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Mientras que
alguna luz se hizo sobre las cuentas suizas de las que resultaron
beneficiarios Alfredo Aldaco y Genaro Contartese, los dos directores del
Banco Nación que llevaron el peso de la contratación con IBM para la
informatización de la entidad a un costo de 250 millones de dólares, la
ruta del millón girado desde el Crédit Suisse a la cuenta que el Federal
Bank tenía en Citibank de Nueva York permaneció en la nebulosa.
Dos nombres circularon en torno
del millón y de la cuenta: el de la ex secretaria de la Función Pública,
Claudia Bello, y el de su asesor Gastón Figueroa Alcorta, el mismo que la
había acompañado a la provincia de Corrientes cuando otro cañonazo de dólares
hizo perder al radicalismo al elector Ramón Bruzzo. Y siempre que en el
tema IBM se nombraba a Bello y Figueroa Alcorta, las miradas convergían
sobre el ex secretario general de la Presidencia Alberto Kohan puesto que
su segundo, Juan Carlos Cattáneo, era el dueño de Consad, empresa informática
que habría urdido la ingeniería financiera de la gigantesca coima. Por
cierto que Figueroa Alcorta fue uno de los pocos colaboradores de los
altos funcionarios comprometidos que resultó llamado a declarar ante la comisión
investigadora de diputados. Estar cerca es muy bueno
En una de sus últimas
actuaciones, la comisión convocó a Alicia López, una importante
funcionaria del Banco Central, quien, además, había acompañado al juez
que instruye la causa, Adolfo Bagnasco, durante el viaje que éste hiciera
a Estados Unidos para lograr el levantamiento del secreto bancario que
pesaba sobre las cuentas ligadas a las coimas. En aquella jornada del 15
de junio de 1999, el frepasista Viqueira planteó:
--Hay un tema, que es el del
primer dinero que salió del país...
--El tema del millón de dólares
--recordó Alicia López de inmediato y continuó--: Ahí existe un
problema de competencias. No se olvide que en el caso de las cuentas que
están en los Estados Unidos es competencia de la Justicia de ese país. --En
el pago del millón de pesos ellos dicen que el dinero fue girado a una
cuenta en un banco off shore, en una isla --precisó el frepasista cordobés.
--El Federal Bank --dijo la
mujer-- (...) Estados Unidos tendría que saber quién es, desde el punto
de vista de los papeles, porque si tiene una cuenta abierta allí... Lo
que puede llegar a saber Estados Unidos es si está constituida en Panamá
y que los representantes son tal o cual. --¿Usted
recuerda la cronología de los hechos? --insistió Viqueira.
--Recuerdo que iba al Crédit
Suisse y del Crédit Suisse pasaba al Citibank a la orden del Federal Bank
(...) Pero no se nos brindó la información de quiénes constituían el
Federal Bank.
Como en La carta robada, de
Poe, el rastro de la fantasmagórica off shore llamada Federal Bank no había
que buscarlo lejos: estaba ante los ojos de la doctora López o, al menos,
al alcance de su mano, entre las carpetas del Banco Central. El Banco
Central sabía, por lo tanto, que el representante en el país de Federal
Bank era Carlos Basílico, titular del estudio Basílico, Fernández
Madero, Duggan y, por sobre todo, hombre de confianza de Moneta en sus
negocios en el país y en todo lo referido a los "paraísos
fiscales". Mate
y off shores
Al escribano Raúl Moneta, dueño de los
bancos Mendoza y República, ambos desactivados, le molesta en grado sumo
que a sus empresas les adjudiquen la denominación de off shore (fuera de
borda). "¿Qué se quiere decir con off shore? Es una manera
peyorativa de referirse a sociedades extranjeras legítimamente
constituidas que canalizan inversiones por todo el planeta. Pongamos el léxico
adecuado a las cosas para que entiendan los que manejan campañas de
difamación", se enojó en una entrevista dos años atrás. Y se
explayó, mientras tomaba mate (en mate de plata) en el piso 20 del
Edificio República, entre banderas argentinas y cuadros de Molina Campos:
"Muchas veces los empresarios evaluamos situaciones. Hemos tenido
situaciones no lejanas de expropiaciones... No quiero ser desagradable. Es
muy común que en el mundo los accionistas de empresas tengan sociedades
constituidas en el exterior y que los hacen sentir más tranquilos. Alguno
de nosotros pudo haber sucumbido frente a estos conceptos".
En aquellos días, Moneta no
hablaba de Federal Bank sino de UFCO, importantísima accionista del CEI,
uno de los grandes inversores en medios de comunicación en el país.
UFCO --que luego cambiaría la
denominación por la más prudente de República Holding-- tenía el 36
por ciento del CEI y había sido constituida, según revelara Horacio
Verbitsky, con un capital de 50 mil dólares en Tortola, Islas Vírgenes,
por cuenta de un estudio de ese paraíso fiscal de bandera británica:
Morgan & Morgan. Su representante en la Argentina era el abogado Basílico.
