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EL PAPEL DEL FEDERAL BANK Y CARLOS BASILICO EN EL CAMINO DE LOS SOBORNOS
El eslabón   entre Moneta y el caso IBM



Página/12
accedió a documentación del Banco Central según la que el Federal Bank, por donde pasó un millón de dólares de coimas, no era una enigmática entidad sino una off shore representada por Carlos Basílico, el hombre de confianza de Raúl Moneta para sus manejos financieros. Basílico  maneja la UFCO, otra off shore socia del Citibank en el influyente CEI.

 

Raúl Moneta, que declara el viernes ante la Justicia


Por Susana Viau
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"¿El Federal Bank no era un banco conocido?", preguntó el entonces diputado aliancista Horacio Viqueira. "Aparentemente es una entidad off shore", respondió la abogada Alicia López, gerente de Requerimientos y Control del Banco Central. Había sido una larga y agotadora sesión de la comisión legislativa que investigaba el escándalo IBM-Banco Nación. Y el Federal Bank era precisamente titular de la cuenta abierta en el Citibank de Nueva York para acoger la suma de 1 millón de dólares, presunto primer giro de las descomunales coimas del affaire. En esa sesión nada pudo develarse respecto del enigmático Federal Bank. La clave, sin embargo, estaba muy cerca, entre las propias carpetas del Banco Central: Página/12 pudo determinar que Federal Bank es, en efecto, una off shore cuyo representante argentino es Carlos Basílico, el hombre de confianza del banquero Raúl Moneta y quien maneja todas sus empresas off shore, incluida la poderosa United Finance Company (UFCO), socia del Citibank en el CEI.     

Mientras que alguna luz se hizo sobre las cuentas suizas de las que resultaron beneficiarios Alfredo Aldaco y Genaro Contartese, los dos directores del Banco Nación que llevaron el peso de la contratación con IBM para la informatización de la entidad a un costo de 250 millones de dólares, la ruta del millón girado desde el Crédit Suisse a la cuenta que el Federal Bank tenía en Citibank de Nueva York permaneció en la nebulosa.

  Dos nombres circularon en torno del millón y de la cuenta: el de la ex secretaria de la Función Pública, Claudia Bello, y el de su asesor Gastón Figueroa Alcorta, el mismo que la había acompañado a la provincia de Corrientes cuando otro cañonazo de dólares hizo perder al radicalismo al elector Ramón Bruzzo. Y siempre que en el tema IBM se nombraba a Bello y Figueroa Alcorta, las miradas convergían sobre el ex secretario general de la Presidencia Alberto Kohan puesto que su segundo, Juan Carlos Cattáneo, era el dueño de Consad, empresa informática que habría urdido la ingeniería financiera de la gigantesca coima. Por cierto que Figueroa Alcorta fue uno de los pocos colaboradores de los altos funcionarios  comprometidos que resultó llamado a declarar ante la comisión investigadora de diputados.

 Estar cerca es muy bueno

  En una de sus últimas actuaciones, la comisión convocó a Alicia López, una importante funcionaria del Banco Central, quien, además, había acompañado al juez que instruye la causa, Adolfo Bagnasco, durante el viaje que éste hiciera a Estados Unidos para lograr el levantamiento del secreto bancario que pesaba sobre las cuentas ligadas a las coimas. En aquella jornada del 15 de junio de 1999, el frepasista Viqueira planteó:

  --Hay un tema, que es el del primer dinero que salió del país...

  --El tema del millón de dólares --recordó Alicia López de inmediato y continuó--: Ahí existe un problema de competencias. No se olvide que en el caso de las cuentas que están en los Estados Unidos es competencia de la Justicia de ese país.

  --En el pago del millón de pesos ellos dicen que el dinero fue girado a una cuenta en un banco off shore, en una isla --precisó el frepasista cordobés.

  --El Federal Bank --dijo la mujer-- (...) Estados Unidos tendría que saber quién es, desde el punto de vista de los papeles, porque si tiene una cuenta abierta allí... Lo que puede llegar a saber Estados Unidos es si está constituida en Panamá y que los representantes son tal o cual.

  --¿Usted recuerda la cronología de los hechos? --insistió Viqueira.

