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el Kiosco de Página/12

Nieto
Por Antonio Dal Masetto

t.gif (862 bytes) Empezaré diciendo que me siento muy preocupado la noche que lo veo al Capitán tomarse cuatro whiskies al hilo como quien toma tragos de agua. Así que cuando ordena el quinto, me le acerco y le digo:

  --¿No está navegando demasiado rápido?

  --Estoy tratando de naufragar --me contesta.

El Capitán es un personaje silencioso que pocas veces interviene en las historias del bar y suele permanecer apartado en la punta de la barra o en alguna mesa. Le decimos Capitán porque en algún momento nos habló de su paso por la Marina Mercante. Tipo buen mozo, elegante, siempre de saco cruzado, azul o blanco, según la estación. La actitud aparentemente tímida del Capitán se acaba cuando parte al abordaje de alguna señora o señorita. Tampoco acá se trata de despliegues aparatosos, pero los resultados son de una contundencia impresionante y todos sabemos que el Capitán nunca falla.

  --¿A qué viene esto de querer naufragar? --pregunto.

  --¿No advirtió nada raro en los últimos días? ¿No me vio rebotar en todos los intentos?

  --Me pareció notar algo, pero no le di importancia. Usted siempre ha sido un buen timonel y un buen arponero. Lo hemos visto cobrar piezas majestuosas. Acá todos reconocemos su estilo: champaña, rosas, voz seductora, mirada firme, un chiste oportuno. Y las damas, embelesadas. En este bar, más de uno ha tratado de imitarlo. Acá lo consideramos un maestro para navegar en aguas difíciles.

  --Eran otras épocas. Hoy no puedo ni manejar un chinchorro.

  --¿Problemas con el timón?

  --Le voy a contar algunas cosas de mí que usted no conoce. Yo soy hijo único. Tengo una mamá que me cuida como si tuviera cinco años. La cosa empieza con el desayuno en la cama. Después, cuando me voy, me persigue con los llamados. A media mañana, al mediodía, a media tarde. Si no llego a almorzar a horario, se pone triste. Si no voy a cenar, llora, se le caen unas lágrimas que parecen lamparitas de cien. Me cuida la salud. Cereales, jugos, minerales, hígado licuado óptimo para la anemia. ¿Tomó alguna vez hígado licuado?

  --Nunca.

  --Me prometí que al cumplir los 50 años haría algo para desanudar ese lazo de amor. Estoy cansado de ser hijo único, siempre, siempre único. Y yo la quiero a mi mamá, no vaya a creer que no.

  --Toda la gente de mar ama a su madre.

  --Así que decidí encontrarle a alguien en quien ella pueda depositar tanto afecto, alguien que se lleve una parte o todo el afecto si es posible.

  --¿Y en qué pensó?

  --Un nieto sería lo ideal para ella.

  --Excelente idea.

  --No tanto. En mis amores, mientras las cosas eran superficiales, todo iba bien, pero cuando intenté aplicar esa idea, empezaron los fracasos. Cada vez que le propongo a una señorita a la que amo que nuestra pasión se concrete en un fruto, sobreviene la catástrofe.

  --Me llama la atención, porque en general las damas desean muchísimo tener un hijo con el hombre de sus sueños.

  --No me explique bien. Yo no quiero tener un hijo, quiero que mi mamá tenga un nieto.

  --En el fondo es la misma cosa.

  --De ninguna manera, por eso soy bien claro con las chicas, en mi vida he engañado a nadie, se lo digo bien de frente: quiero que tengamos un nieto, quiero hacerte un nieto.

  --Caramba, es una propuesta fuerte.

  --Ahí es donde todo se echa a perder, portazo en la cara y se van. No sé por qué no pueden entender algo tan simple, ¿le parece que lo mío es tan complicado?

  --Me parece que es tiempo de buscar en otros puertos. Seguramente en alguna parte hay señoras que están dispuestas a tener nietos. Insista. Recuerde que si algo caracteriza a la gente de mar es su tenacidad.

  --Nunca más voy a navegar, mi destino es el dique seco. Este es el final.

  En ese momento entra Nancy, una deidad marina con su vestidito transparente de seda verde esmeralda que se lo debe haber pedido prestado a su sobrinita de doce años. La intercepto:

  --Señorita Nancy, ¿sería tan amable de compartir una copa con nosotros?

  Nancy sonríe agradecida, y mientras le sirvo champaña y le devuelvo la sonrisa, le digo:

  --Con todo respeto, ¿usted no estaría interesada en tener un nieto con el caballero y amigo acá presente?

 


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