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Largó el gana o pierde de las primarias norteamericanas

Cinco precandidatos republicanos y dos  demócratas jugaron ayer sus candidaturas en las primarias del estado de New Hampshire

El demócrata Bill Bradley saluda a votantes de su adversario Al Gore

Página/12   
en Estados Unidos

Por Mónica Flores Correa
 Desde Nueva York

t.gif (862 bytes) Este año, las primarias norteamericanas son más cortas que nunca, y todo parecía anticipar que el de ayer ya era un juego de gana o pierde para los cinco precandidatos republicanos y dos demócratas. Y la primaria de New Hampshire comenzó a medianoche, en el remoto y diminuto pueblo Dixville Notch, ubicado en la frontera con Canadá. El resultado fue una advertencia de que la jornada sería sufrida y larga para el precandidato republicano George Bush. El gobernador de Texas se impuso allí por un apretado margen de 12 votos contra 10 del senador John McCain. En el campo demócrata, Dixville Notch prefirió a Bradley por 4 votos contra dos asignados a Gore.

  Decidido a ignorar la tradición algo maléfica de New Hampshire de hacer perder a los candidatos favoritos de los partidos (ver recuadro), Bush afirmó "voy a ganar" y dijo que no creía en las encuestas que en los últimos días le habían dado una superioridad de 10 puntos al senador y ex veterano de Vietnam. Independientemente de la necesidad exitista de los precandidatos de exhibir desprecio por los sondeos, es cierto que una de las características interesantes de las primarias es su extrema volatilidad. Los resultados de estas internas muchas veces tienen poco que ver con lo anunciado en las encuestas. Y New Hampshire es un estado particularmente caprichoso y voluble.

  Pese a contar con bastante apoyo de los independientes, el demócrata Bill Bradley reconoció que no se beneficiaría con la actitud inconformista de los votantes, centrada en jaquear a los republicanos en esta ocasión, y sonó casi resignado al comentar: "Siento que estoy listo para el veredicto". Batallando por conquistar a los votantes más conservadores, el multimillonario Steve Forbes, el comentarista y ex embajador Alan Keyes y el dirigente del fundamentalismo cristiano Gary Bauer (ver recuadro) continuaron estrechando innumerables manos, cuyos dueños en su mayoría no pensaban votarlos. Forbes, que se paga la campaña casi exclusivamente con su fortuna personal y lleva gastados unos 33,6 millones hasta este momento, decidió ignorar la realidad y dijo como Bush, aunque con muchísimo menos margen para semejante incredulidad, que tampoco creía en las encuestas. Por su parte, Bauer pareció evaluar la posibilidad de retirarse de la carrera. "Soy un luchador pero no me engaño. Veremos nuestras posibilidades día a día", señaló.

  Tanto McCain como Bradley, los principales contendientes de los favoritos, necesitaban una victoria en New Hampshire. McCain no se había presentado y Bradley había sido derrotado en los caucuses de Iowa, algo así como la preprimaria. Desde un primer momento, las perspectivas de que Bradley triunfase en New Hampshsire fueron notablemente débiles. Con el aparato institucional del partido y los sindicatos apoyando a Al Gore, la suerte de Bradley ya pareció inexorablemente condenada.

  Para McCain el escenario se presentó más rosado. Pero los analistas repitieron incansablemente que el hombre a la izquierda de Bush todavía debe enfrentar muchos desafíos, pues el gobernador de Texas cuenta con una formidable organización nacional y una formidable cantidad de dinero para financiar la campaña. A George W., o simplemente W., como lo llaman, lo describen como "el candidato de los 68 millones de dólares". Esta es la cifra total que el "conservador compasivo" logró reunir al cierre de 1999. Y si bien la cantidad de millones resulta sobrecogedora, el ritmo de gastos de Bush parece necesitarlos. Se estima que en los últimos tres meses, el gobernador de Texas gastó 17.3 millones de dólares, a razón de unos 200.000 dólares por día. El esfuerzo presidencialista de Bush está cerca de convertirse en el más caro de toda la historia de las campañas estadounidenses. Como su "recaudación de fondos" ha sido tan extraordinaria, Bush renunció a los fondos federales que se asignan a los políticos que hacen campaña.

  El competidor republicano McCain reunió unos 15 millones de dólares, de los cuales le quedan 7.7 millones para seguir tratando de convencer a los estadounidenses de que él es el líder que buscan. En el último trimestre de 1999, el demócrata Bill Bradley consiguió reunir el doble de fondos que obtuvo su rival Gore en el mismo período. Bradley ha puesto en su cuenta de campaña 27.7 millones. Y Gore, que, para bien o para mal en su campaña después de todo es el actual vicepresidente de Estados Unidos, casi 32 millones.

 

Independientes que meten miedo

  Los votantes independientes de New Hampshire inspiran un temor reverencial, aunque desproporcionado con respecto a su número. A pesar de que representan el segmento más amplio de los residentes del estado, un 37 por ciento, la historia ha demostrado que no suelen votar masivamente.

"Son independientes por una razón. ¡Detestan la política de los partidos demócrata y republicano!", explicó un analista del American Research Group en Manchester. En las encuestas, este grupo contestatario se inclinaba abrumadoramente por el veterano John Mc Cain, con una ventaja de 30 puntos por encima de Bush. También entre ellos, Bradley vencía a Gore con variaciones que oscilaban entre 3 y 14 puntos según las encuestas. Se estima que el voto independiente en el campo republicano representa el 22 por ciento del total. Los analistas señalaron que una fuerte presencia independiente, superior al 22 por ciento, podría darle a Mc Cain la victoria. En el lado demócrata, se especulaba que los independientes serían un 21 por ciento de los votantes. Pero la inclinación por Bradley que había demostrado hace unos días, había empalidecido recientemente  entre este electorado liberal "ma non troppo", cuando conocieron mejor las propuestas muy liberales del ex basquetbolista.


La neoderecha cristiana

Gary Bauer, el precandidato republicano de la derecha cristiana, parece haber aprendido muy bien las lecciones de urbanidad que seguramente le dieron sus tías. Habla suave, cortésmente, evita los exabruptos, sonríe mucho y nunca abandona el sentido del humor ante la (segura) perspectiva de que va a perder. Hay quien lo describe como el único fundamentalista que hizo "amigos" entre los reporteros. Pero la prensa liberal norteamericana tiende a reprobar la militancia homofóbica y antiabortista de Bauer. El candidato ha demostrado, incluso, un costado "humano": un ex colaborador lo acusó de intimar demasiado con una joven asistente. En el pasado reciente, la derecha cristiana presentó candidatos agresivos y vociferantes --como el comentarista televisivo Patrick Buchanan-- que perjudicaron al partido de Ronald Reagan entre los votantes independientes. En cambio, Bauer, con su estilo "ligth" todo-sonrisas-y-mesura disfraza bien su dogmatismo. Su estilo coincide apropiadamente (o por lo menos no choca, o no "pianta" votos) con el de Bush, autodenominado "conservador compasivo". Se atribuye a Garrick, el genial actor shakespeareano del siglo XVIII, la frase "no importa qué se dice, sino cómo se dice". Bauer ha entendido perfectamente esta premisa, y la pone en práctica en el teatro político.

 

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