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Si bien Guterres la coordinó y
emitió, la advertencia de ayer no fue una medida institucional de la UE,
dado que ésta no tiene ningún mecanismo legal para emitir tal amenaza.
Fue, en realidad, una advertencia en común de los gobiernos individuales
de Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia,
Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Portugal, el Reino Unido y Suecia.
De hecho, Austria no podría ser sancionada por la UE, explicó ayer el
ministro de Relaciones Exteriores francés, Hubert Vedrine, dado que
"estamos lejos de que exista allí una situación de violaciones
serias y constantes a los derechos humanos". Pero, con esta salvedad,
"si Austria trae a Haider a su gobierno, deberá saber que estará
vigilada como ningún otro país lo ha estado dentro de la UE". De
hecho, la Comisión Europea de la UE se reuniría hoy para discutir esta
posibilidad.
En Viena, el líder conservador
Wolfgang Schuessel (quien sería el canciller del gobierno negro-pardo y
se precia de ser pro-europeo) se mostró francamente furioso ante el
pronunciamiento de "los 14". "Austria no es un país en vías
de desarrollo. No necesitamos lecciones democráticas", disparó.
También se manifestó agraviado por el hecho que el saliente gobierno
austríaco no fue consultado en ningún momento sobre la medida. Concluyó
advirtiendo que estaba intentando "contactarme telefónicamente"
con Guterres. El presidente Thomas Klestil aseguró que hoy discutirá la
situación con el canciller socialdemócrata saliente Viktor Klima y el
mismo Schuessel. Desde el FPOE, su secretario general Peter Westhaler buscó
minimizar todo el asunto. "No es motivo para irritarse, no existe
ningún boicot y las declaraciones siempre están sujetas a diferentes
interpretaciones", aseguró. Pero Haider fue menos reservado. En una
entrevista televisiva condenó como "aventurera" la advertencia:
"Se deciden sanciones por el hecho de que los austríacos no votan
como quiere el extranjero". Siguiendo esa veta nacionalista, criticó
a Klestil por "desproteger a la República de los ataques del
extranjero". La presión europea no es particularmente apreciada por el electorado austríaco. La mayoría ya da por sentado que la formará de un gobierno donde no faltarán los neonazis. En los medios, hubo reacciones indignadas contra la advertencia de ayer. Una encuesta reveló que el 43 por ciento de la población cree que la presión extranjera era "un problema" y un 19 por ciento que era "un gran problema". Esas cifras podrían ser un argumento para los partidarios de nuevas elecciones, que ayer sumaron al cazador de nazis Simon Wiesenthal. Pero todo parece indicar que el FPOE saldría primero en ellas.
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