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Las fugas comenzaron a
las seis de la mañana, pero la policía recién fue informada pasadas las
once, por un llamado desde un centro asistencial privado, por el que
comunicaba que habían asistido a Fernando Di Zeo, uno de los jefes de la
hinchada, herido de un balazo en el rostro, quien se había escapado del
Hospital Interzonal en la madrugada, y en ese momento se encontraba
viajando hacia Buenos Aires. En cuanto a los hinchas que permanecen
internados, Miguel "de Lomas" Cedrón debió ser trasladado a
una unidad de terapia intensiva en estado crítico: anoche fue operado y
su estado era grave. José Luis Fernández, en tanto, continúa estable y
bajo observación.
Las fugas estaban
cantadas, pero la policía dice que no custodió ni detuvo el éxodo,
porque no tenían la orden del fiscal. Durante toda la noche, más de
cincuenta barrabravas se apostaron frente al hospital y hasta pudieron
conversar con algunos de los heridos en sus habitaciones pese a la
negativa del personal del hospital.
La ausencia de
custodia llamó la atención debido a que por la mañana, el fiscal tenía
pensado interrogar al único detenido por la causa, Horacio Varela, a
quien la policía detuvo mientras intentaba fugarse de lugar de los hechos
en un taxi junto a Cedrón y a quien se le secuestro un revólver calibre
38, con cinco balas servidas. La declaración indagatoria a Varela, según
dijeron a Página/12 fuentes policiales, podría llegar a comprometer al
resto de sus compañeros, por lo que no se explica por qué los heridos
fueron dejados sin custodia policial.
Cerca de las 6, Di Zeo
y Roberto Ibáñez abandonaron sus camas en el primer piso del hospital.
El primero fue hasta el Hospital Privado de la Comunidad, mientras que el
segundo se fugó en un auto que lo esperaba afuera. Ibáñez tiene un
balazo en la parrilla costal, con orificio de salida. Los otros dos
barrabravas que se fugaron, Jorge Cabral Machado y su hijo Leonardo
Cabral, lo hicieron apenas unos minutos antes de las 10. Los médicos que
estuvieron de guardia durante la noche habían informado que sobre estas
dos personas pesaba una orden de detención librada por la policía.
"Prácticamente se fugaron, el más chiquito estaba muy intranquilo,
muy agresivo", le dijo a Página/12 una de las enfermeras del pabellón.
Consultados sobre las fugas, personal de la comisaría 3ª de esta
ciudad informó que el fiscal Fissore aún no había ordenado la detención
de ninguno de los barrabravas, a excepción de Varela, quien permaneció
toda la noche en la comisaría y a la mañana fue trasladado a los
tribunales donde prestó declaración indagatoria.
Varela está
"sospechado de tenencia de arma de guerra". La fuente policial
consultada informó que "por las características del hecho, el
fiscal podría pasar la causa a la Justicia federal". La policía
informó también que el dueño del automóvil del que los barrabravas
extrajeron al menos una de las armas, Salvador Eugenio Tapia, "no se
presentó a declarar en la comisaría --donde quedó secuestrado el auto y
su puesto de choripanes-- y tampoco lo encuentran".
El médico Teófilo
Mutka, jefe de guardia del hospital, informó anoche que Cedrón, de 48 años,
pasó a terapia intensiva con un cuadro de distrés respiratorio.
"Está en observación y estado delicado. Tiene una herida de bala
que le cruza todo el abdomen, con posibilidades de complicaciones, por lo
que corre riesgo de vida", dijo. Fernández, en tanto, tiene una
herida de bala en la región lateral izquierda del cuello y está en
observación.
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