La
sombra del ex gobernador Eduardo Duhalde volvió a sobrevolar la causa
Cabezas como en los días de la instrucción a cargo del juez José
Luis Macchi, a quien "llevó" la pista de los Horneros que
conducía al empresario Alfredo Yabrán. Igual que entonces, hizo su
aparición en un momento clave: cuando terminaban los alegatos y los
jueces de la Cámara Penal de Dolores debían reunirse a discutir el
veredicto y la sentencia que harán públicos el miércoles próximo.
En un ambiente enrarecido por la polémica y un juego subterráneo de
intereses políticos y presiones de todo tipo, donde no ha faltado
siquiera la tétrica coincidencia de una muerte dudosa: la del ex
represor Roberto Naya (alias Paco), aparentemente acribillado en una
"salidera de banco". Naya era uno de los jefes del aparato
de inteligencia de Alfredo Yabrán, e incluso llegó a presidir
Aylmer, una empresa que el Cartero reconocía como propia. En este
cambalache macabro, lleno de señales elípticas y mensajes bajo la
mesa, la legítima demanda de la familia Cabezas y los sectores más
conscientes de la sociedad deben coexistir con cruzadas menos
encomiables, como la emprendida por la revista Noticias que --semana a
semana-- insiste en agredir a los periodistas que disienten con la
historia oficial.
En un reportaje a la revista
Gente, reproducido y amplificado por otros medios, Duhalde insistió
en señalar al finado empresario Alfredo Yabrán como el "autor
intelectual" del asesinato de José Luis Cabezas y reiteró que
poseía testimonios filmados que lo probarían, pero que no presentó
ante la Justicia por tratarse de personas de identidad reservada. El
ex candidato presidencial del justicialismo habló con el periodista
Miguel Braillard en un contexto agradable, favorable a la distensión:
la playa de Pinamar, vecina a su chalé de la calle Burriquetas. Un
ambiente más propicio que la estrecha sala de audiencias de Dolores,
a la que no concurrió porque el defensor de Gregorio Ríos, Jorge
Sandro, desistió de citarlo y convenció a otros colegas de la
defensa para que renunciaran a tan decisivo testimonio. La parte
acusadora, integrada por los fiscales y los abogados de los
querellantes, tampoco lo consideró un testigo importante para el
esclarecimiento de los hechos.
El desistimiento de Sandro
alimentó la sospecha de que había un acuerdo entre duhaldistas y
yabranistas para evitarle a Duhalde las molestias de ser testigo, a
cambio de que los Horneros --cuyo relato sigue siendo el esqueleto de
esta causa-- dejaran de lado a Gregorio Ríos. Cuando Horacio Braga,
el más comprometido de los cuatro barrabravas, declaró espontáneamente
ante el tribunal, alimentó la sospecha del pacto al eliminar a Ríos
como posible instigador del crimen. Sin embargo, el retorno de
Duhalde, asegurando que Yabrán dijo: "Sáquenme de encima a
Cabezas", pareciera indicar que no hubo tal acuerdo o que se
rompió. La conducta parajudicial del ex gobernador parece abonar, en
cambio, otra versión que circuló restringidamente en Dolores: no
hubo pacto sino apriete. Según esta especie no confirmada, Duhalde le
habría dicho a Sandro que no le convenía citarlo como testigo porque
"haría pelota" a su pupilo. El defensor del sargento no
confirmó esta especie, pero tampoco la desmintió. Prefirió guardar
silencio cuando la prensa le preguntó por qué desistía.
En la entrevista con Gente,
Duhalde retomó uno de sus temas favoritos, el de supuestos testigos
que lo convencieron de la culpabilidad de Yabrán y no están en la
causa. "Hay personas que nos dijeron exactamente cómo fue el
asesinato. Están filmados, pidieron reserva de identidad, por eso no
se pudieron presentar en el juicio." En mayo de 1998, una semana
después del suicidio del empresario postal, el entonces gobernador le
prometió a Página/12 darle aunque más no fuera una transcripción
parcial de ese famoso video. Nunca lo hizo, a pesar de que este
reportero --como ya lo ha escrito varias veces-- se lo recordó con
insistencia. Es un clásico de su estilo: hace algunos meses, cuando
la línea Yabrán-Ríos-Prellezo (aceptada a nivel cuasi dogmático
por algunos medios) encontraba resistencia en ciertos trabajos periodísticos
que la ponían en tela de juicio, el todavía gobernador volvió a la
carga y "reveló" a la revista Noticias que el arma homicida
no era el elástico Colt 32-20 del "pepito" Martínez
Maidana sino que estaba oculta y vigilada por personal de la
Bonaerense. La historia se publicó y luego pasó al olvido, como
tantas cosas. Luego --en otra clara "operación"--
proporcionó información al abogado Alejandro Vecchi para que éste
investigara cuentas de Yabrán y Ríos en el exterior, que mostrarían
al sargento como un importante testaferro.
En la misma entrevista, y
como si fuera aún gobernador, el actual dirigente del justicialismo
bonaerense aseguró que se pagarán las recompensas ofrecidas en su
momento cuando haya sentencia. Es decir, a partir del miércoles próximo.
Mientras tanto, crecen las especulaciones sobre una sentencia
destinada inevitablemente a la polémica. En principio, la mayoría de
los observadores cree que todos los acusados serán condenados. Tal
vez con la solitaria excepción de la ex mujer de Prellezo, Silvia
Belawsky. Muchos piensan que Ríos, Prellezo, los Horneros y los policías
Camaratta y Luna recibirán reclusión perpetua. Pero hay también
quien considera que podrían recibir "cadena perpetua", una
forma más atenuada de la pena, que permite otro régimen carcelario y
la posibilidad futura de una conmutación. Nadie piensa en sorpresas
espectaculares, como podría ser la absolución de Gregorio Ríos.
Nadie cree tampoco que el fallo del miércoles constituya un homenaje
a la verdad y la Justicia, que acabará con la impunidad. Aunque
algunos finjan creerlo.
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