A su vez, Basílico era el presidente de Citiconstrucciones, propietaria
del Edificio República y controlada por UFCO con el 97 por ciento del
paquete. La sede de Citiconstrucciones había sido fijada en el bufete de
Basílico, en la calle Marcelo T. de Alvear, pegado a la Plaza San Martín.
Basílico, mayor que el
banquero, exageradamente formal y bronceado en invierno y verano, no era
una casualidad en la vida de Moneta. Había sido, además de su mandado en
UFCO y Citiconstrucciones, miembro del directorio del Banco República,
una de las tantas financieras devenidas en banco durante la dictadura
militar.
"En realidad, el Banco República
funcionaba como una mesa de dinero", confió a Página/12 un ex alto
ejecutivo de la entidad que tuvo en sus mejores momentos 160 empleados, de
los que apenas queda una veintena deambulando en la cáscara vacía de
Sarmiento 336. El funcionamiento del Banco República no dejó de llamar
la atención de los peritos convocados por el juez federal mendocino Luis
Leiva: una sola sede y pocos clientes con grandes cuentas. Lo cierto es
que el banco no era una mesa de dinero, pero al parecer, la tenía. Y de
acuerdo al garganta profunda financiero con el que dialogó este diario,
el jefe de la mesa --un
cuarto reservadísimo en piso 9-- respondía
a las iniciales D.A. y habría sido el encargado de manejar las
inversiones de interesantes personajes. Entre ellos, siempre según el
confidente, se habrían contado Matías Ordóñez (responsable de los
inmuebles del Estado y vecino del country Tortugas, como Moneta, los
Hermanos Hugo y Jorge Anzorreguy, Alberto Petracchi y Hugo Moyano) y Gastón
Figueroa Alcorta. En una playa junto al mar
Cuando los propios inspectores del Banco Central comenzaron a
revisar las operaciones del Banco República se sorprendieron ante las
realizadas en una cuenta que el República tenía abierta en el Citibank
de Nueva York. Les extrañaba el cuantioso volumen de movimientos
realizados con el Federal Bank. ¿Qué era el Federal Bank, esa incógnita
que el propio Banco Central había ido a investigar a Estados Unidos? Era
una entidad constituida en
Bahamas, con domicilio legal en Bolam House, King & George Street.
P.O.Box 4843, de Nassau. Igual que la de Tortola, aunque a diferencia de
ésta el Federal Bank tenía una sucursal en Uruguay.
Pese a que la memoria de los
directivos del BCRA es frágil, debieron haber recordado que el 5 de
agosto de 1994 Basílico hizo una presentación en la que solicitaba
autorización para radicar en Argentina una sucursal del Federal Bank. El
domicilio fijado era el de su estudio. El Central negó el permiso el 25
de setiembre de 1996 por la cerrada oposición de sus empleados de línea,
quienes habían advertido que Bahamas no tiene un sistema de supervisión
bancaria consolidado y es una zona de riesgo en materia de lavado de
dinero. Asimismo, los inspectores del BCRA habían puesto un punto rojo en otra serie de operaciones que mostraban que un grupo de empresas realizaba cuantiosos depósitos y retiros que, luego, se transferían a una cuenta del Banco República en el Citibank de Nueva York y de allí al Federal Bank Ltd. Esas empresas eran Ludgate Investments Limited, Southwark Asset Management Limited, Lolland Socks Limite, Scott & Chandler Limited. Todas habían sido inscriptas en Bahamas, el mismo día, con números correlativos. Todas tenían, además, a Carlos Basílico como representante.
LAS
VACACIONES DEL BANQUERO EN EL HOTEL CANEEL BAY
El banquero y su grupo familiar
en pleno celebraron el cese de los seis meses de clandestinidad. Lo
hicieron con una relajante estadía en Saint John. Los 9 miembros del
clan, incluidos hijos y nieto, se instalaron en cuatro cuartos del Hotel
Caneel Bay. La rutina fueron las playas y el sol sobre la cubierta de un
barco alquilado a Yates Caribe. También estuvieron en Saint Thomas, donde
hicieron una escala en el Hard Rock Café. Otro de sus objetivos era una
visita a Disneyworld.
El costo de Hotel Caneel Bay contratado desde Buenos Aires por los
Moneta es de 500 dólares por habitación y día, es decir, dos mil por
los cuatro cuartos. Dicho de otro modo, 60 mil en el mes sólo en concepto
de alojamiento. La cifra deja pequeña la fianza de 100 mil pesos que,
generosamente, fijó el juez Literas
para un banquero que atravesaba dificultades y había batido récords en
materia de bancos derribados: tres, si se tiene en cuenta que el Banco República,
con su actual veintena de empleados, sólo mantiene abiertas sus puertas
gracias a la insólita rehabilitación concedida por Pedro Pou, presidente
del Banco Central.
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