  --Recuerdo que iba al Crédit Suisse y del Crédit Suisse pasaba al Citibank a la orden del Federal Bank (...) Pero no se nos brindó la información de quiénes constituían el Federal Bank.

  Como en La carta robada, de Poe, el rastro de la fantasmagórica off shore llamada Federal Bank no había que buscarlo lejos: estaba ante los ojos de la doctora López o, al menos, al alcance de su mano, entre las carpetas del Banco Central. El Banco Central sabía, por lo tanto, que el representante en el país de Federal Bank era Carlos Basílico, titular del estudio Basílico, Fernández Madero, Duggan y, por sobre todo, hombre de confianza de Moneta en sus negocios en el país y en todo lo referido a los "paraísos fiscales".

 Mate y off shores

  Al escribano Raúl Moneta, dueño de los bancos Mendoza y República, ambos desactivados, le molesta en grado sumo que a sus empresas les adjudiquen la denominación de off shore (fuera de borda). "¿Qué se quiere decir con off shore? Es una manera peyorativa de referirse a sociedades extranjeras legítimamente constituidas que canalizan inversiones por todo el planeta. Pongamos el léxico adecuado a las cosas para que entiendan los que manejan campañas de difamación", se enojó en una entrevista dos años atrás. Y se explayó, mientras tomaba mate (en mate de plata) en el piso 20 del Edificio República, entre banderas argentinas y cuadros de Molina Campos: "Muchas veces los empresarios evaluamos situaciones. Hemos tenido situaciones no lejanas de expropiaciones... No quiero ser desagradable. Es muy común que en el mundo los accionistas de empresas tengan sociedades constituidas en el exterior y que los hacen sentir más tranquilos. Alguno de nosotros pudo haber sucumbido frente a estos conceptos".

  En aquellos días, Moneta no hablaba de Federal Bank sino de UFCO, importantísima accionista del CEI, uno de los grandes inversores en medios de comunicación en el país.

  UFCO --que luego cambiaría la denominación por la más prudente de República Holding-- tenía el 36 por ciento del CEI y había sido constituida, según revelara Horacio Verbitsky, con un capital de 50 mil dólares en Tortola, Islas Vírgenes, por cuenta de un estudio de ese paraíso fiscal de bandera británica: Morgan & Morgan. Su representante en la Argentina era el abogado Basílico. A su vez, Basílico era el presidente de Citiconstrucciones, propietaria del Edificio República y controlada por UFCO con el 97 por ciento del paquete. La sede de Citiconstrucciones había sido fijada en el bufete de Basílico, en la calle Marcelo T. de Alvear, pegado a la Plaza San Martín.

  Basílico, mayor que el banquero, exageradamente formal y bronceado en invierno y verano, no era una casualidad en la vida de Moneta. Había sido, además de su mandado en UFCO y Citiconstrucciones, miembro del directorio del Banco República, una de las tantas financieras devenidas en banco durante la dictadura militar.

  "En realidad, el Banco República funcionaba como una mesa de dinero", confió a Página/12 un ex alto ejecutivo de la entidad que tuvo en sus mejores momentos 160 empleados, de los que apenas queda una veintena deambulando en la cáscara vacía de Sarmiento 336. El funcionamiento del Banco República no dejó de llamar la atención de los peritos convocados por el juez federal mendocino Luis Leiva: una sola sede y pocos clientes con grandes cuentas. Lo cierto es que el banco no era una mesa de dinero, pero al parecer, la tenía. Y de acuerdo al garganta profunda financiero con el que dialogó este diario, el jefe de la mesa  --un cuarto reservadísimo en piso 9--  respondía a las iniciales D.A. y habría sido el encargado de manejar las inversiones de interesantes personajes. Entre ellos, siempre según el confidente, se habrían contado Matías Ordóñez (responsable de los inmuebles del Estado y vecino del country Tortugas, como Moneta, los Hermanos Hugo y Jorge Anzorreguy, Alberto Petracchi y Hugo Moyano) y Gastón Figueroa Alcorta.

