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NUEVO SISTEMA DE ILUMINACION EN EL PLANETARIO
Globo de luces en el bosque

Como parte de un programa de reconversión lumínica de edificios tradicionales, fue    cubierto con lámparas de última generación


Por Alejandra Dandan
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Guardapolvo tableado y blanquito. Esa es la asociación preferida cuando se piensa en el Planetario. Sino colectiva, al menos fue la mirada bajo la que se movieron los arquitectos que idearon su nuevo sistema de iluminación. Así, como en un mundo de cuentos, las luces que acaban de inaugurarse juegan ahora a provocar disparos de brillos sucesivos. Para lograrlo se cubrió el edificio con lámparas que se mimetizan con la fachada y de día se hacen invisibles. Es la primera vez que este sistema, considerado de punta, se usa en el país. En el proyecto quedó incorporado el espejo de agua del parque y cientos de haces de luces que desde los caminos laterales se proyectan hacia el Planetario. De este modo, el gran globo quedó integrado al programa de reconversión lumínica de edificios tradicionales de la ciudad.

  El Planetario se construyó en 1967 y en su estructura soporta el imaginario de aquella época: "Es un modernismo utópico que tiene características de fantasía y de lo lúdico", explica el arquitecto Daniel Smith, encargado de la obra. De acuerdo con esa perspectiva, el Planetario como discurso simbólico se lee como parte de la época donde primaba el Estado de bienestar. En Buenos Aires, década del sesenta, sus luces fueron pensadas en forma plana. Las refracciones eran directas, generadas en mayor proporción desde el interior de las ventanas hacia afuera.

  Ahora todo es al revés: "El Planetario tiene parámetros del inconsciente social, de elemento de la infancia, y lo que hicimos fue respetar ese lenguaje lúdico del edificio", sigue Smith. Para hacerlo, la clave fue la elección de luces. Cúpula y anillo vidriado tienen lámparas de xenón, en total 330. Comenzaron a usarse hace sólo dos años en Europa como tecnología de punta. Los motivos para definirla de ese modo son tres: por sus características, permite que se mimeticen con la fachada, sin agredir al edificio. Tienen larga vida útil, costo bajo y tono lumínico muy cálido.

  El juego a partir del trabajo sobre las luces permitió la creación de dos subzonas sobre la fachada. El área pública, sobre la parte de arriba, está trabajada con tonos cálidos, mientras que la de mantenimiento y de funcionamiento del edificio son de tonos fríos, generados por 40 lámparas de mercurio halogenado. Entre los arreglos de composición sobre la cúpula, los arquitectos trabajaron un sistema de sucesión de brillos focalizados sobre la superficie.

  La obra fue trabajada en tres etapas: cúpula, anillo y bosque, con una inversión completa de 290 mil pesos. Las luces del parque fueron diseñadas como protagonistas de una obra donde el Planetario no podía perder el primer plano. El subsecretario de Alumbrado Público, Gabriel Ciribeni, destaca la originalidad del sistema utilizado: hasta ahora nunca fue usado en parques y paseos públicos. "Los artefactos (lámparas) se colocaron embutidos con iluminación rasante para resaltar las características del Planetario", dice. La misma línea se siguió en los racimos de árboles y, alrededor del lago, se dispusieron 28 lámparas de iluminación rasante.

  El arquitecto Smith no quiere conceptualizar demasiado. "Quiero terminar con el mito de las fachadas históricas, porque el Planetario y todos los edificios de Buenos Aires no tienen demasiado valor histórico", dice. Sabe que el planteo puede generar arduas riñas entre aficionados y especialistas. "Básicamente, acompañamos la arquitectura --explica-- y revalorizamos un cuerpo más valorado por lo afectivo: carga con los recuerdos de cuando éramos niños."

  El juego de luces planetario queda incorporado así a la restauración lumínica de las fachadas más tradicionales de la urbe. Con la misma tendencia se diseñó el frente del Teatro Colón ya inaugurado y el Centro Cultural Recoleta. Para los próximos días quedan aún por terminarse el edificio del colegio Bernasconi y el Resero de Mataderos, sede de un legendario centro cultural. En obra se encuentran el invernadero del Jardín Botánico y una reformulación lumínica sobre el frente de varias iglesias.

 

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