No hay un requerimiento
objetivo y fundado de la contratación por parte de funcionario alguno; no
hay invitación a presupuestar a ninguna empresa; no hay ningún sello de
ingreso de las ofertas a la secretaría; no hay curricula agregada de
otros dos oferentes", explicita.
La tramitación de más de una decena de contrataciones directas
por montos inferiores a los 100 mil pesos podría evidenciar, mediante un
sistema de desdoblamiento de las contrataciones, una estrategia para
eludir la aplicación del régimen licitatorio.
En coincidencia con el
documento ya elevado por la gestión anterior de la AGN, Massei señaló
la implementación de un modus operandi para "sortear los controles
de administración financiera". También mostró la existencia de
"una serie de contrataciones que excedieron los límites del Prodia y
de las obras de remodelación ligadas a ese proyecto para convertirse en
una obra de remodelación general del edificio de la Secretaría (...) y
que dieran origen a expedientes que no están a la fecha individualizados
ni cuantificado el monto finalmente pagado en este análisis
preliminar".
Según se desprende del documento, el control sobre los pagos fue
parcial. Dice que en los trámites de rutina faltan sellos, de entrada y
salida "lo que impide un adecuado seguimiento de los movimientos del
expediente"; "pases a sectores donde nunca se produce actuación
alguna"; falta de firmas, aparición de informes que no habían sido
solicitados, agregado de memos con fechas incongruentes.
Estas observaciones sintonizan con lo que ya había concluido la
Auditoría al referirse a "un manejo discrecional de la presentación
del presupuesto, dado que la rendición de gastos se realiza con
diferentes modalidades de presentación y grados de agregación de acuerdo
al destinatario de dicha información (...) no se advierte que exista una
utilización del presupuesto como herramienta de gestión y de control
sino como una estructura extremadamente flexibilizada para acomodar los
gastos realizados". Entre algunos de los ejemplos más notables que
dio la AGN, los precios de los materiales utilizados para las oficinas de
Prodia resultaron ser muy superiores a los de mercado (para comparar se
basaron en valores citados por la revista Vivienda): un revestimiento cuyo
metro cuadrado valía $ 5,80 se pagó 49 pesos; vidrios traslúcidos cuyo
precio era de 9,79 el metro cuadrado para la secretaría valieron 43
pesos; el metro de contrapiso costó 68 pesos, en lugar de los 13 que se
cotizaba en plaza ese trabajo.
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