En una playa junto al mar  

  Cuando los propios inspectores del Banco Central comenzaron a revisar las operaciones del Banco República se sorprendieron ante las realizadas en una cuenta que el República tenía abierta en el Citibank de Nueva York. Les extrañaba el cuantioso volumen de movimientos realizados con el Federal Bank. ¿Qué era el Federal Bank, esa incógnita que el propio Banco Central había ido a investigar a Estados Unidos? Era una entidad  constituida en Bahamas, con domicilio legal en Bolam House, King & George Street. P.O.Box 4843, de Nassau. Igual que la de Tortola, aunque a diferencia de ésta el Federal Bank tenía una sucursal en Uruguay.

  Pese a que la memoria de los directivos del BCRA es frágil, debieron haber recordado que el 5 de agosto de 1994 Basílico hizo una presentación en la que solicitaba autorización para radicar en Argentina una sucursal del Federal Bank. El domicilio fijado era el de su estudio. El Central negó el permiso el 25 de setiembre de 1996 por la cerrada oposición de sus empleados de línea, quienes habían advertido que Bahamas no tiene un sistema de supervisión bancaria consolidado y es una zona de riesgo en materia de lavado de dinero.

  Asimismo, los inspectores del BCRA habían puesto un punto rojo en otra serie de operaciones que mostraban que un grupo de empresas realizaba cuantiosos depósitos y retiros que, luego, se transferían a una cuenta del Banco República en el Citibank de Nueva York y de allí al Federal Bank Ltd. Esas empresas eran Ludgate Investments Limited, Southwark Asset Management Limited, Lolland Socks Limite, Scott & Chandler Limited. Todas habían sido inscriptas en Bahamas, el mismo día, con números correlativos. Todas tenían, además, a Carlos Basílico como representante.     

 

CLAVES

* Una funcionaria del Banco Central había dicho en el Congreso que no tenía detalles del Federal Bank, una de las offshore por donde pasó la coima de los contratos firmados por IBM con el Banco Nación.

* Pero Página/12 descubrió que el dato está en los documentos oficiales.

* El representante de Federal Bank en la Argentina es Carlos Basílico.

* Basílico es, además, el hombre clave de Raúl Moneta en los negocios financieros offshore, como la UFCO, pieza central para el armado del CEI.

* Moneta debe declarar este viernes ante la Justicia.

* Llegará descansado: acaba de pasar vacaciones a todo lujo en un hotel del Caribe, una zona del mundo cercana al corazón del banquero.

LAS VACACIONES DEL BANQUERO EN EL HOTEL CANEEL BAY
Quinientos dólares diarios por cuarto


Por S.V.
El escribano Raúl Juan Pedro Moneta se presentará el viernes a prestar declaración indagatoria ante el juez federal Gustavo Literas con bronceado Caribe. En el juzgado se encuentran desde hace un mes los voluminosos expedientes de la instrucción realizada por el magistrado mendocino Luis Leiva. Fuentes próximas a la investigación sostienen que los abogados del banquero especularán con que su defendido pueda ser beneficiado por una eventual falta de mérito. Moneta, entre tanto, está tranquilo: tras la fulminante eximición de prisión dispuesta por Carlos Liporaci (subrogante de Literas) y de la serie de bucólicas entrevistas concedidas a un grupo de medios gráficos, tomó unas largas vacaciones en su zona favorita: las islas donde florecen como hongos después de la lluvia los bancos offshore.

  El banquero y su grupo familiar en pleno celebraron el cese de los seis meses de clandestinidad. Lo hicieron con una relajante estadía en Saint John. Los 9 miembros del clan, incluidos hijos y nieto, se instalaron en cuatro cuartos del Hotel Caneel Bay. La rutina fueron las playas y el sol sobre la cubierta de un barco alquilado a Yates Caribe. También estuvieron en Saint Thomas, donde hicieron una escala en el Hard Rock Café. Otro de sus objetivos era una visita a Disneyworld.

   El costo de Hotel Caneel Bay contratado desde Buenos Aires por los Moneta es de 500 dólares por habitación y día, es decir, dos mil por los cuatro cuartos. Dicho de otro modo, 60 mil en el mes sólo en concepto de alojamiento. La cifra deja pequeña la fianza de 100 mil pesos que, generosamente, fijó el juez  Literas para un banquero que atravesaba dificultades y había batido récords en materia de bancos derribados: tres, si se tiene en cuenta que el Banco República, con su actual veintena de empleados, sólo mantiene abiertas sus puertas gracias a la insólita rehabilitación concedida por Pedro Pou, presidente del Banco Central.

 

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